jueves 25 abril
SEMANA SANTA 2017 | SÁBADO SANTO | CRÓNICA  |   |

Pasión según la Alhambra

Santa María brilla con luz propia en la tarde del Sábado Santo, multitudinario y con detalles para enmarcar por toda la ciudad · Amplio cortejo de la cofradía en la víspera de la Resurrección

La imagen de Torcuato Ruiz del Peral en uno de sus momentos por la Puerta de la Justicia. Foto: Álex Cámara

Suele pasar en la tarde de cada Sábado Santo que Granada solo tiene ojos para ella. Solo vive para ella. Y solo siente y padece por ella. Santa María de la Alhambra volvió a impregnar los corazones de fieles y devotos a la imagen de Torcuato Ruiz del Peral, que volvió a bajar de la colina roja para dar color a la penúltima jornada de la pasión.

El hermano mayor de la Borriquilla, Eugenio Almohalla, cumplió con la tradición de llamar tres veces al templo alhambreño antes de que, no sin dificultades, se abrieran sus puertas para ser recibido por su homólogo en la cofradía del Sábado Santo. Después del acto protocolario, el cortejo se puso en la calle.

Abriendo calle, por delante de la cruz de guía, la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús de las Tres Caídas de Granada, y detrás un amplio cortejo de nazarenos y camareras que dejó más lejos aún si cabe la espera de los granadinos y visitantes por presenciar insitu tan bella estampa sobre uno de los pasos más característicos de la pasión granadina.

Con rayos de sol de los que marcan época, José Carvajal fue poniendo a su cuadrila poco a poco en la calle con el paso para sortear el dintel de entrada de su templo. Tras conseguirlo, el discurrir fue poco a poco ganando espacio por los enclaves del recinto alhambreño.

La imagen, a su llegada al Arco de las Granadas. Foto: Álex Cámara

Así las cosas, tras pasar por la Puerta del Vino, llegó el momento más complejo de la salida: la Puerta de la Justicia. Solo son quince personas las que caben en su interior, pero el Sábado Santo ese espacio se hace inmenso para que quepan en él, además de invitados, periodistas y fotógrafos que den testigo del momento único.

La proeza se consiguió en apenas seis minutos, con paso firme y sin un movimiento en falso. Las paredes de este zigzagueo no lo permiten. Y ya cuando estaba en la calle, el reencuentro poco a poco con su Granada. Lástima que un leve error de coordinación hiciera que la petalá llegara unos segundos antes de lo que debió, aunque la magia no se rompió.

De ahí a su discurrir por cada rincón de la ciudad, con especial encanto el paso por el Arco de las Granadas; la calle San Matías o su triunfal entrada en Carrera Oficial. La Alhambra volvió a dejar gran sabor también en su regreso, donde la multitud no quise perderse uno de los momentos más bellos de la Semana Santa. La víspera de la gloria no pudo ser mejor.

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