El mantra
El partido popular desde hace unos treinta años viene reiterando, de forma recurrente, su propuesta de que gobierne la lista más votada en las elecciones municipales. Ese ofrecimiento siempre coincide cuando no gobierna. Esta vez la promesa la ha hecho nada menos que en el Oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz.
A renglón seguido, la señora Díaz Ayuso lo ha desmentido, con el argumento que eso es ir contra el juego democrático, pues si hay más escaños a favor de un lado que de otro, no ve mal gobernar aun no siendo la lista más votada. De hecho, eso pasó en las últimas elecciones municipales en Madrid y en su Ayuntamiento no está gobernando la lista más votada, sino la mayoría del bloque de derechas, o sea, que esa propuesta solo vale para cuando toca beneficiarse al partido popular. En el fondo, lo que subyace es la tragedia que vive esa formación política, de que si no obtiene mayoría absoluta no ve más alternativa que gobernar con los fascistas de la extrema derecha, a los que no tiene duda abrazar si de gobernar se trata, aun las consecuencias de esa nefasta alianza, como se está viendo en Castilla – León.
La propuesta de que gobierne la lista más votada no es otra cosa que no asumir su propia responsabilidad que, al no ejercerla, los lleva a gobernar con la tramontana cavernícola y montaraz. No resolver ese dilema, acabará centrifugando a la derecha española que, actualmente, no es más que la expresión de una profunda crisis de identidad que antepone el interés partidista por conseguir el poder sin importar los medios, aunque sea dando la espalda a los principios que aparentemente vertebran un partido conservador democrático, que teóricamente forma parte de la Europa de la Unión, donde los partidos correligionarios han trazado un cordón sanitario con la extrema derecha, pues a todas luces, la prioridad de esta es desmontar los valores democráticos del espacio europeo que hoy conocemos.
Pero es que, además, esa propuesta es incompatible con la lógica que nace de nuestra Constitución y de la cultura democrática que permite conformar un gobierno local en base a alianzas entre grupos municipales que sean capaces de conformar un programa de gobierno municipal. Por tanto, la propuesta no solo nace desconectada del propio partido popular, es que va en sentido contrario a la cultura democrática y constitucional, aunque de esto ya son campeones los populares por el boicot a que tienen sometido a la renovación del poder judicial.
La propuesta requeriría, además, un cambio profundo de la legislación municipal que debería otorgar poderes cuasi dictatoriales a alcaldes y alcaldesas para superar la mayoría que se sentaría en el pleno municipal, que en la práctica quedaría bloqueado. En Granada no volverá el bipartidismo municipal y, a falta de mayoría absoluta, solo la capacidad democrática de llegar a acuerdos conformará la mayoría democrática del gobierno municipal. El drama del partido popular es su falta de habilidad y calidad democrática, que le ha echado en brazos del oso. Lo ciega su obsesión por gobernar, sin que le importe el coste y las consecuencias para la democracia y la ciudadanía.
Esa propuesta obliga al resto al silencio y a inclinarse ante el vencedor, haciendo claudicar a la democracia. A obedecer. El mantra de la “lista más votada” nos lleva a la conclusión que el partido popular nunca ha entendido la democracia más allá que cuando gobierna.
La democracia que tenemos, que queremos fortalecer y agrandar, haciéndola cada vez más plena, especialmente en lo municipal, parte de la premisa de que ninguna verdad es absoluta y solo, siguiendo a Camus, “la puesta en común de diversas experiencias humanas representa una aproximación más preciosa a la verdad que una doctrina coherente, pero falsa. La democracia no defiende una idea abstracta o una brillante filosofía: defiende a los demócratas”.
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