sábado 20 abril
LÁPICES DE LUNA  |   | Juan Luis Tapia

“Por más que tu imagines una red de corrupción político-económica, siempre te quedarás corto”

El autor granadino Javier Valenzuela acaba de publicar ‘Tangerina’, su primera novela, un ‘thriller’ ambientado en la ciudad del norte de África

El autor Javier Valenzuela acaba de publicar su primera  novela. Foto: aG

El autor Javier Valenzuela acaba de publicar su primera novela. Foto: aG

Javier Valenzuela (Granada, 1954) es uno de esos periodistas de raza expulsados por las empresas doblegadas a la propaganda informativa. Treinta años en el diario ‘El País’, donde llegó a ser director adjunto, y antes corresponsal en París, Washington y Rabat. Periodista de perfil y raza ‘abandonó’ el diario nacional para fundar la revista ‘tintaLibre’, la publicación en papel de InfoLibre, y tras ponerlo en marcha retirarse a Tánger para escribir la que es su primera novela, ‘Tangerina’ (Ed. Martínez Roca). Redactor de sucesos, testigo y autor de la crónica negra de la España de los ochenta se decidió por el ‘thriller’ para esta novela, que comienza por la disputa para alcanzar la telefonía móvil en Marruecos. Enamorado de Tánger se sirve del amor de Sepúlveda y de las intrigas empresariales en la capital del norte de África. No obvia el flashback para retratar el esplendor de la ciudad internacional de Tánger, “una ciudad hembra’, con el personaje femenino de Olvido, en los años cincuenta, y el periodista Sanz de Soto, una leyenda que se codeó con los Bowles, Capote y Tenessee Williams. Testigo del resurgir incipiente de Tánger, aboga por la presencia española en el norte de Marruecos, por la amistad de un pasado común, y las referencias a Granada. Una novela que, según Lorenzo Silva, crea el ‘thriller’ de las morenas, frente a las rubias de Chandler. Así sea.

Pregunta.- ¿En qué consiste ’Tangerina?

Respuesta.- ‘Tangerina’ es mi primera novela, tras ocho libros periodísticos publicados. Es una obra de ficción, una novela negra que transcurre en Tánger en dos épocas distintas. En la primavera de 2002, después de los atentados contra las Torres Gemelas, Sepúlveda, un profesor del Instituto Cervantes de Tánger se ve involucrado por amistad en una sucia trama de guerras empresariales, espionaje y yihadismo. En paralelo, la novela cuenta una historia que transcurre en el Tánger internacional de 1956, la historia de Olvido, la madre de Sepúlveda, una mujer muy guapa y glamurosa que entabla amistad con Jane Bowles, va a una fiesta de Barbara Hutton… y, bueno, el resto no se puede contar.

P.-¿Estamos ante una novela que sigue el estilo del nuevo periodismo, de Capote, Wolfe y sus secuelas?

R.- ¡No! Es pura ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, jeje. Lorenzo Silva, que ya la ha leído, ha tenido la generosidad de compararla más bien con las obras de Raymond Chandler, el padre de Philip Marlowe. Lorenzo Silva dice que si Chandler desarrolló en ‘El largo adiós’ una teoría de las rubias, yo desarrollo en ‘Tangerina’ una teoría de las morenas. Es un gran honor que un autor de novelas policíacas tan bueno como Lorenzo Silva me asocie uno de los padres fundadores del género negro.

“’Tangerina’ es una novela negra que sólo pretende entretener, que aspira a ser leída de un tirón”

P.- ¿Hay un trasfondo sobre las relaciones de Occidente y el norte de África?

