viernes 19 abril
CORONAVIRUS  |   | Rita M. Marín

Una nueva vida bajo techo para los granadinos

Hace un mes que las familias granadinas viven bajo el estado de alarma debido a la crisis sanitaria, algo que se traduce fundamentalmente en el hecho de haber sufrido un cambio radical en las rutinas diarias

Las calles de Granada se han quedado vacías durante el confinamiento. Foto: Álex Cámara

La aparición del coronavirus en las vidas de los granadinos se ha convertido en un antes y un después de la cotidianidad. Esa palabra, que antes transportaba a la población a lejanas tierras asiáticas, ha llegado a nuestro país, a nuestra provincia y a nuestras casas para transformar nuestra realidad y crear nuevas situaciones, nuevas costumbres y una nueva forma de llevar el día a día.

Durante este mes de confinamiento, de “aislamiento social”, los granadinos han visto alterada su rutina en cinco aspectos fundamentales, que tal vez, antes pasaban desapercibidos, y ahora se han convertido en el “gran caballo de batalla” de esta nueva normalidad.

1. Teletrabajo para los más afortunados

Salir de casa con prisas, esperar no encontrar mucho atasco en la autovía, o conseguir un asiento en el autobús o Metro. Llegar al trabajo, saludar a los compañeros y comentar algo entre risas, organizar la mañana, compartir un café, y ponerse “al lío”. Todo eso ha cambiado. Ahora, aquellas empresas que pueden seguir desempeñando su labor han optado por organizar el ‘teletrabajo’ para sus empleados.

Ya no se sale a la calle y se ha tenido que adaptar algún rincón de la casa para colocar el ordenador y poder seguir conectado con el ‘mundo exterior’. Se trata de seguir haciendo informes, redactando planes, propuestas, calculando operaciones o asistiendo a clientes, pero todo ello, con hijos alrededor y en un piso, que a veces, no suele pasar de los 80 metros cuadrados.

2. Reposteros y cocineros, nuevas 'profesiones'

Y, ¿el tiempo libre? Porque parece que el tiempo libre ha crecido exponencialmente, y los horarios han cambiado. Y como las modas cambian lo de ir a tomar unas tapas, o a cenar algo en algún bar se ha sustituido por hacer pan, o ser reposteros o lanzarse a la aventura culinaria improvisando nuevas recetas.

Las redes sociales dedicadas a la gastronomía son las grandes ‘influencers’ de la temporada de confinamiento, desplazando a aquellas otras que “recomiendan” el mejor ‘outfitt’ para la primavera. Ahora hay que ser un nuevo aliado para la masa madre, tener harina de repostería y por supuesto un horno que esté activo a cualquier hora del día.

3. Limpieza, limpieza y más limpieza

¿Cuántas vueltas se ha dado a los armarios para deshacernos de ropa que ya no se va a utilizar y estaba guardada “por si acaso”? La limpieza también ha adquirido el papel de nueva afición durante este confinamiento. Habitación por habitación. Orden en papeles que se amontonaban en algunos rincones, aspiradoras y cepillos son los reyes de cualquier hogar. Cuidado de las plantas, dando lugar a nuevos jardineros en potencia, o repasar las juntas de los azulejos, despertando “la obsesión” por el brillo de los baños.

4. Larga vida al parchís, la oca y el ajedrez

Ha sido necesario un confinamiento para echar mano de esos juegos que reposan en los altillos del último armario de la casa y que se pueden compartir en familia. Además de videojuegos y máquinas variadas, los dados han empezado a sonar más de una tarde en los hogares del coronavirus. Los granadinos han recuperado tradiciones que durante unos años han estado olvidadas y desterradas a la categoría de antiguallas para compartir unas horas de parchís, oca, juegos reunidos o ajedrez en familia. Porque… hay tiempo para todo.

4. Hablar y verse mucho por teléfono

El “encierro” en casa no ha supuesto aislamiento social. Ha supuesto mantener distancia social, alejamiento físico, pero para nada se han perdido las ganas de charlar, los unos con los otros, de relacionarse, de contarse el día, de mandar mensajes, de hacer videollamadas, y de mantener, pese a todo, el cariño, la humanidad, y la esencia de las personas, seres sociales por naturaleza.

Lo que antes era arreglarse para ir a tomar algo, ahora se ha convertido en un “voy a peinarme que a las seis tengo cita con mis amigas”, o “después de los aplausos llamo a papá y mamá para ver cómo están”, o “siempre le mando un mensaje de buenos días a esa persona que ya me gustaba antes de este mes”.

Confinamiento sí, no poder salir a la calle también. Perder la esencia y la capacidad de adaptación nunca. Ha pasado un mes y la vida sigue, aunque no sea igual.

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