jueves 28 marzo
Opinión  |   |

Diálogo: una aptitud y una actitud

Podría ser una osadía comparar tres años de gobierno socialista en el Ayuntamiento de Granada con los trece del anterior equipo de gobierno, pero en este caso para nada lo es, por aptitud y por actitudes. Presidir una asociación, dirigir centros educativos, administrar una comunidad de vecinos o coordinar equipos de trabajo exige tener aptitud para ello, definida ésta como la “la capacidad de una persona para realizar adecuadamente cierta actividad, función o servicio”. En política se han de tener aptitudes para escuchar, dialogar, consensuar y actuar en beneficio de un proyecto que contribuya a alcanzar el estado del bienestar, a pesar de que en estos últimos días estamos escuchando argumentos simplistas a problemas complejos, sazonados de insultos y otros ingredientes, que nos pueden confundir en nuestra hoja de ruta en pleno siglo XXI, corriendo el riesgo de involucionar hacia un modelo de sociedad que ya se creía extinguido.

Necesitamos referentes y modelos para que perdure en el tiempo una sociedad en la que el diálogo sea el camino para resolver conflictos en cualquier ámbito. Nada falla si lo hay, porque utilizarlo significa huir de modelos autoritarios o permisivos en beneficio de un modelo democrático, de participación y de consenso para la solución de problemas y como estrategia clave para la transformación.

Indagando en las aptitudes del alcalde, Paco Cuenca, y de su equipo de gobierno, es fácil observar como el diálogo está siendo el instrumento que mejor resultado está dando a nuestra ciudad, siendo éste una seña de identidad que impregna su forma de proceder. Fue con el diálogo como se abrevió la llegada del metro a Granada tras años de bloqueo casi permanente alimentado con las peores previsiones, catalogándolo incluso de fiasco. Otro ejemplo de lo que significa buscar posturas de encuentro es la de conseguir la esperada llegada del acelerador de partículas; están siendo decenas de reuniones para generar empleo estable de calidad y para promover proyectos fundamentales para el ámbito de la ciencia en nuestra ciudad, asociadas a este hiato. También el diálogo nos conectó con Madrid tras tres años y medio sin tren, y sirvió para que el Gobierno de España por fin se tomara en serio la llegada del AVE a Granada.

Optar por la negociación y no por la confrontación también ha significado para nuestra ciudad abrir el Museo Arqueológico tras ocho años cerrado; pasar de tener un aeropuerto a punto de cerrar porque otros apostaban por el de Málaga, a arrancar el 2019 con un 17% más de llegadas, con nuevos destinos nacionales y europeos; recibir, el pasado junio, el Legado Lorca, tras 14 años de espera; rescatar el Consejo Municipal de la Juventud tras 24 años inactivo, lo que supuso un lamentable desprecio a varias generaciones que no han gozado de un espacio para la reflexión y para compartir sus inquietudes y necesidades.

Otros ejemplos han sido permitir que Granada siga en la senda de la vanguardia en materia de igualdad con la aprobación del V Plan de Igualdad, fruto también del diálogo y el consenso de las diferentes fuerzas políticas y con la participación de los colectivos feministas de la ciudad; modificar las líneas de autobús consecuencia de la implicación de las asociaciones de vecinos y colectivos que contribuyeron, y aún lo hacen, a diseñar un mapa más coherente y eficaz con las necesidades de cada barrio; conseguir el transbordo gratuito entre autobuses y metro… Y así un sinfín de acciones que están contribuyendo a la transformación de la ciudad, sin prisa y sin pausa, y con mucha discreción.

Pero esta transformación no es solo estética, también afecta directamente a la actitud de Granada y su ciudadanía, entendida ésta como “la manera de estar alguien dispuesto a comportarse u obrar”. No hace mucho leí “El líder resonante crea más” en el que su autor, Daniel Goleman, habla de la importancia de contagiar entusiasmo a quienes nos rodean. Cuando las aptitudes del gobernante lo consiguen, evidenciando gestión con resultados concretos y, además, lo hacen de manera participada, genera emociones positivas, moviliza, conecta y contagia entusiasmo. Así es la actitud de Granada ahora, una ciudad abierta, lejos del rencor, del odio o de la ansiedad, con proyecto, con objetivos, con visión de presente y también de futuro.

Y esta forma de hacer política de nuestro alcalde, y de su equipo de gobierno, también se traslada a la ciudadanía. Queda mucho por hacer, pero se ha pasado del enfado permanente a la colaboración constructiva en la creación y el diseño de los proyectos que nos afectan, participando en las juntas municipales de distritos, en los encuentros del alcalde en cada uno de los barrios o en las continuas reuniones con asociaciones, empresas y colectivos. Estos tres años le han dado un giro a Granada para volver a ser lo que fuimos, conocida y reconocida en Andalucía, más allá de Despeñaperros y de los Pirineos, consolidando su protagonismo en ámbitos como la cultura o el turismo y generando la confianza suficiente para que la ciudad sea referente en ámbitos como la ciencia y el empleo.

Tiene sus ventajas ser dialogantes, se consigue alcanzar objetivos, obtener logros y se contribuye a forjar una sociedad más cohesionada. Esta es la Granada que queremos, por la ciudad y por quienes vivimos en ella.

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Columnista
Jacobo Calvo

Secretario de Organización del PSOE de Granada capital y docente

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