R.- Eso sí. Yo viví en Marruecos como corresponsal de El País y nunca he dejado de volver a ese país tres o cuatro veces al año como periodista o, pura y simplemente, como visitante. He escrito cientos de artículos y algunos libros sobre Marruecos, las relaciones hispano-marroquíes y, en general, el norte de África. Para escribir ‘Tangerina’ me instalé unos meses en Tánger y refresqué mis experiencias sobre esa ciudad, sobre el Estrecho de Gibraltar, sobre Marruecos y sobre la experiencia de los españoles en ese mundo tan cercano y tan lejano a la vez. En la novela hay mucha información al respecto, por supuesto. Pero que nadie se asuste: ‘Tangerina’ no es una tesis doctoral, un ensayo o un reportaje. Es una novela negra que sólo pretende entretener, que aspira a ser leída de un tirón en una playa, la piscina de un hotel, un viaje en AVE o un largo fin de semana en La Alpujarra, y luego abandonada sin remordimiento.

P.-¿Cómo surge la idea de embarcarse en la novela?

R.- Siempre quise escribir una novela negra que transcurriera en Tánger. Mis amigos saben que llevo décadas hablando de eso. Pero el periodismo es muy absorbente y lo iba dejando año tras año. Así que cuando salí de ‘El País’ fundé la revista mensual TintaLibre con la decisión ya tomada de dejarla volar con sus propias alas cuando fuera posible. Dicho y hecho, no más vi que la revista ya respiraba sola, me dije: Ahora es el momento, Javier. It is now o never. Me tomé un año sabático, el primero después de casi cuarenta años de periodismo a tiempo completo, me bajé a Tánger y realicé mi sueño.

P.-¿Qué hay de periodismo en ‘Tangerina’?

R.- Supongo que mucho. Todos los hechos y personajes históricos que aparecen en la novela han sido contrastados con las exigencias del periodismo más riguroso. Leyendo libros, consultando documentos, hablando con testigos y cosas así. Todos los datos objetivos, tipo el año en qué salió tal libro o la casa donde vivía tal persona, han sido verificados tres o cuatro veces. Y también todos los lugares actuales que se citan en la obra han sido visitados a pie por este servidor, con un bolígrafo y una libreta en la mano. Sean el bar del Hotel Minzah o las callejuelas islamistas del barrio suburbial de Beni Makada. El periodista que soy exigía que la base factual de la novela fuera real y verificable. Lo más duro, sin duda, fue inventarme las historias, los personajes, las escenas y los diálogos, o sea, el trabajo del fabulador. Los periodistas no estamos entrenados para dar rienda suelta a nuestra imaginación. Bueno, al menos los periodistas de la vieja escuela como tu y yo. A mi fabular en ‘Tangerina’ me costó dios y ayuda.

P.-¿La realidad supera la ficción o viceversa en esta obra?

R.- La realidad siempre superará la ficción. En ésta y en todas las novelas. Se lo acabo de leer a nuestro paisano Antonio Muñoz Molina y lo he podido comprobar escribiendo mi primera novela. Por más que tu imagines una conspiración de servicios secretos para cometer tropelías, siempre te quedarás corto. Por más que tu imagines una red de corrupción político-económica, siempre te quedarás corto. Los malos de la vida real, y no me refiero a los pequeños delincuentes, sino a los grandes villanos de verdad, a los gobernantes, los jefes del espionaje, los grandes banqueros y empresarios, siempre van mucho más lejos de lo que pueda escribir un John Le Carré ciego de whisky.

“Todos los hechos y personajes históricos que aparecen en la novela han sido contrastados con las exigencias del periodismo”

P.-¿Cómo es ese mundo empresarial español en Marruecos del que habla en ‘Tangerina’?

R.- La novela arranca con un pulso entre una gran empresa telefónica española y otra francesa por el control de la segunda licencia de telefonía móvil en Marruecos, un negocio de muchos millones de euros. Eso está vagamente inspirado en un pulso que existió realmente a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Puedes imaginarte las presiones políticas, los coqueteos con la corte marroquí, las corruptelas y hasta los golpes sucios. España ha ido penetrando en los últimos tiempos en el mundo económico marroquí, igualando y hasta superando a veces a Francia. A mi no me parece mal, que conste. Soy partidario de una gran presencia española en mi querido Marruecos. Una presencia no sólo económica y turística, también humana y cultural. Pero no me negarás que lo de la guerra por la telefonía móvil es un buen arranque para una novela negra. Luego la cosa se complica más, por supuesto.

