viernes 19 abril
LA VENTANA INDISCRETA  |   | Ana M. Marín

Hollywood se abre al mundo LGTB

Según el informe anual de Alianza Gay y Lésbica contra la Difamación (GLADD), los estudios han aumentado la representación de personas lesbianas, homosexuales y bisexuales en sus producciones · Los transexuales, la asignatura pendiente

Fotograma de 'La vida de Adèle'. Foto: Homocinefilus

Fotograma de 'La vida de Adèle'. Foto: Homocinefilus

Nunca antes un objetivo de cine había captado de forma tan explícita y sin tapujos el sexo homosexual. Al tunecino Abdellatif Kechiche no le tembló el pulso para recrear con pureza y cruda realidad el amor homosexual entre dos mujeres en la multipremiada 'La Vida de Adèle', largometraje francés que se metió a la crítica en el bolsillo y, de paso, la Palma de Oro del Festival de Cannes de 2013. Una obra, para muchos, maestra que representa un porcentaje muy pequeño de producciones de este cariz que llegan a buen puerto en la cartelera anual. Y es que la normalización de historias protagonizadas por miembros del colectivo LGTB (siglas que designan colectivamente a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) sigue siendo una asignatura pendiente para la industria cinematográfica.

De ser sinceros, no podemos meter en el mismo saco a la pequeña y gran pantalla. De hecho, grandes ficciones como 'Orange is the New Black', 'Anatomía de Grey' o 'Modern Family' han abierto camino en el mundo de la televisión a temas que hasta hace relativamente poco tiempo eran tabúes como es, por ejemplo, la adopción de parejas gays. Paradójicamente su hermano mayor avanza a pasos más lentos, aunque a buen ritmo según se desprende del último informe anual de la Alianza Gay y Lésbica contra la Difamación (GLADD). Tras examinar 114 películas estrenadas por los siete estudios cinematográficos más grandes de la industria en 2014, el análisis detectó que 17,5% de ellas, es decir, 20 de los 114 títulos revisados, incluyeron personajes identificados como lesbianas, homosexuales o bisexuales (ni rastro de los transexuales).

Pese a que los datos pueden resultar irrisorios si se miran desde una perspectiva global, lo cierto es que supone un pequeño avance con respecto al año anterior, cuando la cifra no superaba la barrera del 16 por ciento. Para la presidenta y directora ejecutiva de GLADD, Sarah Kate Ellis, este aumento no supone, ni mucho menos, una victoria, dado que la mayoría de los títulos que aprueban el estudio incluyen personajes del colectivo en roles o tramas secundarias: "Aunque la televisión y servicios de transmisión continúa por Internet siguen produciendo una notable variedad de representaciones LGBT, continuamos batallando para encontrar retratos tan auténticos y significativos en el cine comercial de Hollywood. En comparación, la industria (del cine) parece que pierde cada vez más contacto y sigue sin representar toda la diversidad del tejido cultural estadounidense".

Curiosamente, donde más se ha dejado caer personajes homosexuales o bisexuales han sido en los guiones de comedias, dramas o animación, y principalmente en aquellas producciones que nacen bajo el amparo del sello independiente, siendo el cine de acción el género menos tolerante en este aspecto. Recordar que las películas de acción son las que más espectadores atraen a las salas, por tanto, su apoyo a la igualdad resulta cuando menos reprochable.

La homosexualidad en el despertar del cine Aunque muchos puedan creer que la temática gay es relativamente nueva en el cine, lo cierto es que la diversidad sexual ha sido retratada a través de los fotogramas de una película prácticamente desde que este arte vio la luz. Así, no es difícil encontrar largometrajes mudos y en blanco y negro, con tintes homoeróticos, en los cuales estos personajes son caricaturizados y llevados al límite de los estereotipos y clichés con el fin de divertir al público. Los llamados 'sissy', como se conocían a estas figuras amaneradas, aparecen en numerosos vídeos de William Dickson de finales de 1800.

