El Vaticano instó a los obispos en marzo a celebrar los ritos de Semana Santa "sin la presencia del pueblo"
El cardenal Robert Sarah, también partidario de celebrar las procesiones en septiembre, decretó que se debía evitar la "concelebración" y avisar a los fieles para unirse desde casa
El Vaticano ya instó el pasado marzo a los obispos de las distintas conferencias episcopales a celebrar los ritos de Semana Santa "sin la presencia del pueblo", evitando así la "concelebración" y avisando a los fieles para que se pudieran unir a los rezos desde casa por la crisis del coronavirus.
Así consta en el decreto emitido por el cardenal Robert Sarah, en el mismo documento en el que se mostró partidario de que las procesiones de Semana Santa se pudieran celebrar en "otros días convenientes", por ejemplo, el 14 y el 15 de septiembre.
El pasado viernes el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, celebró la misa del Viernes Santo en presencia de una veintena de fieles en el interior de la Catedral de Granada, amparándose en el primer decreto emitido por el Gobierno y cumpliendo todas las medidas de seguridad.
Después de varios avisos de vecinos y de la Policía Autonónmica, agentes de la Policía Nacional se personaron en el templo metropolitano para instar a los feligreses a que abandonaran el espacio al no poder estar allí, algo que hicieron de forma pacífica, tras recibir la comunión y sin ser sancionados.
El propio arzobispo pidió "disculpas" por lo sucedido y dijo que lo habían hecho con la "mejor de las intenciones". Esta situación se produjo después desde que el Vaticano se instara el pasado marzo a que los obispos y los presbiteros celebrasen los ritos de Semana Santa "sin la presencia del pueblo y en un lugar adecuado", evitando así la "concelebración y omitiendo el salud de paz".
"Los fieles sean avisados de la hora del inicio de las celebraciones, de modo que puedan unirse en oración desde sus propias casas. Podrán ser de gran ayuda los medios de comunicación telemática en directo, no grabados. En todo caso, es importante dedicar un tiempo oportuno a la oración, valorando, sobre todo, la Liturgia Horarum", indicaba el decreto emitido por el cardenal Sarah.
En este documento, publicado en la web de la Santa Sede, se precisa que el Viernes Santo la oración universal debía realizarse con una especial intención por los que se encuentran en situación de peligro, los enfermos y los difuntos, algo que Francisco Javier Martínez hizo en el rezo de las Cinco Llagas a las tres de la tarde. Del mismo modo, "la adoración de la Cruz con el beso" debía limitarse solo al celebrante.
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