Un accidente convertido en "asesinato"
El espeleólogo granadino Juan Bolívar relata con todo tipo de detalles su dramática experiencia y dice que el rescate de su compañero José Antonio, al que oyó gritar que se ahogaba, fue "una chapuza"
Mientras aprieta los puños constantemente por los síntomas que el frío le dejó, con la mirada perdida no se sabe muy bien a dónde y con la firmeza de quien quiere que toda la verdad salga a la luz, Juan Bolívar ha afrontado un trago no menos complicado este jueves, al relatar ante dos decenas de cámaras y otros tantos periodistas, con todo tipo de detalles, su dramática experiencia en el Atlas de Marruecos, en donde ante él fallecieron dos compañeros de expedición.
El espeleólogo granadino se ha remontado al domingo 1 de abril, jornada en la que se dirigieron al cañón él y sus cinco compañeros de expedición hasta dividirse en dos grupos, uno de ellos con las trágicas consecuencias que ninguno era capaz de augurar, aun a sabiendas del riesgo que siempre entrañan las operaciones que practicaban.
Transcurridas 12 horas andando pararon para comer, antes de afrontar una cascada y "una pequeña escalada" que iba a resultar el punto de partida del accidente que probablemente tarde en olvidar en mucho tiempo, sus porqués y los motivos que lo derivaron: "Comenzó Gustavo el ascenso, José se quedó abajo dándole cuerda y yo me quedaba abajo recogiendo las mochilas para, una vez que estuviera todo preparado, todo el mundo para arriba. Llegó arriba del todo a Gustavo, debido al ruido no se escuchaba bien, pero todo bien. Llegó un momento en el que José dijo que iba a subir para tener contacto visual con Gustavo. Comenzó la escalada, llegó un momento en el que los vi juntos, y en un momento dado te despistas, miras para abajo y los ves a los dos cayendo. En ese momento es una película, no piensas que está pasando de verdad".
Lo que entonces pudo ser un accidente alcanzó cotas insospechadas tan altas como las de la montaña en la que se encontraban. Así, entró en estado de shock del impacto y socorrió a José porque era el que más cerca tenía: "Sangraba abundantemente, por la cabeza, estaba consciente". Después fue a por su compañero Gustavo, quien no respondía a sus llamadas o movimientos.
Ante el fatal desenlace de uno de los dos compañeros, Juan Bolívar centró todos sus cuidados en no perder también a José Antonio Martínez, al que veía malherido, lo que le hizo despedirse de forma prematura de "todo el mundo", a los que mandó "mensajes".
Sin embargo, este granadino aguantó estoicamente durante seis días como pudo, dando de comer y beber a su compañero, con quien mantenía conversaciones y "hablaba" a la espera de un equipo de rescate que no llegaba.
"Dos personas con cuerdas"
Fue al cabo de los días cuando "dos personas con cuerdas" aparecieron en el lugar, lo que esto aportó un halo de esperanza al que se aferró para tratar de sacar de allí con vida a su compañero y salir él también con vida.
Los gendarmes marroquíes le bajaron una camilla, ante lo que él se negó a actuar, requiriendo el apoyo de al menos uno de ellos. El accidente llegó hasta este punto en el que todo se tornó en "chapuza" y en un "asesinato" de su compañero.
Según ha relatado el propio Bolívar, no veía "lógico" algunas de los procedimientos para desarrollar el rescate, con una camilla que no subía y que "fue directa a la catarata". Como pudo la sostuvo en el agua sin que el gendarme diera más explicaciones: "Llegó la noche y José Antonio seguía en el agua, yo sin fuerzas no podía hacer nada y escuchaba a José que se ahogaba. Así se pasó la noche".
"Yo a mi amigo lo daba por perdido, llegar hasta donde estaba, directamente tiró la camilla al rio, la dejó hundida, las manos en el agua, y el gendarme se largó", ha relatado.
No fue hasta las dos horas cuando a las dos horas apareció Protección Civil de Marruecos, tras lo que ayudó a sacar la camilla ya con su compañero fallecido, quedando una sensación de indignación y resignación, ya que las últimas palabras hacia él fueron que aguantase cinco minutos, los que supuestamente debían transcurrir desde que la camilla se enganchaba hasta que abandonaba aquél infernal lugar.
"La sensación que me queda es que a tu compañero te lo quitan por la cara. Hubieran venido a rescatarlo el sábado o el martes, el resultado hubiera sido el mismo: un asesinato", explica Bolívar.
Entre la vivencia saca como positivo la "fortaleza" y ser consciente de que puede "aguantar" todo lo que le echen. Quizás nunca hubiera querido comprobar en primera persona que es capaz de ello si en el regreso a España lo hubiera hecho con sus dos compañeros vivos.