viernes 29 marzo
Opinión  |   |

Eppur si muove

En paralelo a la crisis económica se está manifestando una crisis política en buena parte de los países de la Unión Europea. Las evidencias son diversas. El cuestionamiento del hasta ahora dominante bipartidismo, el Brexit, el aumento de la desafección ciudadana respecto a las instituciones europeas, una evidente revitalización de los sentimientos nacionalistas frente a la globalización, la tendencia a la volatilidad y el fraccionamiento en el voto...

Es probable que en la base de estos fenómenos esté el sentimiento de incertidumbre ante el porvenir, el presentimiento de que el futuro inmediato será muy probablemente peor que el pasado inmediato. La ruptura del convencimiento de que el progreso sea una ley inexorable.

Esta incertidumbre, generadora de desasosiego e incluso miedo, puede estar induciendo cierta respuesta de búsqueda y refugio en lo más próximo y en los discursos que prometen protección, incluso aunque en muchos casos vengan envueltos en fuertes dosis de demagogia.

La incertidumbre y el miedo son emociones peligrosas, mucho más si son colectivas. No solo provocan sufrimiento a las personas individuales sino que pueden incentivar la búsqueda de soluciones desesperadas e irracionales que a la postre redunden en mayores perjuicios. Quizás esto pueda explicar el importante crecimiento de las tendencias políticas más reaccionarias, e incluso pseudofascistas, en un continente que parecía haber superado las tentaciones totalitarias.

Es evidente que junto a esta propensión al refugio conservador también se han manifestado en Europa fenómenos políticos que caminan en el sentido contrario. Los casos de Grecia con el triunfo electoral de Syriza, de España con el surgimiento del fenómeno Podemos, o de Portugal con el gobierno tripartito de la izquierda, una rara avis en Europa, muestran que la incertidumbre y la indignación no siempre buscan refugio en el conservadurismo o las tendencias reaccionarias. Curiosamente tres experiencias con muy poca relevancia en los medios de comunicación, salvo para intentar desacreditarlas de forma inmisericorde, con todo tipo de ataques y manipulaciones.

Pero más allá de estas expresiones políticas también existen fenómenos sociales que a veces nos puede costar evaluar como parte de las respuestas en el escenario global de la crisis económica, política y social en que estamos inmersos. Lo mismo que en su momento no se supieron evaluar las consecuencias políticas del 15M, es posible que en este momento no se le dé la importancia que puedan tener dos impugnaciones que avanzan en paralelo pero que bien pudieran ser expresiones de una misma reacción social frente a la incertidumbre y la insatisfacción.

La novedad de la huelga general mundial pone de manifiesto un impulso formidable en la conciencia ciudadana, no solo de las mujeres, a favor de la igualdad, la libertad y la democracia, tres valores inseparables y que en este momento están siendo puestos en peligro por las pulsiones reaccionarias que intentan dirigir la salida a las crisis que sufrimos. Con independencia de su seguimiento real en los centros de trabajo está claro que todo será distinto a partir del 8 de marzo, porque lo importante será el cambio cualitativo en las mentes de millones de mujeres, y también de muchos hombres, sobre el valor y la necesidad del derecho a la igualdad entre las personas, pues es seguro que esta enorme pulsión igualitaria trascenderá más allá del problema de la discriminación de las mujeres.

El otro fenómeno que acontece en este momento, y que también será trascendente, es el de las movilizaciones de las personas mayores en defensa de sus pensiones y de las de sus hijos y nietos.

El sistema de pensiones es una garantía de protección en las sociedades modernas. Su defensa no es solo una batalla puntual por una subida mayor o menor en las prestaciones sino que forma parte de la batalla global por la igualdad y la solidaridad frente a la tendencia al aumento de las desigualdades sociales que desde las élites se intentan imponer. Y es trascendente que esa respuesta la hagan las personas mayores que hasta ahora apoyaban mayoritariamente a los partidos tradicionales.

Estemos atentos a estos dos fenómenos y a otros que muy probablemente se generarán en estos tiempos de cambios porque, a pesar de todo, esto se mueve.

Miguel Martín Velázquez
Colaborador de Ahora Sí

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