viernes 29 marzo
Opinión  |   |

Democracia, algo más que votar cada cuatro años

Una ciudadanía más implicada y con más capacidad de decisión probablemente acertará en qué es necesario para su pueblo, para su ciudad. Como una forma de implicar a la gente en las decisiones sobre en qué y cómo gastar el dinero de todos surgen los presupuestos participativos. Una pequeña parte del dinero municipal, del dinero de todas, se decide por la ciudadanía en que se va a emplear. Primero hay una ronda de recogida de propuestas y luego se vota, eligiendo prioridades según las necesidades de la gente.

En Albolote llevamos dos años poniendo en práctica esta iniciativa. Para que la gente vuelva a confiar es necesario que se observen escrupulosamente las normas, se respete el último detalle las decisiones tomadas por el pueblo. El incremento de participación en estos presupuestos ha sido patente a pesar de que algunas cosas pueden ser mejorables. Los políticos deben también creérselo, en el momento en que los ciudadanos perciban que en cualquier caso van a hacer lo que quieran, y no van a tener en cuenta sus decisiones, volvemos a la casilla de salida, al vote usted cada cuatro años que ya harán ellos lo que mejor convenga a sus intereses (los del político y partido de turno).

Este año la opción de la reforma de la Escuela de Música quedó en cuarto lugar en las votaciones de Albolote y en vez de remodelarla se va a hacer la sexta de las opciones: el cambio del césped del campo de fútbol.

No es sólo un incumplimiento de las reglas establecidas, es un desprecio del Ayuntamiento, de sus gobernantes, de la Alcaldesa del PSOE, Concepción Ramírez y su equipo, a la voluntad popular, un ninguneo de la democracia, una violación de las normas que el propio equipo de gobierno creó al principio de su mandato. Así pues la cuestión política, queda otra vez relegada a lo extraño y prescindible, a oscuros intereses que no tienen en cuenta el criterio de la gente. Al vote usted cada cuatro años que ya decidirá la alcaldesa lo que le parezca.

Ahora que la palabra democracia está en boca de todos los políticos como un mantra sagrado dotémosla de un contenido real, seamos demócratas y respetemos la voluntad del pueblo. Democracia no es votar cada cuatro años, es mucho más, aunque para algunos partidos quizás, sea más fácil tener súbditos y no ciudadanos activos y participativos. La pérdida de calidad de la democracia española es una preocupación generalizada que ocupó el centro del interés ciudadano desde que empezó la crisis y se materializó en el 15M. Hay incluso tirones de orejas de organismos internacionales como el de la ONU que en 2015 tras la aprobación de la Ley Mordaza suspendió a España en la protección de derechos civiles y políticos, indicándole hasta once puntos donde fallaba al respecto como por ejemplo: la falta de investigación de los crímenes del franquismo, las devoluciones de inmigrantes en caliente -ya declaradas ilegales por Estrasburgo-, la diferencia salarial entre hombres y mujeres y las redadas raciales y étnicas de la policía.

Si añadimos los casos de corrupción asociados a los dos grandes partidos políticos a esta situación entenderemos la gran desafección de la población por la política, vista cada vez más como algo lejano, extraño y prescindible y no como la forma de decir entre todos lo que a todos concierne.

Cuarenta años de dictadura arrasaron la participación popular que estaba empezando a surgir con la segunda república. La cultura de participación social española es muy reciente y muy tímida. En España aún no tenemos interiorizado que podemos hacer valer nuestros derechos, que lo público es de todos, que el cometido principal del los gobernantes no es mandarnos, sino obedecernos, obedecer la voluntad popular. Todavía tenemos el concepto raquítico de democracia defendido por Ciudadanos recientemente como un voto cada cuatro años.

Que España carece de cultura democrática y de participación no es ninguna novedad, es palpable y se ve en la falta de capacidad crítica con que muchas veces afrontamos las actuaciones de nuestras instituciones y es aún más evidente en la falta de cuidado con que tratamos parques y mobiliario público en general. En el fondo es lo mismo: se trata de pensar que nosotros no tenemos nada que ver, no nos corresponde opinar, cuidar o decidir porque son otros los que deben hacerlo, los políticos.

Susana Melero Cantos
Concejala y portavoz del grupo municipal Ganar Albolote

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