sábado 20 abril
Opinión  |   |

No te pongas triste, papá

En esta casa nací yo… en esa plaza jugaba a las canicas con mis amigos del colegio; esa era la tienda de mi tía; en verano, por las noches, todas las vecinas sacaban las sillas a la puerta y, mientras los mayores conversaban, los niños nos dedicábamos a observar las estrellas, a jugar a policías y ladrones. Hijo mío, este era mi pueblo. ¿Dónde está la gente, papá?, ¿Dónde están los niños?, ¿Por qué están las casas abandonadas?; no te pongas triste, papá.

La despoblación del mundo rural es uno de los principales problemas que nos acecha. Hay numerosos municipios que se están quedando sin habitantes. Según la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), el riesgo de extinción por despoblación afecta a la mitad de los 8.125 municipios españoles, existiendo en la actualidad 1.286 pueblos con menos de 100 habitantes. Solo en el último año, 36 provincias han tenido pérdidas de población.

Por lo que respecta a Andalucía, el futuro pinta muy mal para muchas comarcas rurales. Solo en Andalucía hay 206 municipios con menos de 1.000 habitantes, lo que supone el 26,5% del total de los 778 municipios.

Granada supera la media andaluza de municipios con riesgo de despoblación según datos de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP). Las cifras son preocupantes: un 39% de los municipios de la provincia de Granada tienen menos de 1.000 habitantes. De los 175 municipios existentes en la actualidad, 108 han perdido y siguen perdiendo población, mientras crece la población en el área metropolitana y en la costa. Existen comarcas en las que la pérdida de habitantes se produce a marchas forzadas: la Zona Norte de la provincia (Baza-Huescar-Guadix), la Alpujarra, el Poniente y Los Montes.

Muchas poblaciones están perdiendo habitantes de una manera radical y, si este fenómeno no se frena, en un futuro no muy lejano numerosos municipios serán lamentablemente municipios fantasmas e, irremediablemente, perderemos todos parte de nuestra historia, parte de nuestra cultura identitaria.

Conocer las causa por las que una persona abandona su pueblo natal para irse a la capital, al Área Metropolitana o a la costa, puede ser tan sencillo como hablar de oportunidades: oportunidades de formación, de infraestructuras, de servicios, que se traducen en oportunidades de empleo y desarrollo profesional.

Es urgente adoptar medidas tendentes a frenar este proceso de despoblación. Si las instituciones no hacen nada o lo que hacen no es lo adecuado, el éxodo desde los pueblos a las ciudades será inevitable. Entiendo que durante los últimos años en Andalucía se ha perdido una oportunidad de oro para invertir en progreso en el ámbito rural. Andalucía ha percibido en los últimos 30 años más de 100.000 millones de euros en subvenciones provenientes de fondos europeos para la convergencia económica y, sin embargo, seguimos apareciendo en el listado entre las regiones más pobres de Europa.

En un Estado Social como es el nuestro, no cabe duda de que siempre hay que atender a los más desfavorecidos, a los más necesitados y a los más débiles; esto es algo absolutamente necesario y nadie lo debe poner en duda. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es cuál ha de ser nuestra concepción estratégica de la política para generar empleo y, por ende, progreso.

Desde Ciudadanos estamos convencidos de que hay que hacer una apuesta por el emprendimiento, con apoyo a los autónomos y pequeños empresarios. Y eso es de vital importancia en el ámbito rural. La cultura de la subvención ha llevado al mundo rural en Andalucía a una situación muy preocupante: se han perdido muchas oportunidades de aprovechar el enorme potencial que tiene esta tierra para la generación de riqueza y esta es una de las causas de la despoblación del mundo rural.

El potencial andaluz en bioeconomía es altísimo y está absolutamente desaprovechado. La transformación de los regadíos; la apuesta porque los cultivos se dirijan a productos de nueva demanda y ecológicos (invirtiendo en centros de investigación agraria en los territorios) y por la creación de empresas transformadoras sobre el terreno con sus comercializadoras y empresas logísticas, utilizando para ello energías renovables; el fomento de una ganadería ecológica y modernizada; un turismo rural sostenible basado en nuestros paisajes, gastronomía y costumbres, deberían ser las apuestas de nuestras instituciones para generar empleo y dinamizar el mundo rural. La cultura del empleo frente a la cultura de la subvención, que tanta pobreza ha dejado. Y, por supuesto, la educación. Habiendo nuevos nichos laborales en esas zonas, se hace imprescindible formar a personas para los mismos, repensando y planificando la Formación Profesional, para que tengan oportunidades en la zona que las vió nacer.

Papá, escúchame. ¿Por qué no hablas? ¿En qué piensas? ¿Sigues triste? No, hijo mío. Pienso que es el momento de actuar.

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Columnista
Raúl Fernández

Concejal de Cs en el Ayuntamiento de Granada, portavoz en la Diputación y parlamentario andaluz electo

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