viernes 19 abril
Opinión  |   |

Aire fresco

La sentencia del caso Gürtel ha sido el detonante final para que el Congreso de los Diputados desaloje al PP y a su presidente del Gobierno de España. Hasta ese momento, parecía que para el interés nacional era mejor que nos gobernara un partido corrupto, lleno de personas corrompidas y condenadas en vez de que otras opciones políticas ocuparan la dirección del país, aun cuando aquel Gobierno hayan actuado contra el bienestar de l@s ciudadan@s.

En ese escenario se ha movido la moción de censura que ha presentado el PSOE y que ha contado con el apoyo, sin condiciones previas, de Podemos. Entre los dos partidos políticos tienen similar respaldo popular y de escaños a la anterior coalición de facto PP-Ciudadanos, sin embargo, esto no ha sido óbice para que algun@s digan que el Gobierno que sale es muy débil, lo que ponen en contraposición al Gobierno “fuerte” presidido por el señor Rajoy, aún cuando este no tuvo ninguna credibilidad para el Tribunal que ha resuelto que el Partido Popular se ha lucrado de la corrupción política y económica, por cierto, personas que en su gran mayoría fueron invitad@s principales en la boda de la hija del señor Aznar en El Escorial, además de algunos miembros destacados del Gobierno que presidió, si bien, se presta voluntario para reorganizar el centro derecha. De traca.

Pues bien, es evidente que el nuevo Gobierno lo va a tener difícil, tendrá que hacer un ímprobo esfuerzo para llegar a consensos para corregir alguna legislación que tanta desgracia y precariedad ha traído y que ha postrado a millones de personas, pero que también quebró la economía familiar, que además ha sido la paganini del destrozo.

La moción de censura es una herramienta constitucional, de carácter extraordinario, que pretende corregir una grave situación en la gobernanza y de la que ha sido único responsable el Sr. Rajoy, que no solo no reconoció ante un tribunal sus responsabilidades en el caso Gürtel, tampoco lo hizo en el Congreso de los Diputados, provocando así un daño mucho mayor a la credibilidad del país y a la honestidad que se le supone a un Gobierno, pero es que, se permitió el lujo de afirmar que dejaba España mejor que la encontró, cuando la realidad es bien distinta, ya que la actividad económica se calcula por el bienestar de la gente y aquí las cuentas no salen y los datos cantan.

Por ejemplo, si observamos la evolución de la renta media de las personas, el INE ha determinado que en el año 2011 fue de 13.902 €, mientras que en el año 2017 ha sido de 13.690 €, la conclusión no puede ser otra que la población española se ha empobrecido pero, además, como consecuencia de la brutal reforma laboral ha aumentado la desigualdad económica, lo que ha traído la precariedad laboral en todos sus aspectos, con aumento sustancial de la brecha salarial entre hombres y mujeres.

Como consecuencia de lo anterior la pobreza ha aumentado, y hoy España es uno de los países de la Unión Europea con más personas en riesgo de pobreza y exclusión social (unos 13 millones). Hemos escalado del puesto 11º al 7º del ranking. ¡Vaya honor!.

Pero ahí no acaba la cosa, es que el Gobierno del que se siente orgulloso el Sr. Rajoy se ha gastado el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, en total ha derretido 74.000 millones de euros, mientras, el coste de la vida ha subido casi un 5%, las tasas universitarias han aumentado un 35% y el copago de las medicinas a l@s pensionistas se ha generalizado. Esta es la economía real, la que afecta a personas y estas se han visto empobrecidas sustancialmente sin que para nada hayan percibido, siquiera de lejos, la pregonada recuperación económica.

En conclusión, lo que hay que esperar de la moción de censura, que ya ha provocado una bocanada de aire fresco, es que desarrolle una política que alivie la actual situación, practicando el consenso y el encuentro entre las formaciones políticas que han apoyado dicha moción, para sentar las bases futuras que puedan contribuir a solucionar los graves problemas que afectan a España, que no solo son económicos, también son políticos. Después, sin dilación, habrá que convocar elecciones generales.

Salvador Soler García
Colaborador Ahora Sí

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