viernes 19 abril
Opinión  |   |

Lo quieren todo

La implosión del sistema financiero llevada a cabo de forma planificada en el año 2009 tiene como objetivo final apoderarse del patrimonio de las llamadas “clases medias”.

El capitalismo de hoy (neoliberalismo) no solo es que sea cruel, que lo es, es que, además, es endogámico. Es consciente que el crecimiento económico ilimitado en el que se ha basado el capitalismo de toda la vida ha tocado a su fin. Se trata, por tanto, de una cuestión de supervivencia, por eso lo quiere todo, a saber, el Sistema Público de Salud, de Educación, reduciendo al Estado a la mínima expresión, pero especialmente, quiere el resultado del trabajo de toda una vida y lo quiere conseguir rápido, ya que, es conocedor de que la recuperación real no va a llegar a las familias, si bien, estas todavía no han tomado conciencia colectiva de la existencia del peligro, aunque las fases del plan ideado ya han empezado a funcionar, así hemos visto, la implantación de la precariedad laboral y salarial, también la externalización de la gestión y externalización de los servicios públicos. El fin se acerca, a decir de algun@s analistas, precipitado y descontrolado, con la anuencia de los gobiernos que hemos conocido.

Esa apropiación del patrimonio en España se ha mostrado con especial crudeza desde el principio, un claro ejemplo fue la venta masiva de las preferentes y esto antes de que se procediera a la voladura controlada de las cajas de ahorro. Ahora la mirilla telescópica está puesta sobre el sistema público de pensiones, para ello, antes hay que degradarlo, dejarlo sin hucha, lo han hecho.

El segundo paso, es el “el factor de sostenibilidad”, que no es otra cosa que establecer la cantidad máxima de pensión que va a recibir el/la jubilad@, sin que esta operación intervenga para la nada la esperanza de vida de la persona, la cuestión principal, es que se reparte aquella cantidad en relación a la expectativa de vida de la persona a partir de los 65 años, más o menos unos 20 años más, al tiempo se difunde entre la población la idea de que el sistema de pensiones no es más que una suerte de estafa piramidal, es decir, que con el dinero de las últimas personas que entran en el sistema pagan a l@s primer@s que entraron en ese sistema. Por tanto, al decir de esa teoría neoliberal, las pensiones no quedan garantizadas por el Presupuesto Público, de esta manera se quiere conseguir que las personas duden de la viabilidad del sistema y vayan a refugiarse, en un principio, en los llamados fondos de pensiones.

El tercer paso, ya está en marcha y consiste en el ofrecimiento a las personas jubiladas lo que en el argot bancario se llama “la hipoteca inversa” que se garantiza con la vivienda, a cambio, la entidad financiera abona a la persona jubilada una cantidad a modo de renta vitalicia hasta la muerte. Una vez llegado el inevitable final, el banco, que nos sobrevive a tod@s, llama a l@s hereder@s que deben decidir si cancelan la deuda adquirida mediante el pago de la misma como única forma de adquirir la herencia y si no, el patrimonio que garantizaba aquella renta vitalicia a modo de complemento de pensión por jubilación pasa a formar parte del patrimonio de la entidad bancaria. Así es como se adueñan de los bienes inmuebles de “las clases medias”, pues la gran mayoría de la gente no va a tener posibilidad de satisfacer la deuda hipotecaria que ha pagado la pensión. El negocio es redondo, puesto que lo que se ha pagado por el banco siempre va a ser muy inferior al valor real del inmueble.

Por tanto, hay que destapar el plan neoliberal de demolición del Estado Social (Bienestar), descubrir la verdadera intención: quedarse con todo. A este fin, hay que contraponer a ese catastrófico discurso la buena utilización de los recursos públicos y desarrollar políticas que consoliden lo que podemos llamar “el contrato intergeneracional” como mecanismo de asegurar con fuerza el futuro público de las pensiones, esto es, somos las personas que pagamos nuestras aportaciones (impuestos) hoy las que mañana vamos a disfrutar de una pensión digna estableciéndose, así mismo, las correspondientes partidas en el Presupuesto Público.

Salvador Soler García
Colaborador Ahora Sí

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