viernes 29 marzo
CASO ROMANONES  |   | Europa Press

El amigo de Daniel desapareció de la parroquia tras notar un "excesivo cariño" de Román

Según su relato, el padre Román le dijo al caer la noche que tenía que dormir en la misma cama con él

El padre Román durante el juicio. Foto: Álex Cämara

Un joven que fue monaguillo en la parroquia de San Juan María Vianney del barrio granadino del Zaidín ha declarado este jueves ante el tribunal que "desapareció de allí" tras experimentar situaciones de "excesivo contacto físico" y "cariño" por parte del padre Román M.V.C., como "besos en el cuello", "caricias en el muslo debajo del brasero" y proposiciones de masajes, aunque nunca sufrió abusos sexuales.

Este joven ha declarado como testigo en la cuarta sesión del juicio que se está celebrando esta semana en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Granada contra el padre Román, que está acusado de abusar sexualmente de un menor de su parroquia desde 2004 a 2007 y que se enfrenta a una petición fiscal de nueve años de cárcel por esta causa.

Este testigo, que es amigo del denunciante de los abusos desde que eran pequeños y ha compartido con él actividades en la parroquia del barrio, ha relatado que en este entorno religioso se producían situaciones que "no eran muy cómodas" y ha centrado su declaración en un episodio que le "impactó" especialmente y que se produjo durante una convivencia en la vivienda que el grupo de sacerdotes de los Romanones tenía en Los Pinillos.

Allí, según su relato, el padre Román le dijo al caer la noche que tenía que dormir en la misma cama con él. "Me negué en rotundo", ha señalado, precisando que tras colocar un colchón en el suelo para que se acostara, el sacerdote le pidió que le hiciera un masaje que también se negó a realizar, a pesar de la "insistencia" del párroco, que según mantiene se encontraba "en calzoncillos" durante toda la conversación.

"Al día siguiente me fui y desaparecí de allí (...) me impactó mucho y decidí guardarlo en mi interior, no se lo conté a nadie, ni a mis padres", hasta que se "desahogó" años más tarde con su amigo y denunciante cuando éste le contó que habría sufrido abusos. Esta jornada del juicio se está viendo marcada por la ausencia inesperada de otro joven que debía declarar como testigo y que inicialmente también denunció haber sufrido abusos.

Antes de llegar a esto afirma que se produjeron otras situaciones, a veces "frecuentes", como que el padre Román supuestamente le acariciara el muslo cuando estaban tapados debajo del brasero, todo ello con un "exceso de cercanía" para lo que correspondía a su entender a un párroco.

Otro testigo ha narrado otra situación en la que, estando en la vivienda del padre Román por ser invitado a pasar la noche, se fue a duchar tras hacer ejercicio y "al descorrer la cortina se lo encontró allí", momento en el que el sacerdote "extendió la mano hacia sus genitales". Afirma que en aquel momento, con unos 20 años, se tapó y tras vestirse y cenar "se fue de allí en cuanto pudo y sin decir nada", tras lo que se alejó también del que hasta entonces consideraba "un líder" y una persona "apreciada" en el grupo.

"Nadie abusó de mí"

En contraposición, otros dos testigos, concretamente dos mujeres, han negado haber sufrido los supuestos abusos sexuales por parte del padre Román que el denunciante les atribuye.

Una de ellas ha sido una joven que conoce al padre Román desde los 13 años, que ha participado de manera intensa en las actividades parroquiales y que ha dormido en algunas de las propiedades que tiene este grupo de sacerdotes.

Ha garantizado que nunca ha sido objeto de abusos ni ha protagonizado una escena sexual junto al padre Román y el denunciante de los abusos. Tampoco ha visto "nunca" que los curas se besaran entre ellos en la boca ni ha oído "rumores" o "quejas" de padres cuyos hijos reciben catequesis por un comportamiento inadecuado del sacerdote.

Afirma que el denunciante siempre le dijo que quería ser cura y ha ha tachado lo que cuenta como una "barbaridad" y a lo que no ve "explicación alguna".

En el mismo sentido se ha pronunciado otra testigo que dio catequesis al denunciante y que afirma que jamás le hicieron proposición sexual de ningún tipo, al tiempo que ha calificado al sacerdote como "seco, distante y muy respetuoso".

Relata que la supuesta víctima le contó sus pretensiones de denunciar, diciéndole que "ya había convencido a dos chicos más" para que le apoyaran y trató de convencerla a ella de que había sufrido abusos, extremo que ha negado tajantemente, subrayando que el padre Ramón ha sido su párroco de siempre y de hecho, ofició su boda.

Esta sesión del juicio ha estado en parte marcada por la ausencia inesperada de otro joven que debía declarar como testigo y que inicialmente también denunció haber sufrido abusos sexuales.

Sí ha hablado ante el tribunal una profesora del Instituto Juan XXIII, la primera persona a la que el denunciante contó por primera vez los supuestos abusos sexuales que había sufrido cuando era menor de edad y a la que trasladó, según ha dicho ésta, que estaba "absolutamente decidido" a hacer público el asunto.

A ella le remitió el borrador de la carta que luego envió al Papa contando los supuestos abusos para que "la corrigiera" y aunque ella alega que nunca ha visto un comportamiento "anormal" del padre Román con los niños, creyó al denunciante ante la "firmeza" de sus palabras.

Está previsto que este viernes declare el arzobispo de Granada, Javier Martínez, entre otros testigos propuestos por las partes en la causa, en la que el padre Román se enfrenta a una petición fiscal de nueve años de cárcel.

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