miércoles 24 abril
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El indulto imposible

La presidenta Ana Belén Álvarez se muestra firme ante la insistente petición de dejar como semental al último toro · Luque provocó al palco en varias ocasiones · Manuel Escribano, a hombros; y el Cid, de vacío

Daniel Luque con las dos orejas que cortó al último toro de la tarde. Foto: Carmen Moya

Daniel Luque con las dos orejas que cortó al último toro de la tarde. Foto: Carmen Moya

El último festejo del abono taurino del Corpus 2014 acabó con polémica. Después de una corrida sin raza prácticamente en los cinco primeros toros que dejaron un sinsabor al respetable, la salida a la plaza de 'Cristalero' provocó un alboroto en la Monumental Frascuelo después de que el público pidiera el indulto a la Presidencia que esta no concedió.

Y no lo hizo porque para poder mandar al campo de nuevo a un toro deben cumplirse muchos aspectos que el de Núñez del Cuvillo no cumplió en los tercios importantes como en el tercio de varas, donde su comportamiento no fue el de un toro semental. Ana Belén Álvarez se mantuvo firme ante la insistente petición del público y las provocaciones de Daniel Luque, que dejó que le sonaran hasta dos avisos antes de entrar a matar al toro después de cuajar una más que aceptable faena.

Fue este el motivo principalmente por el que el público se calentó, después de una tarde en la que El Cid se fue de vacío de la Plaza de Toros de Granada y Manuel Escribano estuvo voluntarioso para acabar saliendo por la puerta grande.

En la tarde sevillana de la feria, última del abono de lidia a pie, El Cid abrió la tarde con un oponente muy justo de fuerzas al que el diestro no dio una sino infinitas oportunidades con la muleta. Hasta ocho tandas de derechazos o naturales trató de ligar El Cid, unos con más fortuna que otros pero todos con un denominador común: la falta de transmisión al tendido. Cuando esto falla, deben ser los toreros los que tomen la difícil determinación de resignarse e ir a por el acero.

Tras recibir una ovación, Manuel Jesús El Cid trató de mejorar el papel del primero de la tarde para lidiar al cuarto en casi las mismas circunstancias. Otro toro, esta vez con más fuerzas, pero cuya faena se prolongó más de la cuenta pese a que el torero lo intentó con ambos pitones, desplantes incluidos que provocaron la cierta desesperación en el tendido para volver a llevarse una ovación.

A por todas

En la tarde de su debut en Granada, nadie puede achacarle a Manuel Escribano su entrega y ganas de demostrar el buen momento que pasa. Así, el torero casi que calcó sus dos faenas en el segundo y quinto de la tarde. En ambas se fue a porta gayola, en ambas aprovechó todos los tercios de la lidia, quites incluidos, y en ambas su disposición a agradar y contentar al público granadino siempre estuvieron presentes.

En el primero de su lote se arriesgó en el tercio de banderillas con un par pegado a tablas con quiebro incluido que puso la emoción en los tendidos. Después, con la muleta, el toro le duró cuatro tandas de muletazos, los suficientes para cortar una oreja.

En el segundo, el toro que lidió tenía mucho más recorrido por el pitón derecho, aunque justo de fuerzas como el resto de sus hermanos, apenas pudo culminar una gran faena. No obstante, también se llevó una oreja que le permitió salir por la puerta grande.

¿Indulto?

Pero la polémica de la tarde llegó con la actuación de Daniel Luque, que en el primero de su lote se llevó una oreja quizás excesiva después de un bajonazo con la espada y en el segundo se pidió, sin acierto, el indulto.

Fue en el tercer toro de la tarde cuando el diestro supo entender a su oponente con varias tandas de derechazos que supo solventar holgadamente pese a que este iba a media altura. No obstante, lo fue sometiendo poco a poco para conseguir una oreja que le concedió el público después de su desatine con la espada.

En el último de la tarde, Luque se encontró con uno de los toros más completos de la feria, por recorrido y raza, aunque no por casta. El animal es cierto que embestía bien por el pitón derecho, aunque por el izquierdo lo hacía de una forma más brusca que impedían la lucidez del diestro.

Tras ligar varias tandas de transmisión y entrega, llegó el momento de entrar a matar, en el que Luque no solo se dejó llevar por la petición de indulto sino que provocó hasta dos avisos desde Presidencia. Ana Belén Álvarez ya le había indicado que matase al toro, desobedeciendo las órdenes desde arriba. Pese a la provocación, la presidenta no accedió aunque sí concedió las dos orejas y la vuelta al ruedo al de Núñez del Cuvillo.

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