jueves 25 abril
Universidad de Granada  |   | Redacción AG

Más del 5% de las personas que sufren la pérdida de un ser querido necesitan tratamiento

Desde la Universidad de Granada se "alerta" de cómo la sociedad no está preparada para la muerte

Se vive en una sociedad donde no existe una educación cotidiana sobre la muerte. La cultura occidental la niega y no prepara a sus ciudadanos para afrontar la pérdida de personas amadas, lo que hace que seamos muy vulnerables desde el punto de vista psicológico.

No se nos educa para la muerte. No obstante, existen fechas en el calendario como el Día de Todos los Santos o el Día de los Fieles Difuntos para rememorar a los seres queridos que ya no están en este mundo. Recordarlos es un proceso normal que, incluso, es necesario que se produzca.

Sin embargo, entre un 5% y un 10% de las personas que sufren la pérdida de un familiar hacen lo que se llama "un duelo complicado o patológico y necesitan ponerse en manos de un profesional para recibir tratamiento psicológico". Los datos los ofrece Francisco Cruz Quintana, catedrático de Psicología de la Universidad de Granada, advierten del peligro que supone no superar el trance y los trastornos que ello puede acarrear. El profesor Cruz considera que el Colegio de Psicología "tiene que hacer una labor educativa en estas temáticas para que la salud de la gente sea mucho mejor".

“Hay muchas maneras de afrontar la pérdida de un ser querido”, afirma. “Depende de una serie de situaciones y también de las personas. No existe un duelo igual a otro, ya que hay factores que influyen como el motivo de la muerte, si ha sido tras una enfermedad larga o crónica o, por el contrario, ha sido repentina, inesperada o en circunstancias traumáticas (suicidio, asesinato), pérdidas múltiples, pérdidas inciertas (no aparece el cadáver)", arguye. 

Otro factor importante, según Francisco Cruz, es la edad ya que “es diferente si se trata de un niño o de un adulto. No se vive de la misma manera la pérdida, sobre todo, si ese niño es un hijo. La muerte que tiene unos efectos más devastadores emocionalmente para las personas es la de un hijo. Y, después, también la de un cónyuge”.

Y hay una tercera circunstancia que afecta, “que es cultural. Dependiendo de en qué cultura estemos las personas afrontan de una manera u otra la pérdida, aunque ésta siempre conlleva sufrimiento. Pero dependiendo de cómo trate la muerte la cultura en la que vivimos las personas tendrán más o menos recursos para afrontar la pérdida”.

Cómo afrontar el duelo

Y, ¿cómo se afronta el duelo? El catedrático entiende que, dependiendo de las cuestiones anteriores, “se inicia un proceso de elaboración de una pérdida 'normal', aunque eso genere sufrimiento o bien se puede generar un duelo que llamamos complicado, complejo o patológico. Está claro que es más fácil que se desarrolle un duelo complicado por el fallecimiento de un hijo que cuando tenemos un proceso de anticipación del duelo tras un periodo de una enfermedad de larga duración”.

No obstante, el profesor Cruz explica que “el duelo es un proceso normal y es necesario que se produzca. Implica varias cosas como aceptar la muerte de esa persona y aprender a vivir sin ella, y elaborar las emociones que están ligadas a esa relación, que pueden ser tristeza, ira, rabia... Además, son cambiantes”.

“En esas tareas del duelo a veces hay resignación, pero no es una buena resolución del duelo”, alega Francisco Cruz. “Es bueno aceptar la pérdida, no resignarse. Es aceptar que se ha ido, que no va a volver más, que hay un sufrimiento añadido porque han estado juntos durante mucho tiempo, y que ha formado parte de su vida y ahora tiene que vivir sin esa relación, pero con un buen recuerdo. La resignación está asociada muchas veces a duelo patológicos y a no aceptar la pérdida”. 



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