¿Está de moda la religión? ¿Otra vez?

Si hace un par de años todas éramos motomamis, ahora todas somos monjas melodramáticas. ¿Qué os parece? La Rosalía no solamente marca tendencia, sino que la crea. O eso es algo que mucha gente cree cuando ve su evolución en esta nueva era focalizada en una inspiración católica que representa pureza y conexión espiritual. Siempre, como ella misma dice, con Dios como guía y las mujeres santas de la iglesia como inspiración terrenal. Pero está claro que yo aquí no he venido a hablar de Dios, ni de sus fanses, sino del tema que mejor se me da, la moda.
Puede sonar exagerado, pero basta con abrir Instagram para comprobar que la estética religiosa ha vuelto (y más aún que va a venir tras el espaldarazo viral de la catalana). Como decía la revista de moda Highxtar Magazine, la tendencia christiancore ha tomado fuerza entre la generación Z: una mezcla entre fe, moda y dramatismo que convierte la espiritualidad en estética.
El público, acostumbrado a tener poca memoria por culpa de los contenidos cada vez más rápidos y que caducan a las horas de publicarse, está viendo esta propuesta estética anclada en la indumentaria, símbolos y patrones religiosos como algo novedoso o incluso transgresor, pero los que amamos la moda sabemos que es una fuente de inspiración fundamental en la moda.
Pero esta nueva oleada de cristofans no han inventado nada. Solo están escribiendo un nuevo versículo de una Biblia de la moda que lleva siglos reinterpretando lo divino. Desde los hábitos de monja que inspiraron al diseñador Cristóbal Balenciaga, que era devoto confeso y se inspiraba en los pliegues y la sobriedad de las vestimentas eclesiásticas y los hábitos de las monjas para crear sus icónicos volúmenes. Era elegancia y fe entretejidas. Hasta las pasarelas de Dolce & Gabbana llenas de vírgenes bordadas y cruces doradas, o los rosarios casi fluorescentes colgados sobre el pecho de futbolistas metrosexuales de los dosmil, la religión siempre ha sido una fuente inagotable de lookazos, más o menos irreverentes, depende de la época.
En el mundo de la música, por supuesto, también encontramos una predecesora que consiguió poner de moda las cruces. En los 80, la reina Madonna, con su videoclip Like a Prayer escandalizó al Vaticano al mezclar cruces ardientes, santos sensuales y estigmas en tecnicolor. Ninguna misa dio tanto juego desde entonces. Aquel gesto marcó un antes y un después: lo religioso dejaba de ser territorio del púlpito para convertirse en provocación, en discurso artístico y, por supuesto, en moda. Los crucifijos se vendieron más que nunca y el rosario se convirtió en accesorio perfecto para ir a la discoteca.
En 2018, esa relación entre fe y estilo alcanzó su máxima expresión con la exposición Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination del Metropolitan Museum of Art de Nueva York. La muestra reunió más de 150 piezas inspiradas en la estética religiosa: desde diseños de Jean-Paul Gaultier y John Galliano hasta auténticos ornamentos cedidos por el Vaticano. Entre ellos, casullas bordadas con hilos de oro, tiaras papales y túnicas cardenalicias de seda. El punto culminante fue su gala inaugural, cuando Rihanna apareció vestida de papisa con una mitra brillante firmada por Maison Margiela. Solo le faltó rociar a los fotógrafos con agua bendita (aunque seguro que sería de Fenty Beauty). Aquella imagen dio la vuelta al mundo: la diva de Barbados convertida en pontífice pop, bendiciendo una alfombra roja que parecía más un altar que una pasarela.
Si algo demuestra la historia de la moda es que lo religioso nunca pasa de moda. La religión ofrece a los diseñadores un archivo visual inagotable: rituales, símbolos, dramatismo, iconografía, y sobre todo, una carga emocional que pocas estéticas pueden igualar. Quizá por eso esta tendencia vuelve ahora, en una época saturada de pantallas, ruido y superficialidad. Y no, no hablamos de volver a misa, sino de reencontrarse con la solemnidad, con lo simbólico, con la idea de que un gesto o una prenda pueden decir algo más. Así que sí, la religión está de moda. Pero parece que no tanto para rezar en silencio en casa, sino para pasearla por redes sociales e incluso vestirla despojando la forma del fondo. Y es que parece que en un momento como el actual, mucha gente busca la fe aunque sea directamente en el probador o en un trend de TikTok. Hashtag #Amen. Vayan con Dios y den like si les ha gustado la columna.







