miércoles 24 abril
Opinión  |   |

No correr ni trillando no rompe el acuerdo

En una de las charlas telemáticas que he mantenido con mis amigos Mario y Miguel a razón de la actitud de algunos “representantes” políticos y que ayer vimos en la sesión de control al Gobierno, convenimos que diga lo que se diga esas personas siempre dirán lo contrario, aunque la propuesta, si es que alguna vez hacen alguna, la hayan hecho ellos mismos. Su único plan es que España estalle. En esa línea, pudimos observar el desacuerdo abrupto de esos mismos “actores” públicos respecto de la forma de ir relajando el confinamiento (desescalada) mediante fases, según indican los expertos sanitarios, hasta llegar a lo que se viene llamando la nueva normalidad, que no se conseguirá de manera definitiva hasta que tengamos la vacuna. Esas destemplanzas se han acompañado de tiñosas delaciones de responsabilidad en la finalidad de obtener ventaja política. Entendíamos, en todo caso, mis amigos Mario, Miguel y yo que el Gobierno sabrá establecer el mejor acuerdo con las Comunidades Autónomas para que ese tránsito a la nueva normalidad se haga atendiendo también a las necesidades y situación real de cada una de ellas, incluso con aquellas que dieron el tajo a la Sanidad Pública donde gobiernan, con las consecuencias que conocemos. La salida del aislamiento constitucional al que nos ha obligado el bicho no puede ser igual para todas las Comunidades y dentro de estas no será lo mismo para unos territorios que para otros, llámense provincias, comarcas o áreas sanitarias. La única condición es no poner en peligro a las personas y que no podemos volver a la casilla de salida. Por tanto, no hay que correr ni trillando, lo que no impide el acuerdo. Sigamos.

El plan de salvamento de España que proponen los susodichos histriones
solo pasa si son estos los que gobiernan, para eso es imprescindible hacer fracasar el plan de reconstrucción nacional propuesto por el Gobierno que solo tiene una lógica de partida, que de esta crisis no se sale lo mismo que de la anterior provocada por la especulación financiera y que todavía estamos pagando (la banca no ha devuelto un guil). La diferencia ya es evidente, se han promulgado medidas sobre arrendamientos, moratorias hipotecarias, apoyo a los autónomos y pequeñas empresas (ERTE,S), prohibición de despidos, prestaciones por desempleo para aquellos que no alcanzaran la cotización mínima, etc., y, en mayo está previsto un ingreso vital a millones de familias, de lo que también se beneficiará el consumo y la economía real y productiva.

Por tanto, ese acuerdo de reconstrucción, en el que todos nos veamos representados y en el que solidariamente arrimemos el hombro, es de especial importancia para la población en general, que no entenderá a quien ponga palos en la rueda para frustrar un mínimo consenso para salir de esta en las mejores condiciones.

El acuerdo debe tener traslado, también en Andalucía y en las ciudades y municipios que las integran, debiéndose sentar las bases para desarrollar un modelo productivo que no sea solo dependiente de un solo sector, las burbujas, aunque sean turísticas, burbujas son. Habrá que caminar hacia el empleo estable, reforzando los servicios públicos, especialmente el sector sanitario, donde la precariedad contractual y salarial se ha convertido en norma habitual y desarrollar una industria agroalimentaria andaluza, todo en el contexto de una economía verde.

Granada está soportando unos efectos demoledores a razón de la crisis sanitaria. El daño que se asoma nos va a situar a los granadinos en el peor de los escenarios. Una ciudad, cuya economía depende básicamente del turismo, va a recibir un duro varapalo, lo que tendrá especial trascendencia en sectores como el comercio y la hostelería, empeorando así las condiciones laborales y de vida de numerosas personas, elevando la pobreza y la vulnerabilidad que ya soportaba Granada, y todo ello sin que nuestro Ayuntamiento tenga capacidad de reacción para atender a la población necesitada dada su provocada ruina financiera y déficit acumulado persistente y en crecimiento. Es por ello necesario reconstruir nuestra ciudad con la participación de todos, caminando hacia un nuevo modelo de ciudad que fomente y apoye los servicios municipales públicos, reorientando el sector turístico, apoyar el tejido productivo que representan los autónomos y las pequeñas empresas tendrá un efecto positivo en el buen empleo, optimizar la gestión de los contratos públicos y los recursos municipales, acabar con la boina, aire limpio, mejorará la calidad de vida. En definitiva, un Pacto por Granada.

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Columnista
Salvador Soler

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