jueves 25 abril
Opinión  |   |

La PP-R

Recientemente hemos presenciado un esperpento político. Así, las personas que han defendido la abstención a la moción presentada en el Ayuntamiento por el Partido Popular sobre la prisión permanente revisable (PP-R) como forma de oponerse a la misma han utilizado el argumento que: “no he apoyado, no estoy a favor de la PPR. Defiendo un debate social profundo y participado y que los cambios se produzcan donde se tiene competencia, en el Congreso de los Diputados, para una reforma del conjunto punitivo de la legislación penal”. La verdad, leyendo esto queda en evidencia que la persona que lo escribe no sabe de lo que habla. La realidad, es que la abstención ha provocado un empate en la pleno municipal y que sea el Sr. Alcalde el que, haciendo uso de su voto de calidad, haya impedido un hecho grotesco que hubiera situado a Granada en una posición indeseada.

La coherencia es la virtud más severa, pues implica que, a veces, sale uno perjudicado. Cambiar de opinión según interesa es lo habitual en lo que se ha denominado la “vieja política”, por ello, llama la atención que eso aparezca en quien dice y defiende lo contrario, pues cuando alguien afirma que defiende el respeto y la aplicación de la Declaración Universal de Derechos Humanos en los ámbitos social, político e institucional debe apechugar y no aprovechar una desgracia tan terrible como la de Diana Quer para sacar rédito político, precisamente porque esa conducta coherente y honesta es la que pone en valor la acción política que se dice desarrollar.

Sin embargo, se prefiere argumentar con un sesgo moral-jurídico-político que además se otorga la autoridad de interpretar la preocupación social respecto a la prisión permanente revisable, que nace, según se afirma, a causa de un sistema penal que acorta las condenas que impone, lo que evidencia la ignorancia supina de esas opiniones, pues quieren desconocer que nuestro Código Penal es uno de los más severos de la Unión Europea. Es más, ese argumento se desarrolla a través de una argucia basada en la mentira de la inseguridad: "entran por una puerta y salen por otra", tesis que permite que en España se legisle a golpe de populismo penal, agravando las penas y creando sanciones nuevas ad hoc, lo que bulle si, además, estamos en tiempos electorales.

Se introduce, ahora el debate de la PP-R, que casualidad, a sabiendas de que el Pleno del Congreso ha aprobado una proposición no de ley que emplaza al Gobierno actual a derogar la prisión permanente que, por cierto, ésta recurrida ante el Tribunal Constitucional, entre otras cosas porque "atenta contra la dignidad de los seres humanos y contra la prohibición de penas inhumanas y tratos crueles y degradantes", lo que es coherente con las bases en las que se asienta la Carta Magna, que obliga a respetar los principios de legalidad y determinación de las penas y los derechos fundamentales de igualdad, derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, ninguna persona pueda ser sometida a tortura.

Ser coherente, en el caso que nos ocupa, significa afirmar y defender que la pena de prisión permanente revisable es contraria al principio de resocialización, atenta contra la dignidad de la persona que es condenada a la misma, es contraria a los artículos 25 y 10 de la Constitución española, por tanto, la nueva reforma que se airea valiéndose del dolor de una familia no nos protege más, no nos hace más libres y sí nos puede convertir en personas bastante menos civilizadas.

Salvador Soler García
Colaborador Ahora Sí

· Más artículos sobre Pico y Pala

Publicidad

Comentarios

©Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta noticia sin autorización expresa de la dirección de ahoraGranada
Publicidad
DÍA A DÍA
Desarrollado por Neobrand
https://ahgr.es/?p=108102