Guerra fría
Estos días me he acordado en varias ocasiones de una frase que pronunció no hace mucho la persona que ha acaparado toda la atención en la actualidad del Granada CF durante los últimos días: "Soy Myrto Uzuni y quiero hacer historia en Granada". Debo decirle que lo ha conseguido. Y no precisamente por sus goles, que también, sino porque no recuerdo a ningún capitán del Granada CF que, en mitad de una temporada, se haya negado a entrenar para presionar en busca de una mejora salarial o un traspaso que beneficie únicamente sus intereses.
Es muy probable que sea cierto que, por su rendimiento en el campo, Uzuni merezca lo que reclama. También es verdad que sus compañeros en la misma posición, quienes en algunos casos cobran bastante más que él, no han alcanzado ni de lejos sus cifras goleadoras. Sin embargo, no hay justificación alguna que ampare que el futbolista, quien presume de su brazalete de capitán en redes sociales cuando le conviene, desvirtúe tal honor negándose a entrenar como forma de presión. Ser capitán del Granada CF va mucho más allá de llevar un brazalete durante los partidos y lucirlo en fotos. Ser capitán de un club casi centenario es, sobre todo, una responsabilidad. Una responsabilidad que Uzuni ha decidido ignorar por completo.
El jugador ha faltado al respeto a muchas personas. Ha faltado al respeto a sus compañeros, quienes han sido fundamentales para que alcanzara el rendimiento por el que ahora exige una mejora contractual. También ha faltado al respeto al resto de trabajadores del club: cocineras, encargados del césped, servicios médicos… todas esas personas que facilitan su día a día y cuyo trabajo también depende, en última instancia, del futuro deportivo del club. Pero, sobre todo, ha faltado al respeto a los aficionados del Granada CF. En un momento crítico para la entidad, marcado por decisiones cuestionables de una directiva que parece empeñada en equivocarse, Uzuni ha escogido un camino que solo agrava la situación. Es probable que tanto la directiva como el propio Uzuni se marchen del club más pronto que tarde, pero si siguen utilizando el Granada como campo de batalla en esta guerra fría, dejarán al equipo en una situación precaria de la que será muy difícil salir.
El bueno de Myrto, eso sí, se lo ha puesto fácil a la directiva para que acaben siendo los héroes de esta historia. Mientras él persiste en no entrenar con el grupo —al menos hasta este lunes— y sigue sin ofrecer su versión de los hechos, tal y como él y su entorno prometieron días atrás, el club mantiene su habitual perfil bajo frente a cualquier conflicto. Nadie ha dado explicaciones oficiales y, por si fuera poco, tampoco se ha comunicado la apertura de un expediente sancionador al jugador, algo que debería haberse hecho desde el momento en que decidió no entrenar con sus compañeros.
Este plante de Myrto Uzuni ha encendido un debate entre los aficionados del Granada CF, dividiendo a la hinchada en dos bandos. Por un lado, están aquellos que, mezclando su frustración por la gestión de la directiva y la deriva del equipo, defienden al delantero que ha cargado con el peso goleador del equipo en las dos últimas temporadas y media. Por otro, están quienes entienden que el daño que Uzuni está causando, especialmente en lo deportivo, no puede justificarse bajo ningún concepto. Cuando el club —y aquí hablamos de los aficionados y del rendimiento colectivo del equipo— sale perjudicado, cualquier otro razonamiento pierde validez. Ninguna reclamación salarial debería estar por encima del respeto al escudo y a quienes lo apoyan.