miércoles 24 abril
Corpus  |   | Redacción aG

Hermoso de Mendoza, el único triunfador de la tarde de Rejones

Leonardo Hernández y Manuel Manzanares pecan de juventud y se van a pie de la plaza

Hermoso de Mendoza se adornó así, con el 'teléfono', en el segundo toro de su lote. Foto: Álex Cámara

Hermoso de Mendoza se adornó así, con el 'teléfono', en el segundo toro de su lote. Foto: Álex Cámara

Pablo Hermoso de Mendoza ha sido el único triunfador del último festejo taurino programado con motivo de la feria del Corpus, en el que Leonardo Hernández y Manuel Manzanares se marcharon a pie del coso granadino.

El rejoneador navarro cortó una oreja de cada uno de los toros de su lote de una mansa corrida de Passanha en la que hubo dos ejemplares que salvaron el honor de la ganadería: los toros cuarto y sexto tuvieron más empuje y duración que sus hermanos y propiciaron faenas emotivas del propio Pablo y de Manuel Manzanares.

Precisamente la faena de Hermoso de Mendoza al cuarto de la tarde iba camino de triunfo grande. Pablo aprovechó la buena condición del toro para cuajar una actuación emotiva. No permitió Hermoso que decayera la intensidad de la faena, dejándose llegar al toro a los pechos del caballo. Pero el rejón de castigo dejó en una oreja una faena de dos.

Leonardo Hernández paseó un trofeo del segundo de la tarde. Entre medios ataques y renuncias, el toro no puso las cosas sencillas. Pero el buen momento de forma de Leonardo tapó los defectos del toro para darle unidad a la faena. Sin embargo, el verdadero esfuerzo lo iba a realizar en el quinto. La actitud del toro, rajado de salida, enfadó al público, que pidió su devolución. Leonardo tuvo el mérito de levantar una faena de gran dificultad porque el toro siempre le esperó cerrado en tablas, y hasta allí tuvo que ir a buscarlo el rejoneador una y otra vez, exponiéndose a ser arrollado en un arreón. Hubiera cortado otra oreja, pero esta vez el rejón de muerte se lo impidió.

A Manuel Manzanares le pasó algo parecido. La oreja que cortó del tercero de la tarde se sustentó en una primera parte de faena templada y limpia, y una segunda en la que, montando a ‘Garibaldi’, llegó muy cerca al toro para citar y quebrar con muy poco espacio y mucho mérito. El sexto arreó fuerte, alcanzó en varias ocasiones las cabalgaduras de Manzanares, estuvo a punto de derribarlo, pero el torero de Alicante no se arredró y plantó cara a la situación con decisión y desparpajo. Tenía la oreja cortada y la Puerta Grande al alcance de la mano cuando lo emborronó todo con el descabello.

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