Metamorfosis en 'Karankaboys'
El técnico vasco ha cambiado la cara por completo de un Granada CF que estaba desahuciado hace un mes · La calidad florece en el momento más oportuno

No hay ninguna duda: este Granada CF merece quedarse en Primera División. Si el equipo de Aitor Karanka demostró el pasado sábado en Mallorca que quería quedarse, ahora la única realidad es que el equipo no solo quiere, sino que lo merece.
La victoria épica ante el Athletic Club de Bilbao es el camino hacia una permanencia que aunque no se tiene aún en el bolsillo sí está cada vez más cerca, incluso con una derrota en Sevilla ante el Betis si se dan los marcadores y la combinación necesaria para ello.
Pero antes de marcar un segundo gol hay que marcar el primero y los 'Karankaboys' han sabido digerir este camino tranquilo, sin prisa pero sin pausa, en busca de la salvación desde que llegó el nuevo entrenador.
Karanka ha entrado por la puerta grande en el granadinismo, con hasta ocho puntos de doce posibles al frente del equipo, siendo el cuarto que obtiene un registro similar, de cuatro partidos sin perder, en su debut como técnico.

Momento oportuno
Con la segunda victoria consecutiva, en el momento más oportuno de la temporada, el Granada CF no solo deja encauzada la permanencia, sino que corrobora lo mucho que se había hablado de la calidad de esta plantilla y que sin embargo no había florecido hasta ahora.
Hace solo un mes el Granada CF estaba prácticamente desahuciado y la transformación ha sido total, haciendo los deberes donde hay que hacerlos y cumpliendo en los momentos clave, como ocurrió en Mallorca y en el partido de este martes ante el Athletic Club.
Con Puertas encumbrado en un gran partido, el segundo consecutivo que cuaja en apenas cuatro días, un Max Gonalons muy necesario en el centro del campo, un Collado inspiradísimo y un Uzuni entregado a la causa.
Esta plantilla ha participado en la metamorfosis de ser un equipo que olía a Segunda División en los 'Karankaboys' en busca de la permanencia en Primera División, ahora al alcance de la mano, aunque haya que remar un poco más para lograrla. La orilla ya se ve cada vez más cerca.