P.-¿Qué papel juega en la novela el periodista Sanz de Soto?

R.- Sanz de Soto, que no era un periodista estrictamente hablando, sino un diletante cultural, que escribía algunas cosas, dirigía un cineclub y, sobre todo, era un conversador maravilloso, fue un personaje español clave en la última etapa del Tánger internacional. Entre otras cosas, era uno de los pocos españoles que tenía acceso al mundo anglosajón tangerino de los Paul y Jane Bowles, Tennessee Williams, Truman Capote, William Burroughs y compañía. En mi novela, Sanz de Soto es el confidente del personaje Olvido. Era culto, homosexual, chismoso y simpático, y Olvido se siente muy a gusto charlando con él en el Gran Café de París.

P.- De los años del esplendor final de Tánger, a finales de los cincuenta, a prácticamente la actualidad, ¿por qué esos dos periodos?

R.- Precisamente por el contraste entre eso que bien llamas esplendor y la decadencia terrible en la que la ciudad estaba a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Ese contraste es siempre muy literario. Hassan II odiaba a la rebelde y libertina Tánger y la tuvo abandonada durante todo su reinado. Pero es verdad que, con Mohamed VI, la ciudad está renaciendo. Se están haciendo trabajos importantes de renovación y puesta al día. Lo último, por ejemplo, la resurrección del hotel Villa de France, donde vivió Matisse. Tánger vuelve a estar de moda.

P.- ¿Cambió todo en Tánger para que todo siguiera igual?

R.- Tánger sigue siendo la ciudad más abierta y liberal, en el buen viejo sentido de la palabra, de Marruecos. Y, junto a Tetuán, la más española, allí donde un español se siente más a gusto. Mucha gente habla castellano, puedes comer paellas y tapas, se baila flamenco, se siguen con pasión los partidos de la liga de fútbol española... Cualquier español, a poco que no sea un estirado insoportable, se siente en Tánger como en casa. Si a Tánger lograra devolvérsele su antaño nutrida y fascinante comunidad judía sefardí, todo podría volver a ser igual.

“Los periodistas no estamos entrenados para dar rienda suelta a nuestra imaginación”

P.-¿Por qué un personaje del Instituto Cervantes?

R.- Bueno, no quise que mi investigador fuera demasiado tópico, así que descarté a un policía, un detective, un juez o un periodista. Pensé que un profesor de Lengua y Literatura era una novedad en el género, y, además, me permitía hablar de los escritores que vivieron en Tánger y de sus libros. Sería raro que un policía se pusiera a evocar en un momento dado a Ángel Vázquez, Juan Goytisolo, Tahar Ben Jelloun, Paul Bowles o William Burroughs. Pero que lo haga Sepúlveda es natural. Al fin y al cabo, Sepúlveda se gana el cuscús con los libros, ¿no?

P.- ¿Qué importancia tiene el papel femenino en la novela?

Portada de la publicación

Portada de la publicación

R.- Muchísima importancia. En la primera trama, la que protagoniza Sepúlveda, hay dos personajes femeninos clave: Alicia, la directora del Cervantes, y Leila, la novia marroquí de Sepúlveda. Y en la segunda trama, la de 1956, la protagonista estelar es Olvido. ¿Y sabes una cosa? Creo que me han salido mejor los personajes femeninos que los masculinos. Escribiendo la novela sentía cómo me convertía en Alicia, en Leila, en Olvido. Fue maravilloso. Por lo demás, déjame añadirte una cosa: Tánger es una ciudad hembra. Hay ciudades macho como Nueva York o Madrid y hay ciudades hembra como París y Tánger.

Ficha del libro
Título: ‘Tangerina’.
Autor: Javier Valenzuela.
Editorial: Ediciones Martínez Roca.
Páginas: 304.
Precio: 20 euros.

