El viaje del héroe

¿Sabéis qué tienen en común Luke Skywalker, Neo, Goku, Frodo, Harry Potter, Simba, Superman y Batman? Pues… prácticamente todo. Así es: todas sus historias comparten el mismo esqueleto narrativo, con ligeras variaciones, aderezos de mitología y adaptaciones a distintas épocas. Lo explicó muy bien Joseph Campbell en su célebre 'El héroe de las mil caras', donde describe el modelo universal de los relatos épicos. Todos los héroes recorren las mismas etapas dentro de su propia travesía: la llamada a la aventura, el rechazo inicial, la superación de pruebas, la caída en los infiernos —ese momento de desesperanza total— y, finalmente, el renacer.
¿Y por qué empiezo hablando de esto en una columna sobre fútbol? Bueno, además de para presumir un poco de cultura general, lo hago porque en el fútbol también hay viajes del héroe. Cada jugador tiene su propia historia, con sus tropiezos, dudas y desafíos. Y, como en cualquier relato épico, no se puede llegar al final feliz sin antes atravesar todas las etapas. En este deporte, tan dado a la inmediatez, se ha perdido esa noción del proceso. Demasiada gente —representantes, familiares, entrenadores, comentaristas, aficionados de sofá— opina sobre la carrera de los futbolistas, ensalzando o enterrando con una facilidad pasmosa a un chaval que en ocasiones solo ronda los 20 años. Lo mismo son el futuro del club que una promesa fallida, y a veces ambas cosas en el mismo mes.
Pienso en esto porque en el Granada CF tenemos ahora varios de esos jóvenes héroes en pleno inicio de su camino. Cada uno con su propio carácter, su talento y su ritmo. El problema es que a menudo queremos que corran antes de aprender a andar, como si dependiera de ellos arreglar el desastre que otros provocaron desde los despachos. Les exigimos que sean la solución inmediata a la falta de proyecto, al caos institucional o a los errores de planificación. Los mismos que inflan el globo con entusiasmo, son los primeros en pincharlo en cuanto aparece otro más bonito.
Por eso me pareció acertada la manera en que Pacheta rebajó la euforia en torno a Rayan Zinebi. Es un chico con condiciones, con cosas distintas, pero al que aún le queda mucho camino por recorrer. En el fútbol, el talento es solo el principio; la madurez, la cabeza y el trabajo diario son lo que te sostienen cuando las luces se apagan. Otro ejemplo claro es el de Rodelas. A sus 20 años ya ha vivido de todo: el debut en Primera, el regreso al filial, las lesiones, los halagos y las críticas. Ha pasado de ser comparado con Bryan Zaragoza —una comparación tan injusta como absurda— a ser señalado por algunos como si no tuviera nivel para el fútbol profesional. Y todo eso antes siquiera de consolidarse. No hay carrera que resista ese vaivén de expectativas.
El fútbol está lleno de casos así. Por cada Lamine Yamal que explota precozmente, hay decenas de chavales con talento que se quedan por el camino, víctimas de la prisa o de los entornos que confunden los tiempos. En el Granada CF lo hemos visto demasiadas veces: jugadores de la casa a los que se encumbra con una facilidad tremenda y que luego desaparecen sin dejar rastro, no por falta de condiciones, sino por falta de paciencia. Porque formar futbolistas no es una cuestión de semanas, sino de años. Y en ese proceso, los errores, las caídas y los pasos atrás son tan necesarios como los éxitos.
Ojalá aprendamos a entender que no todos los héroes nacen con capa ni todos salvan el mundo a los 18 años. Que detrás de cada chaval del filial hay un viaje que apenas empieza, y que lo que hoy parece un tropiezo puede ser mañana el primer paso hacia su propia leyenda. Si algo enseña Campbell —y también el fútbol— es que el héroe nunca se forja en la comodidad, sino en la paciencia, en la constancia y en la fe de quienes creen en él incluso cuando todavía está aprendiendo a levantarse.







