jueves 25 abril
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Ser calé, más allá de una definición

El Día Internacional del Pueblo Gitano se celebró en la tarde de este miércoles para, como ya es tradición, reclamar su identidad como pueblo y luchar por la igualdad y contra los estereotipos

El embarcadero del Genil ha vuelto a ser el escenario para esta celebración. Foto: Antonio Ropero

El embarcadero del Genil ha vuelto a ser el escenario para esta celebración. Foto: Antonio Ropero

"Azul como el cielo que nos ha cobijado y ha sido nuestro techo. Verde como la hierba que nos ha servido de lecho durante siglos. Y con esa rueda que representa la libertad y el constante movimiento de un pueblo milenario". La bandera gitana ondeaba en la tarde de este miércoles sobre un embarcadero, el del Río Genil, que retumbó y sonó más reivindicativo que nunca.

Todos y cada uno de los que pisaron el humilde escenario alzaron la voz con una única intención, la de pedir un cambio en la acepción que la Real Academia de la Lengua Española hace de la palabra gitano como persona "que estafa u obra con engaño. Trapacero". Un concepto que, denuncian, fomentan los estereotipos, el racismo y la xenofobia.

Pero también sobre ese 'tablao', se posaron los deseos de los más jóvenes. Ella, de rubia cabellera y ojos claros, bajaba la mirada y el micro para leer el suyo: "Que todas las culturas se unan en una sola, la del ser humano". A su lado, y con una sonrisa cómplice, los demás encontraban en sus palabras el ánimo para recitar las suyas. "Deseo que todas las personas calés tengamos los mismos derechos que el resto de la sociedad; que todo el mundo tenga las mismas oportunidades y que ninguna persona sea discriminada por distinta etnia o género; y que aumenten las ayudas sociales para las distintas asociaciones donde convivimos y aprendemos gitanos y no gitanos".

Tras los clamorosos  y aplaudidos anhelos, en el rasgueo de la guitarra vibraba un canto oscuro y fuerte, insondable, mientras una voz ronca y profunda erizaba la piel de los que asistían atentos a cada verso de un aguerrido 'Gelem, gelem'. El ritmo cañí, seguido con precisión por las palmas de grandes y pequeños, daba la entrada a la bailaora y autora del manifiesto de este año, Ana Cali, quien subía para poner todo el arte y la fuerza de su etnia sobre las tablas. El embarcadero y los alrededores se llenaban de curiosos atraídos por el flamenco más puro.

Acto seguido y con esa emoción reflejada todavía en los rostros, los congregados, tanto en el puente como en propio embarcadero, lanzaron sobre el agua pétalos y luces que, recordaban, siempre alumbrarán las almas de los que un día murieron durante el holocausto nazi.

Una edición más, Junta, Diputación y Ayuntamiento de Granada quisieron estar presentes en esta ceremonia, donde coincidieron en la importancia del pueblo gitano en la cultura granadina y andaluza porque "no se entiende Granada sin gitanos y los gitanos sin Granada". De hecho, en la provincia, según los datos con los que cuenta la Junta, hay más de 45.000 calés que como José Rojas, anciano septagenario que mostró ante todos su pasión por la tierra que lo ha visto crecer en forma de poema, sienten, viven y luchan a diario por reivindicar lo que son, alejándose de "típicos tópicos".

 

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