viernes 19 abril
LA CRÓNICA HORIZONTAL  |   |

Un cajón lleno de trapos sucios

Las críticas de Ochoa y el cisma abierto con la vuelta de Héctor Hernández demuestran que el Granada CF estaba herido de muerte desde dentro

Un joven aficionado se muestra sin consuelo al acabar el partido del sábado. Foto: Álex Cámara

En todas las casas hay trapos sucios que lavar. En todos los lugares que se presten hay situaciones torcidas, que complican la estabilidad de un proyecto y el Granada CF no iba a ser menos.

Los aficionados del equipo rojiblanco llevan toda la temporada queriendo saber qué es lo que ha pasado realmente del vestuario para que la situación deportiva no se consiguiera remontar en ningún momento este año y que el descenso estuviera cantado hace semanas.

Con el final de Liga parece que el cajón de trapos sucios y porquería que había en el Granada CF, más grande o más pequeño, ha quedado oficialmente. Después de la muerte, en lugar de las bondades del difunto, ahora están saliendo sus defectos, que eran muchos.

El primero que comenzó a incidir en las (muchas) cosas que se habían hecho mal esta temporada era el propio entrenador del Granada CF. Tony Adams ya advirtió hace un par de semanas que quizás no había jugadores preparados para pertenecer a esta plantilla.

Fue mucho antes, justo en su último partido en el banquillo, cuando Lucas Alcaraz habló de actitud y, sobre todo, de aptitud no solo de los que se visten de corto, sino también de los directivos y dirigentes de la entidad. La diferencia respecto a Adams es que el granadino apuntó bien alto en su autocrítica.

Pero fue el pasado viernes cuando salieron a relucir las vergüenzas internas del vestuario del Granada CF, principalmente motivadas por la polémica vuelta que protagonizó Héctor Hernández a la conclusión del partido.

El jugador vallisoletano actuó por cuenta propia cuando sus compañeros ya habían pedido disculpas a la afición en grupo en el centro del campo. Independientemente de que sea una medida populista o no, lo cierto es que ello provocó un cisma en el vestuario, especialmente molesto con la actitud del 'cedido' por la Real Sociedad y que le costó la reprimenda del primer capitán del equipo, por permanencia en el club, Dimitri Foulquier.

Cuando el futbolista llegó al vestuario se encontró con todas sus pertenencias fuera del habitáculo, lo que generó una situación de tensión entre él y algunos integrantes de la plantilla.

La situación no solo quedó ahí. También llegó el turno para Ochoa, quien inculpó a todo el vestuario, él el primero, en la situación que había vivido la plantilla rojiblanca, afirmando que había jugadores que no habían tirado del carro cuando más falta hacía.

Era algo que se sospechaba, que incluso se sabía en los mentideros futbolísticos, pero que hasta entonces nadie se había atrevido a sacar ante los micrófonos de los periodistas.

Pero esta guerra civil interna ya no aporta mucho a un Granada CF que tiene que empezar de cero, que ya trabaja por volver a Primera División cuando, prácticamente, aún no se ha ido.

Pensar en el futuro es lo único que puede consolar a una afición a la que, por si le quedaba poco por ver, todavía tenía que apreciar cómo se abre el cajón de 'porquería' para airear los trapos sucios que han conducido a esta situación. Cerrarlo, limpio y cuanto antes, es la única salida aparente.

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