"¿La A-7? Eso tengo que verlo"
La conexión por autovía entre la capital y Motril ha facilitado el tráfico, ¿llegará el turno del resto de municipios de la Costa Tropical?
El tiempo está loco, un día los termómetros marcan 30 grados y las camisetas dominan el escenario, y al siguiente vuelven los abrigos, el viento y el otoño tardío. Los granadinos ya están pensando en la playa, el sol, la arena, y esas cosas tan veraniegas. Preparándose el cuerpo para escapadas furtivas de fin de semana, y también para sufrir atascos, semáforos y autovías y carreteras buenas y malas. Hoy inaugura la ministra de Fomento, Ana Pastor, un nuevo tramo de la archiconocida A-7, ¿animará a nuestros protagonistas a bajar a la Costa Tropical?
Loli es de las escépticas. Ella ha escogido Vera, en Almería, como destino clásico y singular porque la playa nudista y convencional están separadas por escasos metros, con polémica incluida. "Cruzan por delante como Dios los trajo al mundo, pero tampoco es que me escandalice. No pasa nada. Es lo que la naturaleza nos ha dado", dice con socarronería. Confiesa que hace más de una década que no baja a la costa granadina, que los atascos y los semáforos le comen los nervios. "Para un día suelto voy a Málaga. Tardas lo mismo o menos", concreta.
Esta vecina de Peligros no las tiene todas consigo en cuanto a la apertura y progreso en las obras de la Autovía A-7, piensa que hay demasiados intereses creados, y que lleva escuchando durante 15 años que la van a terminar, que avanza. "¿Que esta vez sí? Eso tengo que verlo", sentencia.
Desde Otura la distancia se reduce. Apenas unos 30 minutos llegar a Almuñécar en coche. Pablo todavía no tiene carné de conducir y está a expensas de ir a la playa con amigos que sí tengan vehículo o esperar a las vacaciones de verano, con sus padres. "Ahora empieza a hacer buen tiempo y apetece, además que al haber menos gente se está más a gusto, menos masificada que en julio y agosto", opina.
El otureño afirma que el tener un apartamento en la localidad sexitana facilita, y que la nueva autopista le deja "al lado del pueblo, o incluso dentro. Ahora mismo no recuerdo, pero mucho más fácil".
Ernesto va con prisa. Acaba de llegar su mujer y tienen que ir a recoger al niño a la guardería. Es enfermero y veranea en Castell de Ferro, en medio del paisaje costero granadino. En esta zona dominan las calas y el terreno abrupto. "Pero son más tranquilas que otras, se está muy bien", puntualiza. Llegar a las ramblas de Gualchos conduciendo le quita una hora, a él y a su mujer y su hijo. "La carretera está muy troceada, mal asfaltada, la verdad es que se tarda bastante...Y luego están los atascos", añade.
Con el tiempo que les lleva bajar hasta la Costa no le compensa escapadas de días o de fines de semana, "pero vamos todos los veranos", explica.
Esta pareja proviene de continentes distintos y eso se nota hasta a la hora de escoger lugar de vacaciones. Ignacio vive en Armilla y admite que no mira por la tierra y que prefiere las playas de Málaga antes que las granadinas. Suele hospedarse en un hotel, algunos veranos un fin de semana y otros cuatro o cinco días, según las circunstancias.
Alexandra, en cambio, es peruana y ha vivido durante años en Jaén y Barcelona. Quizá por haber disfrutado de la capital catalana su costumbre ha sido ir a Casteldefels, a unos 24 kilómetros de la ciudad. Además, los accesos son múltiples. Una autovía, una autopista, una carretera, el ferrocarril y cinco líneas de autobús. "Ahora me pilla más lejos ir a Cataluña. Tengo que adaptarme a la situación y elegir entre playas cercanas, no merece la pena hacer 900 kilómetros para tomar el sol. Por suerte con la nueva autopista se llega fácil, en media hora o cuarenta minutos vas a Calahonda o Torrenueva", calcula.