La magia y la ilusión ‘vencen’ a la pandemia en Granada
Melchor, Gaspar y Baltasar recorren todos los distritos de la capital para, no sin alguna aglomeración por segundos, rescatar los sueños de los más pequeños y no tanto a bordo de un autobús descapotable
Probablemente había cierto recelo a cómo iban a llegar los Reyes Magos a Granada. Un segundo, dos, tres, cinco como mucho. Es el tiempo que quienes se han asomado a sus ventanas o bien han bajado a la acera han podido observar más cerca que nunca a Melchor, Gaspar y Baltasar, quienes con su autobús descapotable se han impuesto a la pandemia del coronavirus.
La escasa comitiva ha salido desde el Centro Gran Capitán para iniciar un largo recorrido que les ha llevado por los ocho distritos de Granada capital, pasando por calles principales donde lo primero que ha podido constatarse es que las ganas por ver a los Reyes Magos han podido con el miedo a las aglomeraciones, que aunque haya sido durante unos segundos las ha habido.
La velocidad del autobús quizás ha sido lo más llamativo para muchos, pues han pasado una larga espera para ver pasar a Sus Majestades con un visto y no visto. No lo suficiente para quienes llevan todo un año esperando a los de Oriente. Y qué año llevan. Pero en un mundo en pandemia, ver a los Reyes Magos es el mal menor en estas circunstancias.
El dispositivo policial se ha esmerado en evitar las grandes aglomeraciones en puntos como las rotondas o vías como la rotonda del Helicóptero, la calle Primavera donde la estrechez de la calle ha ralentizado el ritmo; el Paseo del Salón, Humilladero o Puerta Real.
Pero para los más críticos con la decisión tomada de que los Reyes Magos pasearan por las calles en un autobús habrá que preguntar si congregar a todo el mundo en un punto de la ciudad como un polideportivo hubiera sido más seguro o no hacer nada hubiera sido justo con los que han tenido un comportamiento ejemplar desde que el bicho llegó a nuestras vidas.
En la pseudo Cabalgata de Granada no ha faltado la Gallina Turuleca, tampoco los saludos de Sus Majestades a diestra y siniestra. Las agujetas les van a pasar factura. Ha sido el 5 de enero menos multitudinario que se recuerde y que ha dejado patente que no hay virus que pueda con la magia y la ilusión de los más pequeños de la casa y no tan pequeños.
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