jueves 28 marzo
CASO ROMANONES   |   |

El padre Román niega los abusos a menores y habla de "relación cristiana"

El único acusado desmiente haber tenido contacto sexual con el denunciante y asegura que "jamás" ha dormindo con nadie ni ha besado a nadie en la boca

El padre Román M., a su llegada al juzgado donde prestará declaración como único acusado. Foto: Álex Cámara

El juicio por el denominado caso Romanones, que se celebra en la Audiencia Provincial de Granada, ha dado comienzo este lunes con media hora de retraso de la hora prevista. En él se juzga al padre Román M.V.C., acusado de haber realizado supuestos abusos sexuales a un menor desde 2004 a 2007 y de los que ha dicho que "en absoluto" se produjeron.

Mientras era párroco de la Iglesia de San Juan María de Vianney conoció al denunciante con motivo de los cursos que este recibía de catequesis para su Primera Comunión, tras la que mantuvo el contacto con la Parroquia y se implicó con la vida religiosa, aunque él nunca ha "invitado" a nadie a que dé este paso, puesto que "al que llega" lo acoge y procura "que se sienta bien".

"Él participaba en la parroquia porque se sentía bien", ha destacado el padre Román, que recuerda cómo la familia del chico tenía problemas y que a él "le atraía" el "estilo de vida" de los sacerdotes, tras lo que comenzó a quedarse a comer y a hacer vida en las instalaciones de la iglesia, incluso llegando a quedarse a dormir en algunas ocasiones cuando tenía en torno a 15 o 16 años. "Si los padres se lo permitían yo no le iba a decir que no", ha explicado el cura.

Mientras tanto el párroco formaba parte de un grupo de sacerdotes que eran "amigos" a los que fue conociendo "progresivamente" a diversas edades, algo que "se ha tratado de trazar todo tan rectilíneo cuando no lo es". Para este grupo había "libertad total" de pertenecer a él, sin que "nadie tuviera que aprobar nada".

El padre Román ha negado los abusos sexuales en el contexto de las visitas que se hacían a la casa de Los Pinillos, en donde acudían junto a otro grupo de sacerdotes "lugar de esparcimiento" y como una casa "muy abierta" a la que llegaron a acudir hasta 300 personas. En ella, ha asegurado, no se produjeron "en absoluto" ningún tipo de relaciones sexuales, al tiempo que ha recordado que nunca ha dormido con nadie en la misma cama porque no le "entra en la cabeza dormir con nadie" a la par que ha negado que en su vida haya dado "besos en la boca a nadie" ni los haya recibido. Del mismo modo ha negado que se exhibiera algún tipo de pornografía infantil o recibiera ni diera algún tipo de masajes al denunciante.

También ha desmentido que exhibiera pornografía infantil en el interior de este inmueble ubicado en Pinos Genil, en donde no había televisión en su dormitorio de manera habitual y en cuyo enclave nunca vio a sacerdotes salir desnudos de una ducha. En él dormían ajustándose "a las circunstancias", varias ocasiones con el denunciante entre los inquilinos de la vivienda, aunque había habitaciones y camas individuales "para todos". "Aquello era una casa respetabilísima, no tiene nada que ver con este asunto", ha señalado.

El padre Román, en el banquillo de los acusados durante la primera sesión del juicio. Foto: Álex Cámara

Fue en la Semana Santa de 2008 cuando la relación entre la supuesta víctima y el sacerdote dio un giro a raíz de una pareja sentimental que el joven tenía y cuya relación él negó con el paso del tiempo pese a que "llevaba una doble vida y me engañaba". "A mi no me molestó porque no es algo que me afectara personalmente, le planteé que fuera honesto", ha añadido el párroco.

A preguntas de la acusación particular, sobre unos mensajes que ambos compartieron a través de Messenger, el párroco ha calificado de "relación cristiana" el trato que se tenían en tanto en cuanto en algunos de ellos se puede leer "te quiero" o "no me arrepiento de nada de lo que he vivido". Respecto al mensaje "la última vez no te lo dí todo" el sacerdote ha indicado que se podría referir a que quizás se dejó algunas de sus pertenencias en el interior de la vivienda. En este sentido se ha referido al "amor fraterno", algo que los curas tienen a diario en su "boca" y que supone un "interés por las personas o los individuos como hermanos".

La última vez que ambos se encontraron, según el cura, fue en febrero de 2014, solo nueve meses antes de que el asunto saltase a la opinión pública, en un velatorio, en el que ambos se habían cruzado un abrazo y el joven "siempre era el que quería buscarme". Después, en octubre, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, le telefoneó para comunicarle la denuncia de la que ya había tenido conocimiento en parte a través de una chica que le había puesto "en sobreaviso" y le "alarmó".

El único procesado ha llegado pasadas las 9.00 horas con semblante serio y acompañado de dos abogados para declarar en esta causa en la que es el único procesado y en la que declararán 40 acusados, entre ellos el arzobispo de Granada, Javier Martínez.

El acusado, que se enfrenta a una petición fiscal de nueve años de cárcel, ha entrado al edificio de la Real Chancillería de Granada, que también acoge la sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), rodeado de una nube de periodistas y sin hacer declaraciones.

Detrás de él han ido entrado al edificio judicial los representantes legales de las distintas partes que hay en la causa, entre ellas la acusación particular, ejercida por la supuesta víctima de los abusos, que atribuye al padre Román tres delitos de abuso sexual por el que solicita 26 años de prisión, prohibición de aproximarse a menos de 500 metros y de comunicarse durante 20 años y una indemnización de 50.000 euros por daño moral.

El fiscal del caso, Francisco Hernández Guerrero, ha señalado a los periodistas a su llegada que ahora se va a celebrar "el verdadero juicio contra el padre Román", en el que declararán como testigos otras supuestas víctimas y testigos de los supuestos abusos, además de algunos de los sacerdotes y seglares que inicialmente estuvieron investigados en la causa, que llegó a tener doce investigados.

La acción popular, ejercida por la Asociación Prodeni, atribuye al acusado un delito continuado de agresión sexual, con intimidación, violencia y prevalimiento y con acceso carnal.

Pide para él la pena de 15 años de prisión, inhabilitación absoluta por 15 años, privación de residir en el lugar en que resida la víctima por 15 años y prohibición de aproximarse y comunicarse con ella durante 15 años, así como una indemnización de 75.000 euros por daño moral. La defensa solicita por su parte la libre absolución y ha reclamado la anulación del expediente canónigo.

Publicidad

Comentarios

©Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta noticia sin autorización expresa de la dirección de ahoraGranada
Publicidad
DÍA A DÍA
Desarrollado por Neobrand
https://ahgr.es/?p=86651