La palabra más relajante

Puedo decir que no soy una persona particularmente espiritual, mística, mágica o religiosa, pero sí creo fuertemente en que hay ciertos mecanismos que cada persona busca, encuentra o descubre que lo hacen sentirse más tranquilo, más conectado consigo mismo, con los demás y con el mundo.
Para mí, es la palabra. Hay algunas que me animan, que me alegran, que me enfadan, que me hacen crecer, que me devuelven la memoria…. Y he descubierto que hay una que es muy relajante no solo para mí, si no para quien la dice.
Seguro que lo primero que piensas es que puede ser algo como “zen”, alguna consigna estilo “ooom”, algo cristiano coded como “gracias”, o alguna cursilería tipo “libertad”. Pero no, es algo mucho más prosaico, mucho más animal, que al decirla sale a la vez del estómago, del corazón y la cabeza.
Gilipollas.
Es casi perfecta. Sonora, contundente, sin género, que trasciende al tiempo y a las clases sociales. Y se enciende en nuestra cabeza casi de forma automática cuando queremos destensar en un segundo un momento de estrés. Es catártica
Para los granadinos, además, que nos encanta tener siempre una “polla“ en la boca, no cabe duda de que podría ser una de nuestras palabras favoritas. Va más allá de usarla como insulto de forma agresiva, algo totalmente intolerable, sino que en la mayoría de ocasiones la utilizamos como mantra liberador interno.
Simplemente pensarla nos hace poner las cosas en su lugar, a las personas en su sitio y seguir adelante. A veces no nos damos cuenta de que algo tan sencillo como encender esta palabra y respirar hondo nos hace vivir un poquito más tranquilos y sin tanto rencor.
Y si no te ha gustado mucho este artículo, ya sabes: Piensa “menudo gilipollas es Gafas Amarillas” y a dar click en otro sitio.







