viernes 29 marzo
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Relatos cortos sin recortar (Ciudadanos públicos singulares IV) (23-1-2015)

Ciudadanos públicos singulares (IV)

 

Emilio Sotillo Caramelo, un tipo simpático y hablador polivalente, es perito en problemas sentimentales agudos del Colegio de Tasadores en Divorcios. Y también es un comensal caníbal de faisanes salvajes, jabalíes montaraces, avefrías nórdicas y perdices de los privados cotos políticos. Un tipo bastante simpático que sabe freír huevos y leer la prensa escrita al mismo tiempo, y sin que los huevos se le achicharren y la prensa se le inunde de sucios lamparones de aceite oliendo a gallinas ponedoras. Emilio Sotillo Caramelo, igualmente es amigo de desayunar, apasionadamente, con tortillas de pechuga de lechón que están rellenas de albóndigas con bacalao islandés. Un hombre mundano que está casado con una dama aristócrata que es semejante a una mula torda sevillana que cocea con las dos patas delanteras y que relincha en idioma alemán. Un hombre feliz que copula con una blanca equina aristocrática por las noches sin luna llena y a la que nunca le ha mirado, ni por curiosidad, los dientes para conocer su edad. Un tipo que apabulla por su dialéctica y por su risa muda. Un hombre orquesta que toca la felicidad para aquellas mujeres lánguidas que le entran por sus ojos de ratón ilustrado y de biblioteca. Emilio Sotillo Caramelo es, sin duda, un caballero español espirituoso. Un ser humano exquisito que semeja una tarta de chocolate con cremas pasteleras de un sabor tan azucarado que empalaga. Aunque en su defensa hay que constatar, que nunca una dama lo ha dejado por ordinario y soez. Es esa proeza de hombre que enamora feliz.

 

Emilio Sotillo Caramelo, es dulce como su apellido. Y posee cuatro orejas, dos en su cabeza y otras dos debajo de las axilas. Y con las que se escucha sí mismo cuando habla mentalmente. Aunque esta rareza, no le hace ser menos atractivo a las jacas españolas que son plebeyas o que son aristócratas con blasones que están respaldados por grandes fincas rústicas y por enormes mansiones urbanas. Emilio Sotillo Caramelo, conocedor exacto de casi todos los entresijos de los divorcios cruentos y de mutuo acuerdo, posee una información privilegiada que le hace tener acceso a algunas divorciadas en estado de necesidad imperiosa a la hora y punto de estar desesperadas por copular con hombres apasionados que también poseen una cultura extensa y una educación esmerada con los  detalles elegantes y gentiles que tantos gustan a las damas. Nunca jamás da una pésima contestación. Jamás nunca le salen exabruptos por su boca pagana. Y no perora con esas rudas lenguas que, del mal hablar y del vulgarizar y de los improperios y de las pésimas brusquedades lingüísticas, hacen bandera los carreteros, algunos señorones borrachuzos, los políticos iracundos y los hinchas futbolísticos. Emilio Sotillo Caramelo, es chuchería de nata y fresa en su hablar y gesticular. Y sus modales dandis son pura admiración de las damas fáciles de perder totalmente la ropa interior en un santiamén y de meterse en un tálamo despacio, aunque con las ganas de copular que poseen las panteras blancas y negras. Emilio Sotillo Caramelo, es un narrador arrojado que cuenta historias de amor.

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