La sensación de querer pasar página
La temporada empieza a hacerse larga cuando muy pocos apuestan por la permanencia del Granada CF · Quique Pina rompe su silencio, ¿en el mejor momento?
Boga se lamenta de una ocasión en el partido del pasado domingo. Foto: Álex Cámara
Cada jornada que pasa el Granada CF se va aproximando poco a poco a un futuro que ya es presente y que empieza a estar asimilado en casi la totalidad de los sectores que rodean al club.
Pocos aficionados son capaces de creer en el milagro de la permanencia. Los periodistas apenas ven opciones de salvación. Y en el seno de la entidad empiezan a hablar de futuro cuando aún no se ha consumado la tragedia.
Por ello la sensación que rodea al Granada CF en los últimos días, semanas y probablemente se mantenga salvo que los números digan lo contrario es la de querer pasar página cuanto antes.
Bien sea en cuanto a dar carpetazo a la crónica de un descenso anunciado o bien en lo que sucede justo después de cada derrota, por muy guionizada que esté como ocurrió el pasado domingo ante el FC Barcelona.
El Deportivo y calendario
Tratando recurrir a la fe y a los números, al Granada CF aún le quedan algunos cartuchos, aunque el hecho de que el propio entrenador fijara sumar 18 de 27 puntos posibles no ayuda a creer que será posible.
Lucas Alcaraz es de los pocos que a pies juntillas se cree y trata de transmitir que la salvación aún es posible, el problema es que cada vez está más solo navegando en un lago por el que a pocos metros ya le acecha el 'tsunami' del pesimismo y, sobre todo, la dura realidad.
El Deportivo de la Coruña es el enésimo intento de dar muestras de vida de un Granada CF que deberá ganar lejos de su estadio esta semana sí o sí si pretende seguir latiendo por sí mismo. Luego el calendario le dará dos oportunidades en casa. Y a partir de ahí, ya se verá.
Quique Pina
Con predemitación o sin ella, Quique Pina rompió su silencio poco después de la goleada recibida por el Granada CF en Los Cármenes para dar su visión de cómo están las cosas en la ciudad a la que devolvió la ilusión después de décadas.
El expresidente rojiblanco señaló directamente a los gestores catalanes del club y puso el acento en que no confiaba en que la salvación fuera posible, aunque animó a todos a seguir creyendo en ella.
Con cierto aire de rencor por cómo fue tratado en su salida, Pina apareció en el momento más oportunista y, al tiempo, el más inapropiado. Al menos no para alguien que ha sido santo y seña de un club que ahora cuenta los días para consumar el destrozo deportivo de lo que él mismo se encargó de construir.
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