Abrazos robados por la Covid a miles de kilómetros
La Covid ha impedido a muchas familias el reencuentro en fechas señaladas ante la imposibilidad de poder viajar a España por las restricciones, lo que ha aumentado la comunicación a través de la tecnología
La pandemia ha logrado robar en Granada muchas situaciones cotidianas en el día a día, pero quizás una de las situaciones más difíciles que ha tocado vivir a las familias ha sido el reencuentro con aquellos seres queridos que por las restricciones y la situación generada no han podido reencontrarse en fechas señaladas o al menos no como solían hacerlo.
Abrazos y besos robados que han tenido que ser pospuestos a que la situación lo permita, como les ha sucedido por ejemplo a Mari Carmen y José Luis con su hijo Armando que está en Polonia o a Oti e Ildefonso con su hijo Carlos y Gala, además de sus nietos; que viven en Nueva York.
Por motivos laborales, Armando reside en Poznań desde hace dos años, donde es preparador físico, si bien siempre acostumbraba a visitar a sus padres en Granada al menos dos veces al año, una seguro en Navidad, fecha en la que nunca había estado ausente de casa, aunque la de este año pasado no se le olvidará nunca.
Este granadino iba a visitar la ciudad en la pasada época estival, sin embargo al comenzar la pandemia tuvo que descartar el reencuentro con sus padres y posponerlo a Navidad por el miedo a contagiarse y contagiar a sus padres o a su abuela, que reside en Castilléjar: "Preferí esperar a que todo se estabilizase".
Sin embargo, un cruce de circunstancias le impidieron que su deseo de poder estar en Navidad tampoco pudiera darse. Armando se hizo la PCR a través de un sistema que en el país polaco no era del todo garantista, hasta el punto de que el mismo día de la prueba recibió los resultados dio positivo, pese a que su novia, con la que reside; y los padres y hermanos de ella, dieron todos negativo.
"Viviendo juntos me pareció raro, que nadie de la familia de ella ni ella dieran positivo, por lo que fui a hacerme otra vez el test y dí negativo", relata, pero ya era tarde. Las normas de Polonia incluyen en el registro de casos a aquellos que han dado positivo y tienen que hacer cuarentena obligatoria salvo que lo corroboren con una prueba más, pero el tiempo apremiaba y ya no era posible el cambio.
Y entonces llegó la resignación, una situación de "intranquilidad" y tener que quedarse sin pasar sus primeras navidades en España desde que nació. La pandemia ha aumentado quizás la comunicación con sus padres pero Armando tiene una 'espina' que pretende quitarse en los próximos días, cuando tiene previsto el reencuentro.
Su primera sobrina, Vega, nació en junio del año pasado y por ahora solo la conoce en fotos y vídeo llamadas. Este es otro reencuentro que ha pospuesto el coronavirus, que no impedirá sin embargo que pueda dar un abrazo a sus padres, porque "mínimo se lo merecen los dos".
"Lo de Navidad fue un chasco gordo"
En Granada le esperan contando los días sus padres, Mari Carmen y José Luis, quienes tienen la esperanza y cruzan los dedos para que ninguna PCR impida reencontrarse con su hijo después de 14 meses sin hacerlo: "No me martillea la cabeza, pero tengo muchas ganas de verlo, sé la situación en la que estamos", comenta ella.
Y es que si la situación de la Covid ya ha sido complicada de por si para estos padres, lo ha sido mucho más haber pasado la primera Navidad sin su hijo Armando, para el que lo tenían preparado todo para el reencuentro. "Tenía un brownie hecho que cuando pasó lo de su falso positivo me dieron ganas de tirarlo por la ventana", relata Mari Carmen, que asegura que ya tiene preparado de nuevo el 'menú' especial para cuando se produzca el reencuentro con su hijo, en el que no faltarán el arroz 'amarillo', las croquetas caseras o hasta un roscón de reyes encargado en pleno marzo.
"Cuando hablamos con él telefónicamente intento mostrar fortaleza, pero a veces me vengo abajo", explica Mari Carmen, quien solo espera que esta vez no haya impedimento que puedan permitir volver a ver a su hijo.
Su marido, José Luis, asegura que dará varios besos y abrazos a su hijo aunque tenga que bañarse en gel desinfectante, porque lleva más de un año viendo la "casa vacía", sobre todo en Navidad donde "siempre había estado aquí". Aunque por buscarle un lado bueno a "un año de asco" han sido abuelos, con Vega, que es "lo mejor" que les ha pasado desde que comenzó la pandemia.
Algo más lejos en la distancia se encuentran Carlos y Gala, otros dos granadinos que por trabajo tienen que comunicarse con sus seres queridos a través de la pantalla de un móvil, aunque las llamadas no han aumentado dada la diferencia horaria entre Estados Unidos y España y las propias limitaciones que da el día a día y la rutina.
Esta pareja, que han sido padres en este año de pandemia, intentaban viajar hasta Granada aprovechando la boda de algún amigo, desde que en 2017 se marcharon a Nueva York, pero en este caso el embarazo de Gala, unido a la pandemia, ha impedido el reencuentro con sus seres queridos.
"El plan es que mis padres vinieran justo antes de que naciera Jesús, pero ha pasado lo que ha pasado", relata Carlos mientras Gala lamenta que los abuelos se hayan perdido el año de bebé de su hijo, pues les da "pena" pero siendo conscientes de que ellos no pueden solucionar el coronavirus.
Carlos, que es investigador de profesión, asegura desconocer qué ocurrirá antes, si que sus padres viajen a Nueva York o ellos lo hagan a España, algo que consideran que ocurrirá en cualquier caso cuando se hayan "aflojado las cosas" o se hayan suministrado las vacunas y las restricciones puedan cambiar. En cualquier caso, añade Gala, enfermera; "preferimos no hacer cálculos".
"Nos da pena sobre todo que puedan disfrutar de los niños, nosotros somos muy independientes", explica la madre de Jesús y Belén, quien asegura que sobre la norma de los besos y los abrazos será difícil que nadie les impida poder darlos cuando se produzca el reencuentro.
"No hemos tentado a mi segundo nieto"
Al otro lado del Atlántico, en España, Oti e Ildefonso aguardan pacientemente a que llegue el momento en que puedan reencontrarse con su hijo y su esposa, además de sus dos nietos, de los que solo conocen en persona a uno de ellos, puesto que al otro "no lo hemos podido palpar".
Ambos tenían el billete preparado para poder viajar en mayo del año pasado, pero el inicio de la pandemia en marzo truncó el desplazamiento y por tanto los planes de permanecer tres meses junto a sus hijos. Lo volvieron a intentar en septiembre, pero las restricciones lo impidieron.
"Yo sí le daré besos y abrazos, a mis niños, a mis nietos, lo que haga falta, sobre todo a los niños, como me gustan tanto", explica Oti mientras garantiza que las llamadas han conseguido mantener el nexo de unión en la distancia, pero en ningún caso sustituirlo por el tacto personal.
No sabe qué sucederá antes, pero Oti prefiere no hacer "muchos números", pues además cree que para ello es necesario "más dinamismo" en el suministro de la vacuna, algo que por ahora no sucede.