Academia de Formación Granada CF
Aún sigo rumiando lo que sucedió el pasado viernes en el Estadio Nuevo Los Cármenes, aunque a estas alturas lo de "Nuevo" no sea más que un apelativo oficial, y no algo realista. La sensación de preocupación que tengo no es por presenciar la segunda derrota en casa en dos partidos de liga, que representa el peor inicio histórico en Segunda. Al final, en caso de lograr el ascenso al final de temporada, quedará en algo anecdótico, de igual manera que igualar la mejor racha de victorias en Primera con Robert Moreno no nos sirvió para eludir el descenso. Lo que realmente me preocupa es que, tras una pretemporada y tres jornadas de liga, el equipo se muestra aún demasiado verde, desmoronándose ante cualquier adversidad y cometiendo errores infantiles. Incluso el gol de Hongla, que es una auténtica maravilla, nace de estar completamente fuera de sitio, tirado a la banda y jugando casi como extremo.
Cuando se produce un descenso, se pueden seguir dos caminos: uno revolucionario, donde remodelas gran parte de la plantilla, o uno más conservador, apostando por mantener la base, presuponiendo que en una división inferior será más competitiva. En el caso del Granada CF, ya sea por convicción o por necesidad —dado que el resto de clubes tampoco han realizado grandes inversiones en este mercado— se optó por la segunda opción. Si esta es la vía elegida, los jugadores, que vienen de colapsar en Primera División firmando una sonrojante última posición, necesitan resetear sus mentes y ganar confianza.
Para lograrlo, es fundamental contar con un entrenador que arrope a los jugadores y les brinde seguridad desde un sistema cómodo y adaptado a sus virtudes. Sin embargo, se ha apostado por Guillermo Abascal, un técnico sin experiencia en el fútbol profesional español, cuya idea de juego está en las antípodas de lo que ha dado resultado con estos jugadores. Incluso Paco López, un entrenador de perfil similar, supo verlo y adaptarse para alcanzar el éxito hace dos temporadas, aunque no sin dificultades y con una dosis de suerte. Abascal todavía está a tiempo de ser ese técnico, pero para eso necesita reflexionar junto a su cuerpo técnico qué es lo mejor para el equipo, y si me permite un consejo, rebajar bastante el tono en sus intervenciones ante los medios, al menos en rueda de prensa.
Resulta curiosa la habilidad de la dirección del club —dirigentes locales, adjuntos y propiedad, aunque a menudo no se sepa dónde termina una parcela y empieza la otra— para complicarse cuando las cosas son aparentemente simples, aunque en el fútbol nada lo es. En tres ocasiones bajo esta propiedad se ha apostado por directores deportivos que nunca habían ejercido tal cargo y por entrenadores exóticos o mediáticos que han aportado poco o nada en su paso por el club. No dudo de los conocimientos teóricos de Guillermo Abascal, ni de la labor de scouting de Matteo Tognozzi en la Juventus, uno de los grandes de Europa. El problema es que ser entrenador o director deportivo de un club profesional va mucho más allá de eso. Es lo que separa a los teóricos del fútbol en redes sociales de los entrenadores, y a los jugadores de PC Fútbol de los directores deportivos.
Sin embargo, los responsables de este club siguen empeñados en una vía más sostenible y económica, en lugar de apostar por profesionales contrastados que ofrezcan estabilidad. ¿Quiere ser director deportivo y no encuentra un club de fútbol profesional en Europa que le dé una oportunidad? ¿Es entrenador y no consigue un banquillo más allá del juvenil o de una liga menor? No se preocupe, el Granada CF es el lugar ideal para usted.