Luna creciente (¡Toma ya...!) (2-9-2014)
¡Toma ya…!
Ayer, día 1 del mes de Septiembre, aterricé en Granada. Llegué en el mismo autobús de línea que todas las jornadas del año, previo pago del correspondiente billete de ida y de vuelta, me trae desde el Valle de Lecrín al trabajo. Fue una mañana como todas las que voy a pasar en esta ciudad con vivientes diablillos buenos con cuernos y rabo y con esos angelotes malos de alas blancas y sin pitillo para hacer pecados y orinar, aunque he de reconocer que me llevé una gran sorpresa al observar la ciudad que me vio nacer. Y porque contemplé que los LAC estaban funcionando eficientemente como dan la hora esos relojes tan fantásticos y muy caros que llevan casi todos los políticos que gobiernan y administran, también de la oposición, en sus muñecas de mujeres y hombres públicos al servicio del pueblo soberano. También contemplé que el Metro Ligero caminaba por sus vías despacio, pero siguiendo sus rutas. Y alguien me dijo que el AVE llegaba a la Estación de Andaluces con la misma puntualidad que los relojes tan fantásticos y caros de los políticos antes aludidos. Y me asusté. Y ya que igualmente me dijeron que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Granada, se habían hecho más amantes que borricos. Y que los políticos, ellas y ellos, de ambas administraciones mantenían un maravilloso idilio sin derecho a roce para gobernar y administrar felizmente a la ciudadanía de esta ciudad de almendras garrapiñadas tan dulces como los melones de Tomelloso, esos como el caramelo y con piel rayada como los sapos de secano. ¡Toma ya…! ¿Granada está como una balsa de aceite y con todos los deberes realizados por los políticos que gobiernan y administran y por los que son noble y leal oposición? Y me pregunté a mí mismo: ¿Me habré equivocado y he llegado a otra ciudad después de mis vacaciones?
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