jueves 28 marzo
Universidad de Granada  |   | Redacción aG

Del amor y otras taquicardias

Científicos realizan en un laboratorio un estudio "más completo" sobre los mecanismos fisiológicos que provoca el enamoramiento

Una voluntaria, en el Laboratorio de Psicofisiología Humana y Salud del CIMCYC, donde se ha llevado a cabo la investigación. Foto: UGR

Científicos de la Universidad de Granada, pertenecientes al Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC), han llevado a cabo los estudios más completos realizados hasta la fecha sobre los mecanismos fisiológicos que provoca el amor en las personas, midiendo estos efectos tanto a nivel central -cerebral- como periférico -cardíaco, muscular y de sudoración-.

Según ha informado la UGR en una nota, su trabajo ha determinado que, cuando una persona está enamorada y contempla una fotografía de la cara de la persona amada, algo que también ocurre si es un familiar querido, como el padre o madre, se produce lo que los científicos han denominado "taquicardia afectiva", su corazón sufre una deceleración inicial -disminuye la frecuencia cardíaca durante unos segundos- para posteriormente acelerarse rápidamente.

Además, la visión del rostro de la persona amada aumenta la sudoración o conductividad eléctrica de la piel a partir del primer segundo y medio, y provoca una activación del músculo cigomático facial, que es el responsable de la sonrisa. Este último patrón se produce en mayor medida en las chicas que en los chicos, debido, probablemente, a cuestiones culturales, ya que las mujeres tienen una mayor facilidad para expresar sus emociones que los hombres.

Por último, a nivel central, la actividad cerebral que se produce es mucho mayor cuando contemplamos fotos de personas queridas que las de desconocidos.

Para llevar a cabo esta investigación, los científicos trabajaron con una muestra formada por estudiantes de la Facultad de Psicología de la UGR, hombres y mujeres de entre 20 y 29 años, a quienes pidieron que realizaran una fotografía con unas condiciones determinadas de tamaño y en blanco y negro de su padre o madre, así como de su pareja, con quien debían llevar un mínimo de seis meses de relación.

"Estas fotos de las caras deben ser neutras, es decir, no deben tener ninguna expresión emocional de alegría o tristeza que pueda interferir en la reacción de los participantes, y se proyectan de manera aleatoria durante cuatro segundos durante el experimento que llevamos a cabo", explican los investigadores Jaime Vila Castellar y Pedro Guerra Muñoz.

Posteriormente, los científicos realizaron un experimento con todos los participantes, en el que les colocaban sensores en el rostro, cabeza y manos, y monitorizaban su actividad fisiológica central y periférica, al tiempo que les presentaban fotografías de cinco caras, dos de personas queridas, dos de personas desconocidas y una de un bebé, como grupo control.

El patrón fisiológico del amor realizado por los científicos de la UGR también revela que este sentimiento positivo es un protector del estrés. Y es que, cuando los participantes estaban contemplando la foto de una persona querida al darles un susto mediante un fuerte ruido inducido a través de los auriculares la respuesta de sobresalto que se producía era mucho menor que cuando esto ocurría sin visionar la foto.

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