Hasta que una dimisión los separe
Por problemas de salud, con la justicia o con sus propios partidos una decena de alcaldes del Área Metropolitana no ha llegado al final del mandato municipal
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"Prometo (o juro) por mi conciencia y honor, cumplir fielmente las obligaciones para el cargo de alcalde...". Esta frase, pronunciada en cada acto de constitución, toma de posesión o investidura en los distintos Ayuntamientos no obliga a mantener el bastón de mando en las manos durante cuatro años consecutivos.
Lo que dice la Ley sobre la dimisión de un alcalde
Art. 40 del RD 2568/1986, de 28 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades Locales -ROF-:
4. El Alcalde podrá renunciar a su cargo sin perder por ello su condición de concejal. La renuncia deberá hacerse efectiva por escrito ante el Pleno de la Corporación, que deberá adoptar acuerdo de conocimiento dentro de los diez días siguientes. En tal caso, la vacante se cubrirá en la forma establecida en la legislación electoral.
5. Vacante la alcaldía por renuncia de su titular, fallecimiento o sentencia firme, la sesión extraordinaria para la elección de un nuevo Alcalde se celebrará, con los requisitos establecidos en la legislación electoral, dentro de los diez días siguientes a la aceptación de la renuncia por el Pleno, al momento del fallecimiento o a la notificación de la sentencia, según los casos
Art. 198 LOREG, sobre quiénes pueden ser elegidos alcaldes tras la dimisión del regidor:
En los supuestos distintos a los previstos en los artículos 197 y 197 bis, la vacante en la Alcaldía se resuelve conforme a lo previsto en el artículo 196, considerándose a estos efectos que encabeza la lista en que figuraba el Alcalde el siguiente de la misma, a no ser que renuncie a la candidatura.
Tanto es así, que hasta una decena de alcaldes del Área Metropolitana de Granada ya han presentado sus dimisiones. Al contrario de a lo que se comprometieron el 11 de junio de 2011 (alguno un poco más tarde), sus vecinos han visto como quienes les gobierna no es la misma persona que inició el mandato municipal.
Problemas de salud, con la justicia, irregularidades urbanísticas, asuntos turbios o problemas con el propio partido. El caso es que el verbo dimitir se ha conjugado, aunque no siempre con una despedida tranquila.
En Güevéjar, Juan Ignacio Ruiz dejó el cargo a los pocos días para que María del Carmen Araque se hiciera con el bastón de mando a los pocos días de iniciar el mandato, concretamente 15. Esta situación se reprodujo de nuevo en Monachil, donde Cristóbal Delgado dejó el cargo por problemas de salud para dar paso al siguiente, Félix Rodríguez.
A finales de 2013 llegó el tercer alcalde que no podía cumplir con sus compromisos ciudadanos. Las diferencias en el PP de Otura, con el partido a nivel provincial y sus asuntos judiciales dejaron en la 'cuerda floja' a Ignacio Fernández Sanz, quien se vio obligado a dimitir alegando motivos de salud.
Su sustituto, Pedro Cabanillas, fue condenado por prevaricación en enero de 2013, motivo tras el que también tuvo que dimitir en una situación insólita a la par que esperpéntica, pues mientras desde el partido se aseguraba que el alcalde iba a renunciar, el regidor no lo hizo oficial hasta que no transcurrieron unos días.
María José Pino se convirtió en la cuarta persona que decía adiós a una Alcaldía con las siglas del PP, en este caso, alegando motivos personales en marzo de este año, en el que la cercanía de las municipales precipitó los acontecimientos.
Francisco Montiel, un veterano al frente del Ayuntamiento de Láchar, lo dejó para abrir paso a las nuevas generaciones en abril. La situación fue similar a la de Cúllar Vega, donde tras once años Juan de Dios Moreno Moreno presentó su renuncia para abrir el paso a su compañero Jorge Sánchez.
En junio, el socialista Sergio Bueno dijo adiós a la alcaldía de Santa Fe después de hacerse pública una imputación por asuntos judiciales. Posteriormente, el regidor más 'longevo' del 'Cinturón' de Granada se despidió contra lo esperado en septiembre, cuando Vicente Valero prefirió dedicarse de lleno a su actividad parlamentaria tras su largo periplo por Churriana.
El último que ha salido por la puerta de atrás ha sido Antonio Iglesias, alcalde de La Zubia, que se marchó la pasada semana después de una situación irregular con una vivienda construida en el Parque Natural de Sierra Nevada.
Pese a que son situaciones políticas, quizás el rito religioso de las bodas podría aplicarse para decir que los alcaldes son regidores en sus pueblos hasta que, al menos, una dimisión los separe.
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