viernes 29 marzo
CASO ROMANONES  |   |

El denunciante del caso Romanones describe el "pánico" a dormir con Román, quien le "manipuló y anuló"

El chico denunciante del caso Romanones relata en su declaración lo que supuestamente ocurrió con los sacerdotes, a los que califica como "un secta cerrada, hermética y virulenta"

El joven, durante su declaración en el juicio de este miércoles. Foto: Álex Cámara

La tercera jornada del juicio del caso Romanones ha tenido como único protagonista al chico que denunció los presuntos abusos sexuales de sacerdotes. Daniel, que ha mantenido que fue "violado" y "acosado" sexualmente, ha comparecido durante cinco horas ante el tribunal y ha relatado con todo tipo de detalles lo que supuestamente sucedió cuando era menor de edad y en cuyo interrogatorio, en el que ha comparecido en calidad de testigo, Fiscalía y defensa han tratado de reconstruir los hechos ligando sus afirmaciones durante la instrucción a las de ahora.

Ha sido una comparecencia dura, especialmente para el joven, que actualmente tiene 27 años, y que se ha derrumbado en hasta dos ocasiones durante las preguntas exhaustivas que le hacía el Ministerio Público, lo que en una de ellas ha provocado incluso la interrupción del juicio, momento en el que se Daniel ha insultado al padre Román y a los sacerdotes que este martes declararon como testigos negando los abusos, presentes en la sala.

Transcurrieron hasta siete años desde que el joven ha asegurado que concluyó la relación física con los curas hasta que denunció los hechos, algo que hizo inicialmente por voluntad propia con una carta que remitió al Vaticano en agosto de 2014, desde su localidad de Las Gabias, en la que relataba lo ocurrido: “Lo hice porque en todas las noticias se veía un Papa cercano y porque no quería que otras personas pasaran por lo mismo que yo”. No obstante, al Santo Padre solo le contó lo “esencial” por miedo a que la carta fuera interceptada y que todo el mundo pudiera saber que “había sido violado y acosado”.

En torno al 24 de agosto, ha manifestado, recibió una llamada telefónica desde la Santa Sede en a que el propio Papa Francisco le pidió perdón en nombre de la Iglesia y que pusiera los hechos en conocimiento del Arzobispado de Granada, algo que hizo un día más tarde pese a que con el prelado granadino no pudo contactar hasta tres días después. En aquella conversación, ha indicado, “él estaba dolido” y se puso a disposición del chico al tiempo que le anunció la apertura de un expediente para investigar lo ocurrido.

En octubre se le fue remitido un cuestionario que profundizaba en este asunto y que debía contestar ante sacerdotes de Pamplona, lugar en el que se encontraba por trabajo. Sin embargo, al ver que “no hay una reacción efectiva” ni que el arzobispo de Granada estuviera “preocupado” por el caso, decidió interponer una denuncia penal, asesorado por un abogado de la familia, y pidió a Francisco Javier Martínez que no hablase con los sacerdotes implicados pues podría “perderse información”. Daniel acudió a la Fiscalía Superior de Andalucía y ante el Fiscal Jefe, Jesús García Calderón, relató lo ocurrido para interponer la demanda.

Hechos relatados con crudeza

El momento más duro durante el juicio ha sido en el que Daniel ha relatado los supuestos abusos a los que fue sometido durante años por parte del padre Román y de otros sacerdotes de dicho grupo, algo que ha hecho con todo tipo de detalles. Así, ha fechado las situaciones en dos periodos. Por un lado en 2004 asistía a misa de diario y comenzó a pasar "más tiempo" con los curas, hasta el punto de que "alguna vez" se quedó en la Parroquia a comer o dormir. "Las primeras veces no había pasado nada de abusos sexuales", ha afirmado.

Ante esta situación, ha continuado, su familia "siempre ha estado en contra" hasta el punto de que una conocida de su abuela le advirtió de que su nieto no se relacionase con los sacerdotes porque "había jóvenes que se habían alejado de su familia". No obstante la situación prosiguió pese a que en ocasiones "lo tenía prohibido". En el interior del templo de San Juan María Vianney del barrio granadino del Zaidín, ha asegurado, se produjeron al menos "dos situaciones" de abusos.

