viernes 19 abril
Opinión  |   |

Decálogo en torno a 'La Manada'

Dudaba si dedicar mi columna a este tema, sobre todo ante el temor a no ser capaz de aportar nada nuevo. Finalmente ha podido mi indignación. El formato de decálogo facilita mi intento de ser sintético.

Uno. Resulta sorprendente, y motivo de esperanza, la capacidad de movilización sostenida que ha logrado el movimiento feminista en los últimos meses. Frente al momento reaccionario que vivimos en España la movilización de las mujeres (también la de los pensionistas y otras) es una luz de esperanza.

Dos. Que un grupo de “machotes” se organice para ir de fiestas y decidan denominarse “la manada” es ya sintomático del grado de estupidez al que han llegado. Sus conversaciones, registradas en las redes sociales, no hacen sino confirmar el peligro de su nivel de majadería.

Tres. Sus machistas comportamientos habituales reflejan no solo la “cosificación” de las mujeres, a las que convierten en un simple objeto de placer propio que puede ser “usado” a su antojo, sino también un infame exhibicionismo que se suma como elemento de satisfacción añadida. Llegando ambos elementos a retroalimentarse peligrosamente.

Cuatro. Aunque contraste con el amplio movimiento solidario que la sentencia ha despertado, resulta muy doloroso percibir la escasa empatía hacia la víctima que se ha puesto de manifiesto a lo largo de este tiempo en tanta gente. Incluidas personas con relevantes responsabilidades profesionales, políticas o sociales.

Quinto. La respuesta de algunos políticos, ante la movilización social, ha sido la de siempre, proponer cambios legales. Sigo pensando que no es bueno legislar en caliente. Tampoco en este caso. Como se ha dicho, la redacción actual del Código Penal permite perfectamente que a la descripción de los hechos recogidos en la sentencia se le pueda aplicar la condena por agresión sexual antes que por abuso sexual. Esperemos que en la resolución de los recursos esta cuestión pueda ser corregida.

Sexto. Hay probablemente un problema más de fondo que parece traslucirse de la sentencia y que se refiere a la propia mentalidad de algunos de nuestros jueces, lo que lleva de inmediato a pensar en la idoneidad del modelo de selección y de formación de los miembros de la carrera judicial.

Séptimo. Mientras que los dos jueces que formaron mayoría para dictar sentencia dan un salto, que quizás podamos calificar como benevolente, entre la descripción de los hechos y la pena asignada a los mismos, el tercer miembro, el del voto particular, sencillamente hace una lectura de los hechos que parece totalmente ideológica. Sólo desde una mentalidad retrógrada, ultramachista y casi pornográfica se puede llegar a concluir que una mujer violada obtiene placer de esa agresión. Donde los primeros ven una agresión en toda regla, el segundo ve una simple “juerga” voluntaria. ¿Cómo es posible?.

Octavo. Las víctimas de una agresión sexual lo son doblemente, primero por el hecho en sí, y segundo porque se pueda cuestionar lo adecuado de su conducta previa o posterior, llegando incluso a objetarse si pudo en algún momento dar pie a la propia agresión (¿qué hace una chica joven sola y borracha a altas horas de la madrugada en la calle…?) o si como consecuencia de ella debiera mostrar dolor perpetuo y sufrimiento infinito.

Noveno. Resulta chocante que dos miembros de “la manada” fuesen servidores públicos, uno militar y otro Guardia Civil. Sin que esto signifique que pueda extenderse ningún manto de sospecha sobre el conjunto sí que impresiona pensar que personas así puedan ejercer de día como “protectores” y por la noche como “depredadores”.

El ministro de Justicia ha optado por romper la tradicional posición del PP de no comentar sentencias judiciales y ha entrado al trapo, llegando incluso a poner en cuestión, sin más pruebas, la idoneidad de uno de los magistrados. ¿Si eso es así, qué hizo para evitar que alguien presuntamente incapacitado pudiese seguir impartiendo justicia?.

Décimo. La deslegitimación de las instituciones no se produce por las críticas que se les puedan hacer sino por la práctica y los resultados de sus actuaciones y funcionamiento habitual. Y en este momento se han ganado a pulso el grado de desafección que en buena medida se les profesa.

Miguel Martín Velázquez
Colaborador de Ahora Sí

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