jueves 18 abril
Opinión  |   |

Cuestión de privilegios

En el marco de las iniciativas del 8M de 2018 algunas de las mujeres que participamos en la vida política de Granada y su área metropolitana decidimos colgar los delantales en el balcón del ayuntamiento de la capital. Este gesto fue necesario, pero hoy se percibe insuficiente. Es vital preguntarnos qué significan los delantales como símbolos de las luchas y manifestaciones feministas, y qué cuerpos son los que encarnan esos mandiles y esas tareas.

En este nuevo siglo, las teóricas de la economía feminista han puesto en el centro de sus investigaciones el trabajo reproductivo como condición indispensable para el desarrollo del trabajo productivo o mercantil, es decir, para la superviviencia del sistema económico y social tal como lo conocemos. Gracias a estos estudios sobre las cadenas globales de cuidados sabemos que las migraciones tienen fundamentalmente rostro de mujer, que esas mujeres ocupan los espacios laborales que están menos cualificados y valorizados socialmente, de un lado y otro del océano. Y que, sin embargo, son esas labores las que sostienen el mundo. Si profundizamos, observamos que además sufren más violencias y que se les infringe por el hecho de ser mujeres migrantes.

No todos los cuerpos son iguales: si portas un cuerpo diverso, si hablas de manera diferente, o tu piel tiene un color distinto al blanco, eso marca tu vida. Las personas migrantes y racializadas sufren múltiples desigualdades.
¡No estamos todas, faltan las internas!

La ley de extranjería con sus infinitos y tortuosos trámites, la coacción de muchos empleadores que se aprovechan de la falta de regularización administrativa para aumentar la precarización, el acoso sexual y la vulneración de derechos básicos como el disfrute de descansos y vacaciones, están en los relatos de las trabajadoras del hogar de Granada. Muchas de las mujeres que dan cuerpo a esos delantales y cubren las necesidades de cuidados no han podido hacer huelga ni participar en las manifestaciones este 8M. El ejercicio de un derecho conseguido por el mundo occidental, se plantea como un privilegio para las 'otras'.

El movimiento feminista internacional busca este 2019 desbordar los continentes y los contenidos. En ese sentido, en el encuentro de feminismos andaluz celebrado hace apenas un mes en Granada, la comisión de migraciones y antirracismo del 8M denunciaba el racismo y la violencia institucional, y proponía iniciativas como la derogación de la ley de extranjería, el cierre de los CIES (centros de internamiento de extranjeros) o impedir la construcción de nuevos, como el proyectado en Motril.

Las instituciones cercanas, como los ayuntamientos, deben ser las primeras en corregir el racismo institucional, prevenir situaciones de desigualdad y velar por los derechos de las personas más vulnerables. En otras palabras, anclar ese grito internacional del movimiento feminista en las prácticas y voluntades políticas concretas. Poner la vida en el centro es un privilegio devenido en deber, nos resta volverlo derecho.

"El feminismo será antirracista o no será"

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Columnista
María Amalia Palacios

Concejal de Podemos Cenes de la Vega

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