Fue a finales del último curso de Bachillerato cuando Daniel se fue a vivir directamente con el grupo a la casa de Los Pinillos, en donde se quedaba "mucho más" y en cuyo punto recibió abusos que consistieron presuntamente en masturbaciones mutuas, intentos de felaciones y penetraciones con el padre Román, con quien tenía "pánico a dormir porque sabía lo que había", y otros tres curas. Estas situaciones se habrían dado en el dormitorio del principal acusado o en la ducha del inmueble y ocurrieron porque entonces, ha argumentado, no tenía "ni voluntad ni capacidad de decisión". Del mismo modo, en Salobreña, también se habrían repetido estas escenas entre otra chica y Román, que habría invitado a Daniel a participar en estos supuestos abusos.

"Ascendencia moral"

"Hasta estas cosas se pueden hacer entre hermanos y padres", ha asegurado el denunciante que le decían mientras se encontraba en Los Pinillos, en donde tras los almuerzos y meriendas ha manifestado que era vejado mientras se le "ridiculizaba delante de toda la comunidad", cuando se comentaba su negativa a según qué situaciones sexuales la noche anterior.

Los ocurrido supuestamente pasó porque él no podía "ser consciente de una distorsión", en alusión a que el propio padre Román le "manipuló todo lo que quiso y más" y le "anuló por completo": "Tenía ascendencia moral sobre mi desde los siete años, y mi único referente en todo era él y si me marchaba del grupo me quitaba todo", ha relatado, al tiempo que ha asegurado que se encontraba "como si perteneciera a una secta cerrada, hermética y virulenta, asumiendo todo".

De la misma manera, preguntado sobre si no le sorprendían las contradicciones existentes entre lo que promulga la Iglesia y lo que le ocurría en la intimidad con algunos sacerdotes, Daniel ha afirmado que "de cara a la galería se vive de una forma, de puertas para adentro se vive de otra. La manera de vivirlo es una disonancia".

Por otra parte, el chico ha explicado que Román se "entrometió" en una relación que él tuvo con su primera novia, con la que estuvo dos años, y ante lo que le manifestó que estaba viviendo una vida que "no era" la suya y porque "la idea de ese hombre era que yo tenía que ser sacerdote". Después de una denuncia de ella, el chico fue condenado como autor de un delito de violencia de género.

"No quiero que me vean como al que penetraron"

En su relato de los hechos Daniel también ha rechazado que persiga un interés económico, religioso -actualmente pertenece al Opus Dei- o de fama con la denuncia de este caso, por el que ha manifestado que han llegado a ofrecerle "de 25.000 euros para arriba" para conceder algún tipo de entrevista. "No quiero que me vean como al que penetraron", ha asegurado el chico.

Del mismo modo ha apostillado que actualmente está "feliz", dando sus clases, con novia y "no necesita nada más", por lo que esta denuncia no se trata de un caso de "venganza" contra nadie, sino la intención de no callarse al darse cuenta de "cómo" le han "violado". De hecho, ha matizado que él no pide 50.000 euros de indemnización, sino que lo hace la Fiscalía.

En reiteradas ocasiones la Fiscalía, la defensa del Arzobispado, la defensa del acusado e incluso una de las tres jueces que compone el tribunal han tratado de matizar las palabras del joven, con varias contradicciones entre lo que dijo ante la Policía y lo que este miércoles ha asegurado en el juicio. Esto, ha dicho el propio chico, obedece al hecho de que con el transcurrir del tiempo y después de seis declaraciones de este tipo se han podido producir "fallos de memoria", aunque en "lo esencial" no se ha "contradicho en nada".

Uno de esos momentos ha sido en el que Daniel había negado acudir a un velatorio en 2014 en el que supuestamente se habría encontrado con el padre Román, que aseguró que incluso ambos se dieron un abrazo. Después de ser preguntado por la defensa a este respecto y negarlo, el propio joven ha matizado sus palabras añadiendo que "me refería a que no lo vi, no que no estuviera", ante el gesto de 'irritación' del representante del Ministerio Público.

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