P.- ¿Hay un intento de plasmar la realidad actual de Tánger, de explicar el estado actual de la ciudad?

R.- Bueno, el estado actual no. Pero sí el Tánger de 2002, muy cochambroso. Pero, como te dije antes, las cosas han mejorado bastante en los últimos doce años. La ciudad aún sigue necesitando una mano de yeso y pintura, sobre todo la Medina y la Kasbah, pero ya está mejor que en la época en que el imaginario Sepúlveda vivía allí sus amores clandestinos con Leila.

P.-¿Cómo se muestra el cambio de Tánger de ciudad internacional a capital marroquí?

R.- Afortunadamente, Tánger nunca se ha “marroquinizado” del todo. Se sigue hablando español, inglés y francés. Siguen viviendo allí bastantes europeos y americanos. Pero, sin duda, ya no es esa especie de sueño hecho realidad que fue el Tánger internacional, una ciudad que era de todos y de nadie. Una ciudad donde casi nada estaba prohibido y donde casi todo era posible.

P.- ¿Vive Tánger de ese pasado mítico cuajado de viejas glorias o existe en la actualidad un movimiento cultural emergente?

R.- Empieza a resucitar culturalmente. Pierre Bergé ha salvado la Librairie des Colonnes y gente francesa ha abierto un par de nuevas librerías cosmopolitas. Hay boutiques de artesanía y de moda muy chulas llevadas por chicas marroquíes maravillosas. El restaurado Cinema Rif es fantástico. Hay festivales de literatura, jazz y cine. La pena es que la España oficial no esté demasiado presente en ese resurgir. Que España no sepa qué hacer con el Teatro Cervantes es patético. El Teatro Cervantes es propiedad de los contribuyentes españoles, o sea tuya, querido lector, y está abandonado por nuestras autoridades. Ahora están pensando en regalárselo a Marruecos.

P.- Boris Izaguirre, María Dueñas y ahora tú, ¿casualidad o bien existe gran interés en plasmar en la novela ese periodo histórico de un Tánger dominado por España pero cosmopolita?

R.- María Dueñas ha hecho un trabajo encomiable por devolver a los españoles la memoria de ese tiempo en que decenas de miles de ellos vivían en Tánger, Tetuán, Larache y, en general, el norte de Marruecos. Su ‘El tiempo entre costuras’ es una novela muy bien hecha, sí señor, y ha generado un nuevo turismo masivo español al otro lado del Estrecho. Me descubro ante María Dueñas. No he leído aún el libro de mi querido Boris Izaguirre, pero seguro que también está muy bien. Pero si me permites, te voy a hacer una observación. Quizá la principal gran diferencia entre ‘Tangerina’ y ‘El tiempo entre costuras’ es que en mi novela los personajes marroquíes tienen papeles muy importantes, no sólo el papel de chacha. El escritor Chukri, que existió realmente y que me honró con su amistad, es el colega de Sepúlveda en sus pesquisas por Tánger. Leila, la novia de Sepúlveda, es una joven marroquí que lucha por su libertad por tierra, mar y aire. El comisario Yedidi, un policía honesto, también ayuda a Sepúlveda. Tánger y sus habitantes marroquíes no son sólo decorado en esta novela, son actores principales.

“Soy partidario de una gran presencia española en mi querido Marruecos”

P.- ¿Hay Andalucía en tu novela?

R.- ¡Y tanto! No sólo porque Tánger es una ciudad andalusí, una ciudad poblada secularmente por moriscos y judíos españoles expulsados de su tierra por el totalitarismo nacional-católico. También hay Andalucía en mi novela porque Leila, la novia de Sepúlveda, estudió Farmacia en Granada y guarda un recuerdo fantástico de los años que pasó allí. En Granada empezó a luchar por su libertad al son de la música de El Lebrijano y la Orquesta Andalusí, le dice Leila a Sepúlveda en un momento dado, en pleno Zoco Grande. Y Olvido, la bellísima Olvido, es malagueña. Es imposible escribir en y sobre Tánger sin hablar de Andalucía.

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