miércoles 16 julio
Opinión  |   |

Corrupción: Rendirse no es una opción

Asistimos aturdidos, a un nuevo ciclo de podredumbre política. El PSOE, que llegó al poder en 2018 prometiendo una regeneración tras el caso Gürtel, hoy navega en un mar de escándalos: Koldo, Ávalos, Santos Cerdán o la investigación a la fontanera salpican y deslegitiman al presidente del gobierno. Mientras tanto, el Partido Popular, condenado por tramas como Gürtel o Bárcenas, en un alarde de hipocresía convoca manifestaciones bajo el lema "Mafia o Democracia". Esta falsa dicotomía es precisamente el problema: no estamos obligados a elegir entre corruptos "cutres" y corruptos "premium", como ha dicho Gabriel Rufián. La rendición ética que normaliza la corrupción como un mal endémico es un veneno que corroe las entrañas de nuestra democracia.

La normalización como herencia tóxica

El franquismo institucionalizó el saqueo como una práctica sistémica. Las mismas empresas que financiaron la dictadura criminal franquista, muchas de ellas hoy en el IBEX 35, fueron blindadas durante la Transición mediante un pacto de impunidad. La corrupción no es un accidente; es un diseño. El PSOE, lejos de romper este esquema, se convirtió en su cómplice funcional. Basta comparar legislaturas: desde los 20 casos graves de Felipe González (GAL, Roldán, Filesa) hasta los recientes de Pedro Sánchez (Koldo, Ávalos, Santos Cerdán o la operación de la "fontanera" Leire Díez para desacreditar a la UCO). Aunque el volumen económico de los casos actuales sea menor, la degradación es más profunda: el PSOE ha seguido normalizando la corrupción, con frases como “eso pasa en todos sitios” “la corrupción 0 no existe”. Cuando el PSOE en vez de legislar contra la corrupción opta por llorar, por quejarse, esconde una verdad incómoda: el PSOE prioriza su supervivencia sobre la verdad.

El cinismo de la alternancia corrupta

El PP exhibe una doble moral grotesca, chusca. Mientras convoca concentraciones para exigir la dimisión de Sánchez, olvida, ignora, que es el partido más corrupto conocido, que está disputando el liderazgo en la competencia por la corrupción y, de momento, va ganando. Sus expresidentes Aznar y Rajoy, presentes en estas manifestaciones, gobernaban cuando estallaron casos como Bárcenas (la caja B del PP) o Púnica (250 millones en contratos amañados). Isabel Díaz Ayuso declara en esas mismas protestas que "fabricar corrupción para tapar corrupción se llama mafia", sin explicar la presunta corrupción de su novio, las 7291 víctimas de las residencias de abuelos y abuelas en Madrid o, los 30 millones de euros malversados en el caso Lezo durante su etapa en la Comunidad de Madrid. Este teatro hipócrita y cínico no es oposición: es la competencia entre dos bandas por el control del botín.

Propuestas, No Resignación

Ione Belarra ha resumido la situación en que: "Políticamente, esta legislatura está muerta". Pero, su diagnóstico incluye soluciones concretas como sanciones eternas a empresas corruptoras, excluyéndolas de por vida de la contratación pública e inhabilitando a los políticos y políticas que se dejan corromper. Fin del aforamiento que blindan a políticos y políticas corruptos y corruptas. Y, promulgar leyes que aseguren la devolución de todo el dinero robado, sin excluir, la expropiación de bienes de condenados por corrupción.
Estas medidas atacan el circuito económico de la corrupción. Si las constructoras y empresas saben que un delito las excluirá del negocio público de por vida, la prevención será real. No podemos ni debemos callar y asentir sobre que la corrupción es inevitable, que pasa en todos sitios y así justificar que es algo con lo que debemos convivir. El franquismo normalizó la corrupción y que por eso era mejor aprovecharse. Las empresas que habían sostenido la dictadura franquista, casi las mismas que hoy forman parte del IBEX 35, quedaron intocables cuando el pacto de la transición las dejó incólumes y plenamente operativas.

La solución no es abstencionismo; es construir una alternativa ética desde la izquierda, apoyando, con medios, el trabajo de las fiscalías anticorrupción con autonomía real, protegiendo a los y las jueces y periodistas que investigan las redes de poder y, por supuesto, acabar con el duopolio bipartidista corrupto PP-PSOE.

La democracia exige memoria

El franquismo nos robó décadas; la Transición nos penó a la impunidad de las élites. Hoy, cuando los corruptores de las grandes corporaciones siguen apoyando a los mismos partidos, callar es ser cómplice. Como se ha dicho, si la izquierda no gobierna con honradez, la estructura corrupta lo hará por nosotros.

No hay democracia sin integridad.

Sustituir al PSOE por una izquierda transformadora no es una utopía; es la única ruta para rescatar la política de las garras de la corrupción. Como dijo Albert Camus: "Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada en este mundo". Nos merecemos y necesitamos domar esa bestia. "El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan.” (Arnold J. Toynbee) y en esto sí que están interesados corruptores y corruptos.

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Columnista
Salvador Soler

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