viernes 29 marzo
COPA DEL REY  |   | Rita M. Marín

El mejor legado de Diego Martínez y sus chicos

La plantilla rojiblanca ha cultivado la fe en un equipo, el sentimiento de pertenencia a un club en los más jóvenes de la ciudad · “¿Sabes? Yo sigo siendo del Granada CF, es que esto ha sido histórico", decía Alejandro, de 10 años, tras caer eliminados

Alejandro, en la grada de Tribuna desde donde presenció el partido del Granada CF.

Alejandro tiene 10 años. Es del Granada CF desde que el fútbol se convirtió en una de sus pasiones, hace ya algún tiempo. Ni la bicicleta, ni el patinete, ni los coches han conseguido mitigar su afición. Su compañero fiel siempre ha sido el balón. Y su equipo, el Granada CF.

Este jueves no podía faltar a la histórica cita de Los Carmenes. Él se ha convertido en uno de los muchos jóvenes que Diego Martínez y los jugadores del equipo nazarí han sabido recuperar para sus filas, en la cantera de la ilusión, de la fuerza y como se ha escuchado, estos días, de la eterna lucha.

La emoción comenzó hace ya algunas semanas, cuando el club puso a la venta las entradas, y allí estaba Alejandro, haciendo méritos en casa y en el colegio para sumar tantos y ganarse un pase a su soñada semifinal. Este regalo ya lo hizo emocionarse. Fueron las primeras lágrimas que derramó para esta cita, no serían las últimas.

Atento a todas las informaciones que desde entonces se publicaron en los periódicos, se convirtió en un analista de probabilidades, de canteras, de tantos, de momentos históricos. Siempre con la ilusión como bandera. Fiel seguidor de las crónicas de Luis F. Ruiz, y entregado a las ruedas de prensa del míster, hablaba como un pequeño entrenador que sabía de alineaciones y consideraba a los jugadores de la plantilla como unos compañeros más de su día a día.

La camiseta de su equipo preparada con bastante antelación, su bandera y su garganta dispuesta a entonar el himno, que se sabe de memoria, y los cánticos de la afición. Y llegó el gran día, el 5 de marzo.

Todo era diferente y emocionante. El viaje en Metro que tantas veces había hecho para llegar al estadio, ayer se vivía con más intensidad. Hablaba con todos aquellos que llevaban una bandera al cuello. “Dos a cero, ese tiene que ser el resultado, y no hace falta más. Con eso nos vamos a Sevilla”, repetía sin cesar. Él ya estaba seguro de que también podría vivir en La Cartuja la final, y era uno más de los jugadores. Este es uno de los méritos más importantes de Martínez y su gente. La fe en un equipo, el sentimiento de pertenencia a un club en los más jóvenes de la ciudad.

Alejandro entró en el estadio, con ganas, convencido de que con sus cánticos podía influir en el resultado del partido. Coreaba la alineación del Granada CF, daba instrucciones a los jugadores desde la grada, criticaba y hacía amigos, en los asientos aledaños, con los que comentaba las jugadas cual periodista deportivo.

Emoción tras el descanso

Llegó el primer gol y no pudo evitar ponerse de pie sobre su asiento. “¡Vamos mi Granada! ¡Campeón! ¡Podemos, podemos! ¡Si se puede!”, gritaba hasta la afonía. Abrazado a su acompañante, a ese pequeño equipo que había formado para ir a los partidos, una persona a la que el fútbol nunca le había llamado especialmente la atención, pero había aprendido a amar el rojiblanco gracias a un niño de 10 años. Otro más de los milagros de Diego Martínez.

El segundo gol fue… ¡la locura! Y ya no hubo gritos, sino lágrimas. Las segundas de este momento único. Alejandro no podía hablar. Solamente lloraba, pero era de felicidad. Y eso es un regalo que el Granada CF ha sabido hacer a sus seguidores más pequeños.

Sí, volvió a llorar cuando el Athletic marcó. Respiró hondó, se secó las lágrimas y siguió animando. Como si sus gritos tuvieran más fuerza que el tanto del rival. Como si con su voluntad pudiera seguir dando alas a los jugadores del Granada. Como un auténtico campeón. Hasta el último minuto, de esos cuatro extra que se añadieron, siguió soñando.

El silbato puso el punto final, y Sevilla se convirtió en un horizonte lejano, que ya no se podría vivir. Y Alejandro volvió a casa. El resto del camino fue diferente. “¿Sabes? Yo sigo siendo del Granada CF, porque menudo equipo, es que esto ha sido histórico”, decía con un hilo de voz. “Me lo he pasado muy bien, y han jugado muy bien, mejor que nunca. Lo han hecho fenomenal”.

Alejandro, y la afición, también lo hicieron fenomenal. Gracias Granada CF, gracias míster por permitir a un niño de 10 años soñar a lo grande.

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