UGT asegura que la precariedad laboral se ha instalado en la provincia de Granada
El inicio de la recuperación económica ha venido marcado por un tímido aumento en el empleo, pero más precario, de peor calidad, con más temporalidad, mayor parcialidad involuntaria y salarios más bajos
La precariedad laboral se ha instalado en la provincia de Granada. Así lo indica un informe elaborado por UGT Granada, que compara la situación del mercado laboral granadino en 2008 y 2014, presentado este jueves, 12 de febrero, por Manuela Martínez, Secretaria General del Sindicato en Granada. A lo largo de la crisis la destrucción de empleo y el aumento del paro han ido acompañados de peores condiciones laborales para aquellos que no han perdido el empleo o han sido contratados durante la incipiente y lenta recuperación. Precariedad que se ha hecho mucho más evidente desde que está en vigor la reforma laboral aprobada por el Gobierno en 2012. Y es que como demuestran las estadísticas oficiales, el inicio de la recuperación económica en Granada ha venido marcado por un tímido aumento en el empleo, pero más precario, de peor calidad, con más temporalidad, mayor parcialidad involuntaria y salarios más bajos.
A los fenómenos estructurales de nuestro mercado laboral, como es la temporalidad descausalizada en la contratación, se han unido nuevas formas de precariedad. Entre ellas, un auge del empleo a tiempo parcial involuntario, que ha ido de la mano de un aumento del número de horas efectivas trabajadas a la semana por los empleados a tiempo parcial, junto a un incremento del peso de las horas extraordinarias no pagadas. Una flexibilidad impuesta al trabajador, facilitada por la reforma laboral, a remuneraciones inferiores y con peores condiciones laborales. En definitiva, "trabajar más y ganar menos, como proponía Díaz Ferrán antes de abandonar la presidencia de la CEOE".
Asimismo, se está produciendo un avance de la precariedad en el desempleo, con una extensión del paro de larga duración, una reducción del índice de cobertura, unas prestaciones por desempleo cada vez más bajas y unas políticas de empleo que no están siendo efectivas a la hora de mejorar la empleabilidad de las personas.
"Tomando como referencia el año 2008, la realidad del empleo en nuestra provincia nos dice que tanto el número de afiliados a la Seguridad Social como el número de ocupados, es a día de hoy menor que hace seis años. Y a pesar de que ha aumentado el número de contrataciones totales por año, se han reducido los contratos indefinidos. Pero además, respecto a los contratos temporales, que son la inmensa mayoría, se ha reducido su duración media en este periodo", se desprende del informe.
El aumento de la contratación lo que indica en realidad es una fuerte rotación laboral, y gran parte de esta contratación es involuntaria, además de fraudulenta, ya que en muchos casos encubre jornadas completas y un aumento de las horas extraordinarias no pagadas.
Aunque parezca contradictorio, el número de ocupados ha disminuido pero la tasa de ocupación ha aumentado en estos seis años. Esto se explica por la diferencia entre el total de población activa entre 2008 y 2014 (450.700 y 415.400 activos, respectivamente). Y es que en este periodo se ha puesto de manifiesto un hecho que, más que puntual, parece confirmarse como una tendencia consolidada en nuestro mercado de trabajo. Se observa cómo poco a poco se va agravando el efecto desánimo entre la población granadina, acompañado de la ausencia de recuperación de la actividad productiva. Este desaliento de las personas que desean trabajar y no encuentran un empleo, viene acompañado del efecto del trabajador adicional, que se relaciona con la transición de la tradicional inactividad de mujeres de más edad hacia la actividad, debido a la pérdida de empleo o de ingresos de los hombres en la familia y la necesidad de cubrir estas pérdidas para mantener los gastos familiares. Y a ello, además, se une un descenso progresivo de los jóvenes activos, que debido a la ausencia de perspectivas laborales tras perder el empleo, optan por volver a estudiar o, sencillamente, por emigrar a otros mercados de trabajo, nacionales o extranjeros, que ofrecen más oportunidades de empleo y formación.
Respecto a las condiciones laborales, ha disminuido el salario medio, mientras que ha aumentado la jornada de trabajo. Es decir, "se trabaja más por menos dinero". De hecho, el volumen de “trabajadores pobres” en la provincia de Granada se sitúa muy por encima de la media nacional, que está ya en el 12 por ciento.
