martes 16 abril
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Un idilio para la eternidad

Raphael demuestra su capacidad para mantener la conquista con sus fans más veteranos y seducir a los no tanto

Raphael demostró ser un conquistador nato sobre el escenario. Foto: Álex Cámara

Raphael demostró ser un conquistador nato sobre el escenario. Foto: Álex Cámara

En alguna entrevista ha reconocido que viste de negro para tener él todo el protagonismo. Pero lo cierto es que ya vistiera de amarillo chillón, que ese papel no se lo arrebataría nadie, ni si quiera por estar acompañado de más de 40 integrantes de la Orquesta Sinfónica de Málaga. Raphael ha sido, es y será eternamente el único foco de atención cuando se sube a un escenario.

Así quedó demostrado este sábado en un Palacio de Deportes de Granada, que sin abrirse al público en su totalidad, agotó casi todas las entradas para más de dos horas y media de intenso idilio entre la orquesta, el público y el artista, que genera un clima marcado por su galantería de principio a fin, sus arrebatos con el dedo índice apuntando al techo como 'marca de la casa' y la conexión total entre todos.

Entregados desde que se apagaron los focos, la cita ya comenzó a animar a los presentes con los sones de 'Yo estoy aquí' para hacer su aparición estelar en torno a las 21.15 y poner en pie a los 4.500 fieles que no quisieron perderse la cita, y cuyo reloj de la edad quedó congelado por completo hasta la media noche.

Cuando su voz comienza a sonar entremezclada con la música que marca la Orquesta Sinfónica de Málaga el resultado simplemente es para dejarse llevar. Y él, mientras tanto, va contando su vida con canciones de amor, desamor, reencuentros, odios, deseos y sueños cumplidos y sin cumplir. Así, inició el recital con 'Ahora' y 'Enamorado de la vida' para seguir con su 'Provocación', en la que ya hizo ver a los presentes que iban a ser tan necesarios o quizás más que la orquesta, al pedirles que le acompañaran en los coros cada vez que los focos apuntaban al patio de butacas.

El amplio abanico de temas de Raphael, y los años que han pasado desde que los lanzara, permiten que sus éxitos sean amplios y numerosos. Aunque él sabe cuáles son los que todo el mundo está esperando. Para no hacerse de rogar, solo tardó cuatro temas en interpretar 'Qué pasará' y 'Se me va', dos de sus muchos estandartes que, para entonces, ya convirtieron en imprescindible la participación del público.

Aunque el traje, la corbata y la camisa negra parecen elementos que tienen que estar intactos cuando el artista de Linares pisa el escenario, su comodidad prevalece por encima de todo. Así, se desprendió de la chaqueta y soltó el nudo al cuello para desatarse definitivamente. Ocurrió mientras cantaba 'Despertar el amor' para continuar con 'Digan lo que digan' y dedicar las primeras palabras a sus fieles seguidores.

"Es un verdadero placer estar en esta ciudad que siempre me ha acogido", dijo para explicar que se había decantado por un concierto sinfónico en este momento de su carrera porque el artista "tiene que seguir avanzando y aprender toda su vida". Tras presentar a la orquesta, "quien les canta soy yo", dijo con la humildad de quien se sabe centro de atención.

Para demostrar que nada ha cambiado con el paso de los años, Raphael tiró de 'Yo sigo siendo aquél', y continuar con 'Solo te tengo a ti' además de 'Y fuimos dos'. Es a partir de entonces donde el ir y venir del artista sobre el escenario no queda ahí. Entran en escena una silla de oficina para 'No puedo arrancarte de mi', 'Por una tontería' junto al piano y en cuyo tema arroja un vaso de agua. O 'Frente al espejo' tras la que termina rompiendo un cristal a modo de espejo. Quedó claro que el espectáculo no se iba a limitar a cantar.

El repaso a su inventario de canciones estuvo repleto de éxitos como 'Volveré a nacer', 'Gracias a la vida' con una guitarra española; 'Un día más' o 'Qué tal te va sin mi'. A ellos le siguieron otras letras como 'Desde aquel día', 'Cuando tú no estás', 'Detenerla ya' o 'Hablemos del amor', la que para él es la 'joya de la corona' de su catálogo.

Aunque las reiteradas ovaciones que el público le brindaba hacían presagiar que el final había llegado, Raphael ofreció su versión más inagotable antes de volver a invitar a cantar a los presentes con 'Maravilloso corazón', dirigir la orquesta y a sus seguidores con 'Escándalo' y hacer un amago de despedida con 'Ámame'.

"Voy a volver todas las veces que ustedes quieran", dijo el andaluz, que a los sones de las bulerías provocadas por sus 'amantes' insaciables no se despidió sin interpretar 'Qué sabe nadie', 'Yo soy aquí' y 'Como yo te amo', con la que como si de la carroza de Cenicienta se tratase, un minuto antes de las doce de la noche, la magia se acabó. Aunque el idilio, como en el cuento, durará para la eternidad.

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