viernes 26 abril
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Conciertos y jornadas de puertas abiertas en la Casa Museo Manuel de Falla

Este sábado 14 de noviembre se cumplen 69 años de su muerte y por eso se podrá visitar este lugar de 9.00 a 14.00 horas

El mes de noviembre para los melómanos es un mes especial para recordar al genial compositor gaditano Manuel de Falla. Granadino de adopción, la Casa Museo de la calle Antequeruela conserva todo el encanto de la época. En ella pervive el ambiente que sirvió de inspiración a grandes obras suyas: El Retablo de Maese Pedro, Psyché, Concerto para clave y cinco instrumentos, Soneto a Córdoba, Homenajes a Arbós y Dukas y… Atlántida.Este 14 de noviembre se cumplen 69 años de su muerte y por eso la Casa Museo Manuel de Falla va a permanecer abierta en jornada de puertas abiertas de 9 a 14 horas.

Manuel se enamoró de Granada gracias a María Martínez Sierra en 1915 con la que mantuvo una intensa amistad. Calificada por María como «la mejor aventura de nuestra amistad» en su libro de memorias 'Gregorio y yo', la escritora ofreció en sus páginas un retrato vívido de lo acaecido durante los últimos días de marzo y primeros de abril de 1915: "Una mañana de abril […] dije: «Hoy vamos a visitar la Alhambra». Y allá fuimos […]. Al llegar a las puertas de lo que fue palacio y fortaleza, dije a mi compañero de peregrinación: «Déme usted la mano, cierre los ojos y no vuelva a abrirlos hasta que yo le avise». Consintió en mi capricho, divertido como chiquillo que juega a ser ciego […]. Condújele a la ventana central [de la Sala de Embajadores en la Torre de Comares] […]«¡Mire usted!», dije soltando la mano de mi compañero. Y él abrió los ojos. No se me olvida el ¡aaah! que salió de su boca. Fue casi un grito".

Años después, en 1920, es cuando Manuel de Falla decide fijar su residencia en Granada.  El músico Ángel Barrios, hijo de Antonio Barrios «el Polinario», será el principal introductor de Falla en la ciudad. Los Barrios vivían en plena Alhambra, en su Calle Real, la misma que acogió al gaditano en sus primeras incursiones granadinas en busca de casa definitiva.

Una obra para guitarra en recuerdo de Debussy, fallecido en 1918, es la primera composición que Falla fecha en Granada. Se trata de Homenaje pour le Tombeau de Claude Debussy (Granada, agosto de 1920).Curiosamente, el traslado del músico a la ciudad de la Alhambra inicia un alejamiento de la temática popular andaluza en su obra.

A finales de 1921, Manuel de Falla encuentra la que va a ser su casa definitiva en Granada, un pequeño carmen en la Antequeruela Alta, donde se instala con su hermana María del Carmen. El lugar será de visita obligada y asidua para los amigos granadinos y los foráneos que llegan atraídos por la figura del compositor, también ellos músicos, escritores o artistas. En Silla del Moro y nuevas escenas andaluzasEmilio García Gómez recordaba las veladas en la Antequeruela: "Todo está áspero de puro limpio […]. En torno a la mesa camilla se agrupan unas sillas de anea, donde unos cuantos amigos locales departen con Falla. Un gato de María del Carmen runrunea en un rincón[…] Se habla de casi todo más que de música. El maestro pregunta, escucha, y cuando interviene sorprende cada vez su exquisita cortesía. Nadie adivinaría aquí el tormento íntimo de Falla".

Finalizada la guerra civil española y a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, el 28 de septiembre de 1939 Manuel de Falla y su hermana María del Carmen abandonan su casa de Granada y comienzan un viaje que ha de llevarles a Argentina. El motivo inicial es el compromiso adquirido por Falla de dirigir en el Teatro Colón de Buenos Aires una serie de cuatro conciertos. A la despedida en el carmen de la Antequeruela acuden los íntimos y la familia Hermenegildo Lanz escribe —«a las 7 de la tarde del mismo día de la partida»— un emotivo relato del adiós al maestro.

El 14 de noviembre de 1946, nueve días antes de cumplir setenta años, fallece Manuel de Falla en su casa de Alta Gracia a causa de una parada cardíaca mientras duerme. El 22 de diciembre sus restos son embarcados rumbo a España y, acompañados de su hermana María del Carmen, arriban al puerto de Cádiz el 9 de enero de 1947. Su cuerpo será depositado definitivamente en la cripta de la catedral de su ciudad natal.

En su libro de memorias La arboleda perdida, Rafael Alberti relata la visita que hizo, ya octogenario, a la catedral y su descenso a la cripta para ver la tumba de Manuel de Falla. En tono evocador y nostálgico, lleno de delicadeza, escribe Alberti: «Y ahora se halla aquí, en esta profundidad de Cádiz, rodeado de peces agitados que le inquietarán el sueño».

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