Contrariamente, no fue hasta 1919 cuando la homosexualidad se torna el eje central de la historia de sus protagonistas. Entre la filmoteca de esa época encontramos la alemana 'Diferente a los demás', de Richard Oswald, dibujo del amor que nace entre un violinista y su alumno y considerada la primera película de temática gay de la historia. Poco tiempo después, en 1927, los espectadores presenciaron el primer beso homosexual en 'Wings', la ganadora del primer Oscar a Mejor Película.

Diferente a los demás. Foto: Cinegay

Diferente a los demás. Foto: Cinegay

Aunque por ese entonces muchos tacharon ese beso de un gesto entre amigos, a día de hoy todavía se reivindica la sensualidad y el amor homosexual que deja entrever aquella escena.

En los próximos años, el deambular de Hollywood por esta temática estaría marcado por la obsesión por camuflar cualquier prueba de amor entre personas no heterosexuales como impulsos de amistad, personalidad débil, trastornada o rebelde. ¿Ejemplos? Los guiños al lesbianismo de 'Marruecos', donde Marlene Dietrich besa a otra chica en la boca vestida de hombre; la relación amor-odio que mantienen los dos compañeros psicópatas de 'La Soga' (1948), de Alfred Hitchcock; o el conflicto sexual que experimenta la protagonista, claramente bisexual, de 'El trompetista'. Perseguidas por el lobby conservador, muchas historias tuvieron que maquillar sus personajes gays para saltar la censura de la época imperante. La mítica 'La gata sobre el tejado de zinc' (1958), por ejemplo, fue retocada por el gigante Metro-Goldwyn-Mayer para que la orientación de su protagonista, interpretado por el carismático Paul Newman, no quedase clara entre los espectadores (en la obra original de Tennessee Williams se muestra sin tapujos su homosexualidad).

En las décadas de los 60 y los 70 los estudios comenzaron a abrirse al mundo real. El estreno de 'La calumnia', de William Wyler, supuso todo un hito en la época al convertirse en el primer largometraje hollywoodiense en exponer libremente el sufrimiento de un personaje gay. Por esos mismos años y a miles de kilómetros al otro lado del Atlántico, el público disfrutaba en las salas de 'Víctima', el primer film británico en tratar abiertamente la homosexualidad, palabra que incluso aparecía en sus diálogos. Como era de esperarse, la producción causó un gran revuelo en un Reino Unido que aún penaba esta orientación sexual. Y mientras la guerra de Vietnam daba los últimos coletazos de su dramática historia, el colectivo gay vivía con entusiasmo el estreno de su musical de culto, 'The Rocky Horror Picture Show', y 'Tarde de perros', la primera película protagonizada por dos homosexuales en alzarse con el Oscar a Mejor Guión.

Los 80' y 90': un paso atrás, dos adelante En 1980 se estrenó 'A la Caza', donde un policía (Al Pacino) se ve obligado a infiltrarse en los ambientes gays más sórdidos de Nueva York para atrapar a un asesino de homosexuales. Una imagen sesgada y manipulada de la homosexualidad provocó que lloviera sobre ella numerosas críticas e incitara masivas protestas que dieron lugar a la retirada de la película de las salas. Al poco tiempo de este hecho, el colectivo LGTB recibió por fin una gran noticia: el nacimiento del primer festival de cine dedicado a la comunidad gay, la “Gay and Lesbian Media Festival and Conference” de Los Ángeles, cuyo principal objetivo es promover el cine gay y la tolerancia hacia todas las formas de sexualidad a través del objetivo.

