martes 23 abril
Opinión  |   |

Divide y perderás

La Patria, ese lugar con el que nos sentimos vinculadas por razones afectivas. Ese lugar que necesitamos para que nuestras raíces familiares y personales tengan un base donde agarrarse cuando algún acontecimiento o percance a nuestro alrededor nos hace tambalear. El afecto, ese sentimiento agradable que en ocasiones nos hace sonreír, comprender, aceptar, fruncir el ceño o apretar los puños.

¡Por una España unida! es el lema que han escogido tres partidos políticos que no han escatimado en gastos para promocionar la unidad de un país utilizando la confrontación entre sus gentes. Y sabemos que son expertos en desviar fondos públicos para sus intereses privados. En más de 122.000.000 millones de € se cifra el coste de la corrupción del PP en nuestro país. Desempleo, privatización, recortes en sanidad, educación y servicios sociales, desahucios… la población española lleva años de crisis que ha tambaleado tremendamente sus raíces, la seguridad de la patria que les cobija. El mito de la democracia participativa en la que vivimos, se alimenta de nuestras emociones. A lo largo de la historia se ha creado un sistema social y político basado en el miedo y el odio. Y esto último, los partidos políticos lo saben muy bien, necesitan movilizar nuestras emociones para que los electores se identifiquen con sus ideas de partidas y así les voten. PP, VOX y Ciudadanos se esfuerzan en fomentar el miedo, la diferencia, el odio, utilizando símbolos que no son suyos, son nuestros: corazón, España, bandera, balcones; confunden el sentido de pertenencia con el de propiedad, fundamento del capitalismo sin escrúpulos que nos gobierna. Así lo demuestran no sólo a nivel nacional, también lo vemos en los plenos locales en Granada y sus municipios.

Espero y deseo que estas personas que fueron a Madrid lo hicieran porque están hartas de no llegar a fin de mes, de no encontrar empleo o de tener que ir a las estaciones a despedir a sus jóvenes, que tienen que emigrar en busca de un futuro mejor. Creo sinceramente, que están hartas de la clase política, de que nadie responda a su llamada. Y me digo, les digo, nos digo, ya está bien de que nos dividan y nos manipulen con merchandaising. Nos queremos juntos y unidas para defender nuestras pensiones, nuestra Sanidad Pública, contra la corrupción, contra el saqueo de lo público.

Ante estos escenarios, necesitamos cambiar el clima emocional que nos rodea, para contagiarnos y fortalecer el verdadero sentimiento de pertenencia a nuestra patria: ese lugar que se organizó sin reparos para rescatar al pequeño Julen, este país de culturas diversas que se nutre de ellas para enriquecer su legado. España, el país de la sonrisa, de la gente que te acoge en su casa y te ofrece lo que tiene, el país que comparte y te apoya cuando más lo necesitas.

PP, Vox y Ciudadanos, prefieren el miedo y odio a lo diferente, al que no piensa como ellos, a la igualdad, en definitiva. Necesitamos cambiar nuestro sistema social para que el respeto, la aceptación, la igualdad y el bienestar sean la base de nuestro desarrollo como comunidad. Necesitamos contagiarnos del espíritu que nos hace sentir bien cuando ayudamos a un vecino, cuando alguien nos pregunta cómo estamos, cuando nos alegramos porque algo ha salido bien, cuando sentimos ternura cuando vemos a unos niños que juegan en el parque sin importarles el color de la piel o su lugar de procedencia.

Ellos, los corruptos, responsables de la crisis económica, los que han provocado el cierre de muchas empresas, los que han regalado lo público a sus amigos de las grandes multinacionales, no son patriotas, son ricos individualistas que solo miran por sus intereses comerciales.

Para mí, lo verdaderos patriotas que sustentan los valores fundamentales de mi país, son entre otros: mis vecinos, que cuando me vieron mal el otro día, no dudaron en invitarme a una cerveza en su casa aunque apenas habíamos cruzado alguna palabra; la frutera del barrio de mis amigas que se levanta de madrugada para seleccionar las mejores verduras que luego ellas compartirán conmigo; el taxista, que me esperó aquella vez a que terminara de trabajar en un barrio que a él le pareció inseguro; el joven que contraté para la mudanza, que decía que se estaba tomando el trabajo en serio, y tantas y tantas personas que nos alegran el día, que nos acompañan y por la que generamos afectos, ese afecto que nos ayuda a construir nuestra patria.

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Columnista
Leticia García Panal

Concejal de Imagina Nívar

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