"Es una realidad que en los últimos meses de 2014, hemos observado un aumento en el empleo. Sin embargo, las optimistas cifras de cierre del año 2014 no pueden hacer olvidar que el paro se ha enquistado en la economía granadina. Además, más de la mitad de la reducción del desempleo, se debe, no a que la gente haya encontrado empleo sino a que ha dejado de buscarlo, o a que ha salido de nuestra tierra en busca de mejores expectativas laborales en otros territorios".
Asimismo, se está produciendo un avance de la precariedad en el desempleo, con una extensión del paro de larga duración, una tasa de cobertura en descenso y unas políticas de empleo que no están siendo efectivas a la hora de mejorar la empleabilidad de las personas, en especial de los jóvenes y sobre todo de los mayores de 55 años. Esto está produciendo un aumento de los niveles de desigualdad hasta situar a casi el 30 por ciento de la población granadina en riesgo de pobreza y exclusión social, la mayoría de ellos excluidos ya de la protección por desempleo.
Al cambio necesario en la política Europea, debería unirse una política presupuestaria que fomente el cambio estructural del aparato productivo, que promueva el uso eficiente de los recursos públicos en todos los niveles de la Administración y que ayude a recuperar la demanda interna. El objetivo debe ser sacar a la economía de su patrón tradicional de crecimiento de bajo valor añadido, de industria débil, empleo inestable y salarios bajos, para lo cual hace falta aumentar suficientemente la inversión pública y reorientarla hacia la inversión productiva que mejore la calidad y el contenido tecnológico de las empresas.
Las estadísticas oficiales muestran a las claras la difícil situación del mercado de trabajo granadino. De hecho, en los datos negativos, estamos a la cola del resto de provincias andaluzas y españolas.
El descenso en el número de desempleados en el último trimestre de 2014, obedece a causas meramente coyunturales, como las campañas agrícolas, la apertura de la Estación de Sierra Nevada, las compras de Navidad... De ahí que en absoluto se puede hablar de cambio de tendencia, prueba de ello ha sido el repunte que se ha producido en el mes de enero.
Así pues, nuestra preocupación por las cifras del paro no se ha reducido sino todo lo contrario. Sobre todo, porque, como consecuencia de la nefasta reforma laboral que puso en marcha el Gobierno hace dos años, se sigue destruyendo empleo; el colectivo de trabajadores "pobres" no deja de crecer; son muchos los trabajadores que han visto como sus condiciones laborales y salariales se precarizan; el empleo que se genera es claramente insuficiente y de escasa calidad; cada vez hay más personas en desempleo que ya no cobran ninguna prestación; y otras muchas que no encuentran más opción que la actividad sumergida o la emigración forzosa.
Granada ha sido siempre una provincia lastrada por el abuso de la contratación temporal y durante los años de crisis, ese abuso se ha intensificado, incorporando nuevas variantes, como la parcialidad involuntaria y el subempleo. Y esta realidad condiciona el funcionamiento de nuestro mercado de trabajo, pero también lastra la recuperación económica, ya que sin empleo de calidad, con salarios bajos y precariedad laboral, es imposible recuperar el consumo interno y reactivar la economía.
En definitiva, en Granada se está generando desigualdad, pobreza y exclusión social, y así es muy difícil hablar de verdadera recuperación. Ante esta situación, resulta necesario reforzar las políticas activas de empleo y de intermediación, que no deben estar orientadas únicamente a subvencionar al sector privado, mediante bonificaciones a la contratación y acceso de las Agencias Privadas de Colocación a la intermediación. Hay que poner en marcha medidas de creación de empleo con recursos adicionales para los servicios públicos de empleo, para mejorar la empleabilidad y la formación, y lograr la inserción permanente de los desempleados.
Por todo ello, la UGT considera imprescindible "otra política centrada en las personas". "Una política que reduzca el desempleo, que cree empleo de calidad y con derechos, que mejore los salarios para estimular el consumo y la inversión y consigamos encarar la recuperación con una disminución de los niveles de desigualdad y pobreza".
"E insistimos una vez más, la creación de empleo de calidad debe estar en el centro de todas las políticas. Los ciudadanos en situación de especial vulnerabilidad deben contar con una protección social suficiente. Y los servicios públicos deben garantizar el bienestar de todos los ciudadanos", asegura el sindicato.