viernes 29 marzo
Opinión  |   |

Justicia divina y humana

Hay días que cuesta respirar por la mañana. Y no es tanto por la bronquitis que me recuerda mi estúpido pasado de fumador como por el enrarecimiento de la atmósfera moral del país.

Hoy estoy desayunando con la noticia de la dimisión forzada de la presidenta cleptómana. La regeneradora regenerada.Recibiendo un escarnio público similar al de Glenn Close en “Las amistades peligrosas”. Le está bien empleado por robar antiarrugas para el cuerpo en lugar de procurarse una crema revitalizante para su conciencia. Con todo, incluso robar puede disculparse si se trata de una adicción irrefrenable. Mucho peor son las mentiras contumaces con las que ha desacreditado a la universidad pública. O incluso su participación en el saqueo del Canal de Isabel II. A pesar de Maquiavelo creo que no nos merecemos dirigentes así.

Pero la corrupción no es algo exclusivo de la corte y de la alta política. Nosotros aquí también tenemos lo nuestro. En el juicio de los ERE hay tanta gente citada que el juez ha pedido a los magistrados que se recorten a la hora de preguntar. Los tres últimos presidentes de la junta desfilaran por la sala del juzgado. La alternativa socialista a la corrupción pepera es descorazonadora. En Córdoba para ser bombero bastaba con saber tocarse la oreja en el momento adecuado. En Sevilla, el único mérito necesario para acceder a una plaza docente es ser hija de Fulanito de Tal.

A nivel local el nepotismo está tan generalizado que incluso parece algo natural. Cada uno mete a los suyos cuando puede, dicen.Es preciso recordar que la obligación de un servidor público es mirar por el bien común antes que por el propio. Y que esta práctica está sancionada por la legislación vigente. Cuando entramos en el ayuntamiento pensábamos que con la aplicación de las ordenanzas de transparencia podría dificultarse el enchufismo. Reclamábamos entonces la publicación de los beneficiarios de los empleos municipales. Pero aquí la providencia corre en auxilio del chanchullero. Un derecho de nuevo cuño como el de la intimidad justifica que en el mejor de los casos lo que nos encontramos sea una inescrutable lista de DNI.

No hay actividad, taller, ocupación, empresa pública, municipal, mixta, adjudicataria de la concesión, agencia, Consorcio o Diputación en la que uno no encuentre el sonriente signo de la gran familia socialista.

Que cualquiera haría lo mismo en su lugar es un futurible. Además de una coartada para lavar la mala conciencia. Decía Kant que era necesario postular a Dios, cuya existencia no puede ser demostrada por la razón, porque sería inaceptable que los malvados pudieran quedar sin castigo. Seguiremos trabajando para que se cumpla la ley y la decencia aquí en la tierra. Pero en caso contrario solo nos queda soñar con que el filósofo prusiano, aunque solo sea para evitar la impunidad, tenga razón.

José Luis Torres
Concejal de Somos Alfacar

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