jueves 28 marzo
SEMANA SANTA 2017 | UNA HISTORIA EN BLANCO Y NEGRO  |   |

Ocho historias en blanco y negro de la semana de pasión granadina

Repase en escala de grises los mejores momentos que dejó la Semana Santa de Granada

EL ABRAZO DEL PRIMER DÍA. Entre hermanos, los de sangre y los de medalla, cada Domingo de Ramos se produce un abrazo que no es igual a cualquier otro. Los costaleros, los capataces, nazarenos, mantillas, aguaores, equipo de priostía… La Hermandad. Es con todas las letras, mayúsculas además, el momento de conciliarse con el otro. Aunque se le haya visto hace escasos cinco minutos, aunque se vaya a volver a ver al día siguiente. El abrazo es el de un hermano al que se quiere, con el que se sonríe y con el que se llora. Es el abrazo de un Domingo de Ramos, que no es poco para quien lo recibe. Foto: Álex Cámara


UN SOPLO DE ÁNIMO DESDE EL RESPIRADERO. Quedarán por delante muchos metros por recorrer, sensaciones por vivir y momentos por compartir. Así es el mundo cofrade en el ámbito costalero. Ellas y ellos se arropan, se defienden, se animan. Son compañeros de un viaje que les conducirá hacia la gloria que llevan esperando desde el primer día. Pero mientras unas ya están debajo, las que aguardan impacientemente animan. Alivian sus nervios animando a las demás. Es el aliento que llega desde fuera de los respiraderos. El que luego recibirán. Emoción a flor de piel, dentro y fuera. Foto: Guillermo L. González


CONCENTRACIÓN POR ENCIMA DE TODO. Repeinados como si fueran a hacer la Primera Comunión. Dispuestos a cumplir con un cometido esencial en cada uno de los cortejos de la pasión. Los ‘ángeles’ que ocupan el centro entre nazareno y nazareno muestran con su dedicación y entrega una labor en la que la gota de cera quemada no hace daño ni duele, les enorgullece; en la que quitar el trozo de cera de un cirio les hace mantener la concentración. La tienen también los costaleros. Y los hermanos de fila. Y los ciriales. Y, por supuestos, ellos, sin los que la maquinaria y asistencia a los penitentes sería otra. O simplemente, no sería. Foto: Alejandro Romero


QUE LA LLAMA NO SE APAGUE. Un testimonio de fe y creencia. Eso ha de ser para los cofrades la Semana Santa y los ocho días de la pasión en los que la llama debe permanecer encendida de principio a fin, no únicamente cuando sale esta o aquella hermandad. El encendido de una vela, tan simple como laborioso, solo es el fiel reflejo de la apuesta decidida sigue encendida, que por más viento que sople y más agua que caiga, la vela no se apaga. Mantenerla encendida es cosa de todos los cofrades, en primer lugar, pues depende de ellos que la llama no se apague. Foto: Alejandro Romero


LA RESPONSABILIDAD DE PONERSE EN LA CALLE. Aunque la escala de grises no permite verlo, la vara de mando que lleva es la dorada, la del hermano mayor. Está a pocos minutos de que la hermandad se ponga en la calle y entonces llega el momento del recogimiento, del rezo y sobre todo el deseo de que todo salga bien y nada se tuerza con un cortejo de muchas o pocas personas. Es el hermano mayor de la Aurora, pero podría ser el de cualquier otra cofradía. Su responsabilidad y la de los integrantes de la Junta de Gobierno les tiene preocupados hasta que el último componente del cortejo regresa. Foto: Guillermo L. González


UN FLECHAZO DESDE LO MÁS PROFUNDO. Decía Antonio Machado que las saetas eran poco menos que un flechazo lanzado contra “el empedernido corazón de los fieles”. Son un acompañamiento clave en cada salida, cada paso o cada regreso de las hermandades. Una ofrenda hecha desde el corazón a los titulares que son el sentido de todo lo que se celebra durante ocho días. Balcones, desde el suelo, en enclaves históricos. Cualquier sitio es bueno para protagonizar una de ellas. Foto: Guillermo L. González


EL ÚLTIMO RETOQUE. Apenas faltan unos minutos para ponerse en la calle. Ha pasado un año de espera, de nervios, de ganas de volver a estar con la hermandad en la calle. Antes de salir de casa se revisa si está todo y si no falta absolutamente nada. Y cuando la ropa de hermano de fila ya está lista, traslado al templo desde el que se inicia la estación de penitencia de tu hermandad. Una vez allí todo son carreras, nervios, idas aquí y allá, instrucciones… Y preparativos. En esas siempre es necesaria una mano compañera que ayude a dejarlo todo listo y que nada falle. Un último retoque, la calle está esperando. Y la sonrisa no hay quien la borre, ni por fuera ni por dentro del capillo. Foto: Álex Cámara


¡AHÍ QUEÓ! La imagen puede ser la de un cofrade hastiado o cansado después de ocho días de tute de hermandades. También puede ser simplemente la de quien está esperando la salida de su hermandad y prefiere hacerlo sentado antes que de pie, por aquello que le queda un buen trozo por recorrer. Sea esta foto del antes, se puede aludir a ella como el después. El estar ya sentado esperando a la Semana Santa de Granada 2018. La cuenta atrás ya ha comenzado y para este y otros muchos cofrades su deseos están solo detenidos en el mismo lugar al que volverán el año que viene. ¡Ahí queó! Foto: Álex Cámara

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