Granada
Granada está exhausta, aprisionada, con la respiración contenida a modo de pulmón artificial. Está cansada. Harta de la mediocridad política de las personas que dicen gobernarla. A los hechos nos tendremos que remitir.
Granada está colapsada, sin salida para un tercio de la ciudadanía, en el otro porcentaje hay varios niveles de estado, por supuesto que no hablo del nivel superior, por tod@s conocido, es al que se refería el profesor López Calera en su ensayo “El ser granadino”, nivel que se atrinchera en el concepto de ciudad por él, interesadamente, construido: “Granada es única, buena, inmutable” que desemboca en un diagnóstico particular: “Es que somos así”. Y eso lo dice y lo desarrolla la élite dominante del nivel superior que tiene una visión de las cosas que se construye desde una prepotencia cultural y económica consolidada desde el triunfo del golpe de Estado franquista hasta nuestros días (aunque viene de antiguo) y que ha impuesto una forma de pensar y de hacer que podríamos resumir en la sentencia pregunta: ¿Para qué queremos más?, lo que se traduce en la práctica en un suerte de conservadurismo que sostiene que lo que venga tampoco va a ser nada especial, si total, vamos a seguir igual. Esta es la leyenda negra que se ha cimentado por el transcurso del tiempo por quien podríamos llamar “la oligarquía granadina”, en la que están integradas no muchas personas, pongamos que unos 70 más o menos, pero mandan y ocupan los poderes institucionales locales, especialmente el Ayuntamiento y la Diputación Provincial, hay juristas, religiosos, terratenientes, ricos rentistas, empresarios, supuestos politic@s de izquierda, tod@s estos son l@s que defienden las esencias granadinas (que son las suyas) que concluyen en: ¿qué vamos a hacer si es que somos así?.
A esa forma de pensar y hacer las cosas en Granada se han adherido determinadas y presumidas formas abiertas de pensamiento político que se proclaman como progresistas, pero que han difuminado toda posibilidad de cambio de ciudad y han colaborado activamente en construir una teoría conspirativa y fabulativa que interpreta los acontecimientos de forma contraria a lo que son: lo hemos visto cuando la sociedad granadina se ha movilizado por la Sanidad Pública, las secciones penales del TSJA, el tren, la mujer y las pensiones. Así hemos notado como ha aparecido eso del “nosotros y ellos”, todo con la finalidad de desprestigiar el movimiento social a través de las personas que coyunturalmente ponen la voz, todo en el intento de que las cosas siguen igual, para que la memoria no funcione en la dirección correcta y sin que les duelan prendas a quienes ha postrado a la ciudad en el lugar donde está, quebrada. El vivo ejemplo ha sido el anuncio del “nuevo candidato popular” para Granada y lo peor es que si la ciudad movilizada no da el paso para encontrar el punto en el que confluyen las distintas sensibilidades sociales y políticas transformadoras latentes en nuestra ciudad, aquél anuncio se puede hacer realidad, por lo que, el desastre será definitivo e irreversible.
Es momento, por tanto, de desarrollar lo que denomino, siguiendo a Fernández Sabater “política del encuentro” en la que las fuerzas vivas de la ciudad, hasta ahora silentes, pasen de las palabras a los hechos, deben medirse con aquellas otras formas tradicionales, de siempre y que han llevado a Granada a la desesperación, hay que dejar de hablar de los demás, hay que escuchar el clamor de la ciudad y ayudar a canalizarlo, es tiempo de diálogo, de salir y de ir al encuentro, por tanto, hay que abandonar los estereotipos, ir más allá de la vieja polémica izquierda – derecha, convertir la indignación en política de cambio hecha por personas normales construyendo un modelo de ciudad en la que las personas sean el centro del debate y del hacer que es donde reside el verdadero cambio, hará falta tiempo eso parece evidente, por eso mismo no es tiempo para disloques, sino de haceres por Granada.
Salvador Soler García
Colaborador Ahora Sí
Popular ahora
