jueves 27 marzo
Opinión  |   |

Dejad a Leonor que camine como ella camele

El propio Fary explicaba mejor que nadie ya en el año 1985 - 20 años antes de que la princesa Leonor naciera -
que hay que dejar que los jóvenes vivan a su forma. Esta viral frase pre redes sociales pasó rápidamente de ser una alegoría sobre la droga a convertirse en un canto a la libertad de las formas en las que cada generación tiene de disfrutar, de hacer las cosas y de vivir su propia vida a medida que van creciendo.

Imaginemos que Leonor de Borbón es una chica de 19 años. Porque sí, en este momento tenemos que imaginarlo en vez de verlo con nuestros propios ojos. Y es que en vez de poder verla como una joven con personalidad y que poco a poco va forjando su carácter, solo la podemos ver como un cargo: Ella es la princesa de Asturias, heredera de la Corona y, según parece, una especie de entidad cuasi-mística que debe permanecer en un limbo institucional sin despeinarse. ¡Hasta en las fotografías donde la vemos desempeñando prácticas militares no tiene ni un pelo descolocado!

Nadie podrá decir, jamás, que Leonor no es agradable y tremendamente educada. ¿Pero qué más? Lo normal de una persona de su edad sería estar viviendo una vida llena, en forma y fondo, de momentos para forjar su carácter. Y no solo de la institución que representa sino también de todo lo que conlleva el día a día de una joven en 2025.
No pedimos que haga un 'stream' en Twitch jugando al Fortnite con Ibai, ni que nos cuente en redes su skincare routine, ni que replique el video de Montoya corriendo por los pasillos de Zarzuela. Pero tampoco estaría mal quela futura reina de España mostrará un poco de lo que significa ser una joven de su tiempo.

El problema es que Leonor está encerrada en una burbuja de perfección. Sus apariciones son escasas, sus discursos impecables pero distantes, y sus gestos están medidos hasta el punto de que nos cuesta ver a la persona detrás del título. ¿Se habrá reído alguna vez con un meme? ¿Habrá enviado un audio de más de dos minutos por WhatsApp? ¿Tendrá un grupo de amigos donde se envían stickers absurdos y fotos de gatitos? En un mundo donde la autenticidad es clave, su imagen sigue siendo hermética. Se podría decir que la nueva figura de cera de la princesa que el Museo de Cera ha estrenado improvisa más que la de heredera de verdad.

Quiero ver una Leonor que comprende lo que es el feminismo, que es consciente del problemático futuro climático que nos sobreviene, que comprende la dificultad de los jóvenes para el acceso a la vivienda (aunque ella tenga palacio de sobra), entre otras ciento de cosas que preocupan ahora a las veinteañeras…. Y no, no quiero una heredera comunista y radical. Es imposible por su cargo y su historia, pero sí considero que debería estar apegada al día a día de sus coetáneos, o al menos, parecerlo. Algo, lo que sea.

Bueno, a no ser que la pillen en Brasil supuestamente besándose con un chico, y entonces la única imagen que tenemos de su lado más humano es una foto robada y pixelada. Felicidades, España, hemos descubierto que la heredera tiene labios, ¡y los usa! Escándalo nacional. Y así, la naturalidad se convierte en noticia, cuando debería ser simplemente parte de su día a día. Como cualquiera, tendrá derecho a un crush, o a un ligue de una noche ¿no? Aunque, claro, en su caso, parece que el chico no solo tiene que conquistar su corazón, sino también sacar un diez en el examen de Historia de España.

Claro que tampoco es su culpa. La imagen de la Casa Real ha estado blindada durante años por sus padres, que han hecho de la discreción su sello personal. Malheridos por la pésima gestión del emérito, Felipe VI y Letizia han trabajado con precisión quirúrgica mostrando solo lo justo y necesario. Pero, ¿hasta qué punto este exceso de prudencia es contraproducente cuando hablamos de una siguiente generación? En un mundo donde los reyes “ya no gobiernan”, pero sí tienen que caer bien, un poco de naturalidad ayudaría a que la monarquía no parezca una película en blanco y negro.

Si quieren dar pasos hacia adelante y dejar de ser una institución rancia, arcaica y sin ningún tipo de sustento lógico o moral en los tiempos que corren, quizá ya es hora de que Leonor pueda, de vez en cuando, comportarse como lo que es: una joven de 19 años en 2025. No pedimos mucho: un poquito de naturalidad, espontaneidad y, sobre todo, un poquito de realidad. Letizia - incluso con su obsesión perfeccionista - ha abierto un poco la puerta a un nuevo camino más natural que debería seguir su hija desde ya.

No hablo de locura o desenfreno, hablamos de evolución como necesidad de los tiempos. Si siguen presentándola como un holograma, es imposible empatizar. Si la monarquía quiere sobrevivir, quizá debería empezar a conectar con la gente, sobre todo con los jóvenes, que son quienes un día decidirán si realmente quieren seguir teniendo una reina o prefieren quedarse solo con la corona de Burger King.

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Columnista
Gafas Amarillas

Periodista y Creador de Contenido

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