Un legado impagable
El Granada CF dice adiós a un sueño inimaginable y que crea un arraigo y sentido de pertenencia que dará frutos en el futuro · En el recuerdo perdurarán 15 partidos inolvidables en Europa
El Granada CF ha dicho adiós a la UEFA Europa League y lo ha hecho de la forma más digna posible. La cabeza puede estar bien alta de los componentes de la plantilla granadinista, pues han dejado consigo numerosos recuerdos para la afición y la ciudad, pero sobre todo un legado impagable.
Cuando hace más de tres lustros el club tuvo que lanzar la campaña 'Yo también me sumo', dirigida a salvar los estamentos de la entidad y ni por asomo se podría intuir lo que ocurriría en esta década del siglo, entonces alrededor de un millar de socios decidieron apostar su dinero a caballo que entonces era perdedor.
Entonces lo difícil era ser del Granada CF, sentir que el club era de la ciudad, en la que no solo había otro club que, de forma lícita, trataba de reivindicar su espacio; sino que se fundó un nuevo club con la intención de desbancar al rojiblanco horizontal porque se consideraba que lo viejo tenía poco futuro.
Aquellos que salvaron al club de la desaparición no son ni más ni menos granadinistas que los de ahora, pero sí hay que reconocerles que el camino recorrido desde entonces ha permitido llegar hasta este punto en el que la UEFA Europa League ha sido la cota más alta a la que se ha llegado.
Niños de rojiblanco horizontal
Lo más importante es el legado. Aquel Granada CF, el de Tercera División, dejó el legado de los socios que lo salvaron, y este el de niños que visten de rojiblanco horizontal, que sienten, viven, sueñan y padecen con el equipo de su tierra.
Esos niños muy probablemente sean el mejor fruto que el club recogerá dentro de unos años, que estén a las malas, porque el equipo se lo dio todo en el peor año de sus vidas marcado por la pandemia del coronavirus.
Se harán socios y podrán decir que vieron al equipo en Europa, pasearse durante 15 partidos llevando la elástica de aquí a allá y conquistando territorios como Durrés, Suecia, Eindhoven, Nápoles o Budapest. Se escribirán libros, se reflejará que lo logrado un año después de subir de Segunda era impensable entonces.
La semilla que se siembra es impagable, porque sobre todo el Granada CF se arraiga más que nunca a la tierra y eso, al tener 90 años de historia, es quizás el mejor regalo que el granadinismo haga a la entidad, pues probablemente garantice con ello otro buen puñado de años de existencia.
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