Con convicción de sumarse a esta oleada de tolerancia y respeto apareció la aplaudida 'Otro país', de nuestros vecinos británicos, cuyos fotogramas sirvieron de escaparate para la crítica cinéfila más mordaz que se recuerda de la homofobia. Respaldando esta corriente de normalización, la temporada de premios comenzó a destacar películas de esta temática a través de sus prestigiosos premios, entre ellos, el Globo de Oro que recibió Cher a mejor actriz secundaria por el personaje homosexual de 'Silkwood', el Oscar y el premio de Cannes que se llevó William Hurt por 'El beso de la mujer araña', o la creación del premio Teddy del Festival de Berlín para la mejor película LGTB del año y los premios GLAAD Media Awards, destinados al mundo del espectáculo (música, cine, televisión…) por su tratamiento positivo de mundo LGTB.

Una vez pasada la época del despertar, los 90 terminaron siendo los años más fructíferos que se recuerdan en cuanto a temática gay. En este período el cine es testigo de excepción de la mirada crítica y de la visión no contaminada de directores como Todd Haynes, Greg Araki y Gus Van Sant y de obras tan complejas como 'Philadelphia', ''Mi vida en rosa', 'Get Real' o 'Beautiful Thing'.

Montaje: Ana M. Marín

Montaje: Ana M. Marín

Nuevo milenio, nuevas metas

Emulando la iniciativa del Festival de Berlín, San Sebastián decide crear en 2000 el premio Sebastiane, galardón para la mejor película LGTB del año, cuyo palmarés estrenó la española 'Krámpack'. Además de dar mayor visibilidad a este tipo de cine a través de diferentes premios y festivales, el nuevo milenio vendría cargado de nuevas metas para el propio desarrollo creativo de estas producciones. Una vez asentadas las bases de un cine con identidad propia, la mirada se posaba en reflejar todo aquello que podía mejorarse. Es por ello que nace un movimiento revolucionario cuya naturaleza estaba marcada por historias más comprometidas, menos amables y edulcoradas y mucho más realistas de la estructura social en la que está inmerso este colectivo.

De esta forma, aterrizan en gran pantalla 'El crimen de Laramie' (2002), que recrea la historia real de un joven gay asesinado en 1998; 'La mala educación', de Pedro Almodóvar, donde se pone sobre la mesa los casos de pederastia infantil que salpica a miembros de la iglesia: 'Mi nombre es Harvey Milk', biopic sobre el primer político abiertamente homosexual en ser elegido por los estadounidenses; o la mexicana 'La otra familia', que retrata sin florituras y directa al corazón el tema de la adopción por parte de parejas gays.

Fotograma de 'La mala educación'. Foto: Frasesdecine

Fotograma de 'La mala educación'. Foto: Frasesdecine

Por otro lado, la animación comienza a sembrar su propia cosecha de normalización a través de producciones como 'El alucinante mundo de Norman', historia de dibujos animados en 3D donde aparece un personaje abiertamente homosexual; la taquillera 'Frozen', en la que se recoge una escena en la que un tendero señala a su familia, compuesta por un hombre y cuatro niños que saludan desde una sauna (mejor no hablamos de las alusiones homosexuales de la canción Let It Go) o 'Los Boxtrolls', cuyo teaser tráiler lanza un alegato de tolerancia e igualdad como nunca antes se había presenciado en el cine de animación: "A veces hay una madre, a veces hay un padre, a veces hay dos padres, a veces hay dos madres...".

Ahora, en pleno siglo XXI, y con la lucha a pleno pulmón por los derechos del colectivo LGTB latente en la ciudadanía y desde algunos estamentos del poder, el cine debe ser más que nunca el puente que soporte el peso de educar a las generaciones en el respeto y en la tolerancia. Y aunque aún es fácil presenciar cómo algunos espectadores manifiestan sentirse intimidados en sus butacas al presenciar una escena de amor o sexual entre dos personas no heterosexuales, eso no quiere decir que el cine no se encuentre por el buen camino. Porque como dijo el cineasta italiano Ettore Scola: “El cine tiene una tarea que también es un deber: contar la realidad para que el público la entienda mejor, sobre todo para el público joven”.

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